![]() ![]() DÍA 2. FLORENCIA MONUMENTAL (I) ✏️ Diarios de Viajes de Italia
Un poco apresuradamente inicié la primera etapa del diario, y bastante anodinamente, todo hay que decirlo, contagiada quizás por lo tedioso que suelen resultar los días de ida a cualquier parte y que, posiblemente, una se empeña en olvidar para...![]() Diario: Viaje a Florencia en Junio⭐ Puntos: 4.9 (30 Votos) Etapas: 6 Localización:![]() Un poco apresuradamente inicié la primera etapa del diario, y bastante anodinamente, todo hay que decirlo, contagiada quizás por lo tedioso que suelen resultar los días de ida a cualquier parte y que, posiblemente, una se empeña en olvidar para quedarse con lo más jugoso y dejar de lado los traslados hasta y desde las estaciones de tren, las odiosas esperas en los aeropuertos, la recogida de llave en el hotel etc.etc. y el cansancio tras el ajetreo y la necesidad de acomodarse, no sólo en la habitación, sino de acoplarse también a los horarios y costumbres del lugar al que se viaja. Me faltó incluir un par de fotos correspondiente a ese primer día, ahí van. Mi hija y yo ante Santa Mª Novella Vista del Puente Vecchio desde el Puente de la Trinitá Cuando estaba preparando cuidadosamente este viaje, porque me hacía una ilusión tremenda ir a Florencia, un elemento fundamental era consultar el tiempo que iba a hacer durante los días de estancia para ver la ropa que una se lleva. En mi caso no sirvió de nada, porque las previsiones para el jueves daban chubascos, tormentas y una temperatura máxima de unos 19 grados y el día amaneció espléndido, con un sol resplandeciente y un calor pegajoso de auténtico agosto, así que, aunque suelo llevar cosas para irme quitando sobre la marcha, como no quiero ir con mucho equipaje, eché realmente de menos ropa mucho más veraniega. Nos levantamos pronto para desayunar tranquilamente y a eso de las 8,15 h. ya estábamos en la calle, con nuestro itinerario y la intención de cumplirlo lo mejor posible. Como aún era temprano, tanto la iglesia como la Farmacia seguían cerradas porque abren a partir de las 9 y 9,30 h. respectivamente, así que continuamos camino, pasamos de nuevo por el palacio Strozzi y nos dirigimos hacia la piazza della Repubblica. Nada más dejar el palacio a la derecha, y casi sin solución de continuidad, se atraviesa un arco y se desemboca en una gran explanada semicircular . Tras andar unos pasos lo primero que hay que hacer es volverse para poder admirar el arco en toda su plenitud y, aunque es relativamente nuevo ( bueno, de la segunda mitad del siglo XIX, pero eso en Florencia es casi de ayer por la tarde ), le da una gran majestuosidad a la plaza. Cruzamos la plaza y al coger por una calle pequeña a la izquierda nos encontramos de pronto el Duomo. Es difícil expresar con palabras la sensación, porque pensábamos que tendríamos que andar más y que lo iríamos viendo a lo lejos o algo así, y encontrártelo de pronto, la verdad es que impresiona bastante, todo en general, la fachada, la cúpula y el Campanile. A esa hora era una delicia porque no había nadie, sólo algunas furgonetas de reparto, con lo que pudimos dar una vuelta y admirar cada detalle con total tranquilidad, pararnos ante las puertas del Baptisterio y tomar todas las fotografías que quisimos sin que nada nos importunara. Además, merece la pena la contemplación en detalle de los distintos paneles de la puerta del Paraíso y ver ese trabajo admirable, casi de orfebrería. Obviamente todo estaba cerrado pero no nos importaba porque en otro momento había hueco para la visita interior pues teníamos que pasar por la plaza en varias ocasiones, bien de ida o de vuelta. Sí debo confesar que no hice algo que todo el mundo recomienda como es la subida a la cúpula, pero las escaleras y el vértigo hacen imposible esas vistas desde las alturas. También me llamó la atención una pequeña edificación de esquina frente a la puerta principal de la catedral, a la derecha, la Loggia del Bigallo donde, según la guía que llevaba (El País Aguilar), exponían a los niños abandonados durante tres días y si no los reclamaba nadie, los daban en adopción ( Esta idea de infancia desvalida y una cierta desazón, fue apareciendo en varios momentos y en distintos lugares durante toda la estancia, en el Spedale degli Innocenti, que veríamos en otro momento y ya comentaré, o en el edificio del Hospital de San Paolo, situado en la plaza de Santa María Novella, parecido al anterior y por el que pasábamos cada día ). Portada del Duomo Il Campanile Cogimos por la via dei Calzauoli, una calle comercial y peatonal que nos recordaba bastante a nuestra calle Sierpes, y llegamos a la iglesia de Orsanmichele. Para entonces ya debería estar abierta pues en todas las guías y páginas consultadas figuraba que abrían a las 9; pues no, ni a esa hora ni en ninguna de las tres ocasiones en que volvimos a pasar por ella la encontramos abierta ni había ningún cartel que indicara nada. Bueno, nos perdimos el interior pero sólo la fachada ya merece bien la pena porque, entre tanto palacio renacentista, encontrar una pequeña iglesia gótica como ésta, con sus ventanales, sus hornacinas como si fueran pequeñas capillas y sus esculturas, llama poderosamente la atención. A continuación nos dirigimos hacia el Mercato Nuovo y, lógicamente, buscamos el jabalí y le tocamos el hocico (que estaba frío como un témpano de hielo, por cierto) y le echamos la moneda en la boca para cumplir las distintas tradiciones, según donde se lea y, en cualquier caso, poder volver a Florencia. Tras hacer unas compras en los tenderetes (algunas cosillas de cristal, camisetas, llaveros, vamos lo típico) retomamos el camino y llegamos a la plaza della Signoria. Otro momento de emoción, porque aunque la mayoría de las estatuas no sean las originales, el poder situarte bajo el Perseo o el Rapto de las Sabinas, que tanto había visto en mis libros de Historia del Arte, no tiene precio. Cuando llegamos, la plaza tampoco estaba muy transitada pero aún así, tenía un ambiente especial. Hay que ir sin prisas y recorrerla, admirando cada rincón. Perseo y yo Plaza Della Signoria. Entrada al Palacio Vecchio.Reproducción del David de Miguel Ángel Entramos en el palacio Vecchio, donde está el Ayuntamiento. El patio y los distintos salones son magníficos, así como algunas esculturas; especialmente me gustó una pequeña sala decorada con frescos en el techo y las paredes con unas alegorías de los cuatro elementos (el aire, el fuego, el agua y la tierra). Ahí se iniciaría el itinerario por los frescos, que había que dosificar para poderlos individualizar y que no “empacharan”. Desde una de las salas se accede a una terraza desde la que se puede contemplar San Miniato al Monte Cuando salimos ya la plaza estaba llenísima de grupos con sus guías correspondientes, así que me alegré de haber salido temprano. Tras hacer un pequeño descanso para tomar unos refrescos que mitigaran el calor en una terraza de la plaza, el café Perseo (qué raro el nombre ¿no?), callejeamos por la zona y fuimos a intentar ver algunos de los originales de la plaza que estaban, teóricamente, en el Museo Bargello. Mis hijos en la escalera del Museo Bargello Digo teóricamente porque el Perseo estaba en una exposición, creo que en Nueva York y alguna que otra escultura también estaba en otras exposiciones (el Mercurio) o en restauración (otras menos conocidas). No obstante, me encantó el Bargello, desde el edificio hasta las distintas salas, especialmente la de Donatello, la de los marfiles y la sala de Miguel Angel. Se podían hacer fotos sin problema, cosa poco frecuente en los interiores de los distintos palacios y museos en general, pero aquí si estaban permitidas, con lo cual nos inmortalizamos con el David, con Baco y con algunos de los pájaros de bronce de una de las galerías superiores. A pesar de lo austero, el edificio en sí merece la pena; evidentemente es cuestión de gustos, pero aunque no suele figurar entre lo imprescindible para visitar, yo lo recomiendo sin ninguna duda. Noli me tangere. Cerámica. Museo Bargello Cuando salimos nos fuimos a almorzar a un sitio que estaba cerca, en la plaza di San Firenze, la Osteria de Peccatori; aunque tenía un montón de mesas y estaba a tope, nos sirvieron rapidísimo. Todo muy bueno y no me pareció caro, teniendo en cuenta el sitio donde está y los precios de Italia, pues comimos un plato de spaghetti carbonara, uno de macarrones arabiata (ambos abundantes), un bistec a la Fiorentina ( que parecía la chuleta de Brontosaurio de Pedro Picapiedra pero muy tierno), una botella grande de agua, dos refrescos y dos copas de vino (un blanco de la casa bastante bueno y frío), por 44,40 €. Tenía reservada la entrada para los Uffizi a las 15 h. así que nos fuimos para allá. Bueno, todo está realmente junto. Eso es algo que me llamó mucho la atención porque cuando estás aquí preparando los itinerarios, ves los mapas, intentas dar un tiempo para desplazamientos y luego allí sales de un sitio y casi caes en otro sin darte cuenta, salvo excepciones. Nos dirigimos a validar la reserva a la puerta nº 3, sin nadie delante y a la puerta de entrada del tirón. La cola no es que fuera excesivamente grande a esa hora pero estaba bastante parada y habría para casi una hora, así que ya me alegraba de haberla reservado por teléfono, siguiendo las indicaciones de los foreros porque todo supuso unos cinco minutos. Unas semanas antes habían estado unos amigos y tuvieron que esperar más de dos horas, así que ya sabéis, a los que tengáis previsto ir, reservad. Panorámica del Puente Vecchio desde la Galería Uffizi Puede parecer paradójico lo que voy a decir, no sé si es porque me gusta mucho la pintura o porque tenía muchas ganas de verla, pero lo cierto es que la galería me defraudó un poco, si exceptuamos Boticelli, que nada más por ver esos dos maravillosos cuadros, ya está justificada la entrada. No sé si fue porque había mucha gente y las salas no son muy grandes o por las continuas entradas y salidas pero, como ya digo, no se cubrieron totalmente mis expectativas. No obstante, reitero que sólo por los Boticelli hay que ir. Tras recorrerla durante una hora y media, nos fuimos a la terraza a tomar un café, y los niños un refresco, admirando la cúpula del Duomo y la torre del palacio Vecchio. Absolutamente recomendable. Cuando salimos de la galería nos fuimos a la via Corso dei Tintori a esperar el autobús nº 13 para ir a San Miniato al Monte. Tras subir una escalinata bastante respetable y habida cuenta de la hora y el calor que hacía, la entrada en la iglesia fue toda una bendición, aparte del indudable valor artístico de la misma. Yo no había visto nunca una iglesia románica como esa, con esos mármoles, esos mosaicos y ese pavimento pero claro, es que era la primera vez que iba a la Toscana Realmente la iglesia tenía una atmósfera especial, sobre todo cuando a las 17,30 h. entraron cinco monjes a la cripta y empezaron a interpretar unos cantos gregorianos rodeando el altar donde está el arca con las reliquias del santo. Fue un momento de gran sosiego y sensaciones diversas porque te transportas fácilmente en el tiempo. Cuando ya iban a cerrar (más o menos a las 18 h.) y mientras mis hijos se quedaron en la escalinata admirando la vista de la ciudad, yo me acerqué a ver el pequeño cementerio que la rodea. Puede dar un poco de yuyu pero hay algunas tumbas curiosas, aunque yo no llevo demasiado bien lo de las fotos del difunto. Allí está enterrado, por ejemplo, Giovanni Spadolini, que fue presidente de la República italiana. Su tumba es muy sencilla pero llama la atención por la bandera italiana. Tras hacernos algunas fotos ante la fachada de la iglesia y en la escalinata, bajamos andando hasta Piazzale Michelangelo y ésto es algo que nadie debe dejar de ver. La panorámica de Florencia es impresionante. Antes no había contemplado una vista de ninguna ciudad como esa. Magnífica y me quedo corta. Aunque estuvimos bastante tiempo por allí no nos esperamos a que empezara a anochecer porque tampoco era cosa de esperar casi cuatro horas (ya bastante bien me habían seguido mis hijos como para que aguantaran tanto) pero preferí ir antes para poder ver la iglesia. Cada uno que elija el momento según sus preferencias. Para bajar al centro cogimos el autobús nº 12, que da una vuelta bastante grande, pero como ya no teníamos previsto ver nada más, nos lo tomamos casi como un autobús turístico con lo que vimos algunas zonas que, como no son especialmente famosas o interesantes, no entran habitualmente en los itinerarios. Cuando llegamos a la última parada, enfrente de la estación de tren de Santa Mª Novella, nos fuimos hacia la via Palazzuolo para buscar uno de los restaurantes que llevaba en mi lista, pero al meternos por una de las calles que salen a la via della Scala, salimos como a mitad de la vía y en lugar de tirar hacia la derecha nos fuimos en dirección contraria, digamos hacia el Duomo, y tras andar un buen trecho y ver que no había ni rastro de ninguno, decidí volver a la plaza de Santa Mª Novella, sobre todo porque ya iba siendo un poco tarde y no se veía un alma por la calle, excepto alguna persona que entraba o salía de alguno de los locutorios que hay por la zona y no quise tentar a la suerte, así que nos fuimos a la plaza y cenamos en un restaurante llamado Il Grillo. A pesar de no saber nada de él nos gustó mucho. No es que sea barato precisamente pero la comida es bastante buena, el servicio estupendo y es muy agradable cenar en la terraza contemplando la fachada de la iglesia. También tocaban algunos músicos callejeros, muy bien por cierto, así que no fue ésta la única vez que cenamos allí porque repetimos dos días más. Debo decir que el listado de restaurantes, como si no lo llevase porque, al final, no fui a ninguno de los previstos, bien porque no era el momento dado el sitio en el que estábamos o porque mis hijos tenían hambre y no querían andar mucho buscando, aunque comimos bastante bien todos los días con la excepción de Pisa, pero eso os lo contaré en un nuevo episodio. Índice del Diario: Viaje a Florencia en Junio
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