El domingo 24 de julio nos ponemos en marcha a las 3.50h de la mañana. El día anterior llenamos el depósito, cargamos el coche y nos despedimos de nuestro chiquitín que se queda estos días con los abuelos.
A esas horas no hay un alma, llegamos desde Gijón a Irún en cuatro horas, donde paramos a tomar unos cafés rápidos y a echar diésel en el Alcampo. Siempre lo hacemos así porque tenemos la tarjeta de descuento y con ella conseguimos muy buen precio, 0.85€/l en esta ocasión.
Al cruzar la frontera nos encontramos que un dispositivo de la gendarmería acompañada por el ejército, están haciendo registros en muchos de los coches. Nos imaginamos que esto se deba al estado de alerta decretado en Francia como consecuencia de los recientes ataques (tan solo han pasado 10 días del brutal atentado de Niza). A nosotros no nos paran y, en contra de lo que pensábamos, no volveremos a ver ningún control semejante en los próximos días.
En la medida que podemos siempre evitamos circular por autopista, los peajes son caros y las carreteras nacionales suelen estar en excelente estado, por lo que por ellas se transita bien. Así pues, cogemos del desvío hacia Mont de Marsan, que es una carretera cómoda, con muchos tramos de doble carril.
Paramos a comer en uno de los pueblos que encontramos de camino nuestro ya tradicional picnic de los viajes, tortilla y empanada caseras, y hacia las 14h ya estamos aparcando delante del Hotel Premiére Classe de Carcassonne, situado en una zona comercial de las afueras, a unos 5km de centro.
Para las noches en ruta siempre nos servimos de este tipo de cadenas de hoteles, que son muy básicos porque están enfocados precisamente a esto, a estancias de una noche para viajes de carretera. Los precios también son acordes a las instalaciones, nos cuesta 45€.
Como comentaba, siempre utilizamos este tipo de hoteles y nunca habíamos tenido ningún problema, de hecho en este mismo ya habíamos pernoctado en un viaje anterior. Habíamos hecho la reserva por internet ya que en la web se suelen obtener mejores precios, pero en esta ocasión si que nos surge un contratiempo.
Como la recepción está cerrada hasta las 17h, tenemos que registrarnos en el cajero del exterior. Introducimos todos los datos y a la hora de pagar nos anula toda la operación. Probamos una y otra vez con las diferentes tarjetas que tenemos y nada, siempre el mismo resultado de operación anulada. Estamos con el cabreo a flor de piel, ya que ante esta situación se nos plantean dos alternativas que no nos apetecen lo más mínimo: esperar tirados en el parquing 3h bajo un sol abrasador hasta que abra la recepción o ir a visitar Carcassone con el coche lleno hasta los topes.
Estamos valorando que hacer cuando aparece por allí un chico con pinta de ser de mantenimiento. Le abordo y le explico lo que nos pasa. Me dice que no me preocupe que abre la recepción y que él mismo nos hace el check-in. Me informa que no es un problema de nuestra tarjeta, sino de su línea, nos da la llave y ya estamos listos para acercarnos a Carcassonne
Tuvimos mucha suerte de que esta persona estuviera allí, porque estos hoteles cuentan con muy poco personal y es muy raro encontrar a nadie fuera del horario de recepción, máxime siendo domingo.
Lo dicho, cogemos el coche y nos acercamos hasta el centro. Sobran los sitios para aparcar, y además al ser domingo no hay que pagar.
Recorremos unas pocas calles y voilà, allí está una vez más la silueta de la ciudadela de Carcassonne elevándose majestuosa en un promontorio sobre el rio Aude. No importa cuantas veces haya estado a sus pies (4 con esta), que inevitablemente me siento transportada a la Edad Media.
Conjunto arquitectónico medieval cuya hoy controvertida restauración fue llevada a cabo por el arquitecto Viollet-le-Duc en el siglo XIX e impulsada por Prosper de Merimée. Acertada o no, indudablemente fue salvada así de la destrucción a la que se veía abocada tras siglos de abandono. Es declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 1997. En mi opinión es imprescindible realizar el recorrido entre su doble cinturón de murallas de unos 3km de longitud para admirar con detalle los numerosos torreones, las ventanas saeteras y contemplar la vista de la ciudad baja desde las almenas. No menos interesante son las dos puertas principales de acceso a la ciudadela, la Narbonnaise y la del Aude.


Caminando por las estrechas callejuelas llegamos al Château Comtal. Situado en el oeste de la ciudad fortificada, el castillo condal se encuentra adosado a la muralla exterior y es una fortaleza dentro de la ciudadela comenzada a construir en el SXII.
Más adelante nos encontramos con la basílica de Saint Nazaire, de estilo románico, a la que no podemos entrar por encontrarse cerrada. Pasamos mucho rato “intramuros”. A parte de recorrer la ciudad fortificada de cabo a rabo y hacer el tour de las murallas, también dedicamos buena parte del tiempo a mirar muchas de las numerosísimas tiendas que alberga. Bajamos hasta el Pont Vieux, desde el que se obtiene una de las mejores fotos del conjunto.
La ciudad baja es bonita y cuenta con puntos de interés, como la encantadora Place Carnot con sus cafés de aire fin-de-siècle o la catedral de Saint Michel, de finales del SXIII y que en su ábside alberga magnificas vidrieras, pero todos estos y otros edificios, notables sin duda, quedan completamente eclipsados por la magnífica ciudadela a cuyos pies se extiende.
Damos una vuelta no muy larga porque todo está cerrado ya, y por fin llega el momento que llevo un año esperando: tomarme una Orangina bien fría, qué rica! Tras esto regresamos al hotel para cenar y descansar del madrugón, estamos machacados!
Desde Gijón a Carcassona gastamos en peajes 20.97€, la mayor parte de ellos corresponden al tramo de España.
A esas horas no hay un alma, llegamos desde Gijón a Irún en cuatro horas, donde paramos a tomar unos cafés rápidos y a echar diésel en el Alcampo. Siempre lo hacemos así porque tenemos la tarjeta de descuento y con ella conseguimos muy buen precio, 0.85€/l en esta ocasión.
Al cruzar la frontera nos encontramos que un dispositivo de la gendarmería acompañada por el ejército, están haciendo registros en muchos de los coches. Nos imaginamos que esto se deba al estado de alerta decretado en Francia como consecuencia de los recientes ataques (tan solo han pasado 10 días del brutal atentado de Niza). A nosotros no nos paran y, en contra de lo que pensábamos, no volveremos a ver ningún control semejante en los próximos días.
En la medida que podemos siempre evitamos circular por autopista, los peajes son caros y las carreteras nacionales suelen estar en excelente estado, por lo que por ellas se transita bien. Así pues, cogemos del desvío hacia Mont de Marsan, que es una carretera cómoda, con muchos tramos de doble carril.
Paramos a comer en uno de los pueblos que encontramos de camino nuestro ya tradicional picnic de los viajes, tortilla y empanada caseras, y hacia las 14h ya estamos aparcando delante del Hotel Premiére Classe de Carcassonne, situado en una zona comercial de las afueras, a unos 5km de centro.
Para las noches en ruta siempre nos servimos de este tipo de cadenas de hoteles, que son muy básicos porque están enfocados precisamente a esto, a estancias de una noche para viajes de carretera. Los precios también son acordes a las instalaciones, nos cuesta 45€.
Como comentaba, siempre utilizamos este tipo de hoteles y nunca habíamos tenido ningún problema, de hecho en este mismo ya habíamos pernoctado en un viaje anterior. Habíamos hecho la reserva por internet ya que en la web se suelen obtener mejores precios, pero en esta ocasión si que nos surge un contratiempo.
Como la recepción está cerrada hasta las 17h, tenemos que registrarnos en el cajero del exterior. Introducimos todos los datos y a la hora de pagar nos anula toda la operación. Probamos una y otra vez con las diferentes tarjetas que tenemos y nada, siempre el mismo resultado de operación anulada. Estamos con el cabreo a flor de piel, ya que ante esta situación se nos plantean dos alternativas que no nos apetecen lo más mínimo: esperar tirados en el parquing 3h bajo un sol abrasador hasta que abra la recepción o ir a visitar Carcassone con el coche lleno hasta los topes.
Estamos valorando que hacer cuando aparece por allí un chico con pinta de ser de mantenimiento. Le abordo y le explico lo que nos pasa. Me dice que no me preocupe que abre la recepción y que él mismo nos hace el check-in. Me informa que no es un problema de nuestra tarjeta, sino de su línea, nos da la llave y ya estamos listos para acercarnos a Carcassonne
Tuvimos mucha suerte de que esta persona estuviera allí, porque estos hoteles cuentan con muy poco personal y es muy raro encontrar a nadie fuera del horario de recepción, máxime siendo domingo.
Lo dicho, cogemos el coche y nos acercamos hasta el centro. Sobran los sitios para aparcar, y además al ser domingo no hay que pagar.
Recorremos unas pocas calles y voilà, allí está una vez más la silueta de la ciudadela de Carcassonne elevándose majestuosa en un promontorio sobre el rio Aude. No importa cuantas veces haya estado a sus pies (4 con esta), que inevitablemente me siento transportada a la Edad Media.
Conjunto arquitectónico medieval cuya hoy controvertida restauración fue llevada a cabo por el arquitecto Viollet-le-Duc en el siglo XIX e impulsada por Prosper de Merimée. Acertada o no, indudablemente fue salvada así de la destrucción a la que se veía abocada tras siglos de abandono. Es declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 1997. En mi opinión es imprescindible realizar el recorrido entre su doble cinturón de murallas de unos 3km de longitud para admirar con detalle los numerosos torreones, las ventanas saeteras y contemplar la vista de la ciudad baja desde las almenas. No menos interesante son las dos puertas principales de acceso a la ciudadela, la Narbonnaise y la del Aude.
Caminando por las estrechas callejuelas llegamos al Château Comtal. Situado en el oeste de la ciudad fortificada, el castillo condal se encuentra adosado a la muralla exterior y es una fortaleza dentro de la ciudadela comenzada a construir en el SXII.
La ciudad baja es bonita y cuenta con puntos de interés, como la encantadora Place Carnot con sus cafés de aire fin-de-siècle o la catedral de Saint Michel, de finales del SXIII y que en su ábside alberga magnificas vidrieras, pero todos estos y otros edificios, notables sin duda, quedan completamente eclipsados por la magnífica ciudadela a cuyos pies se extiende.
Damos una vuelta no muy larga porque todo está cerrado ya, y por fin llega el momento que llevo un año esperando: tomarme una Orangina bien fría, qué rica! Tras esto regresamos al hotel para cenar y descansar del madrugón, estamos machacados!
Desde Gijón a Carcassona gastamos en peajes 20.97€, la mayor parte de ellos corresponden al tramo de España.