![]() ![]() DIA 9. PARQUE NACIONAL ÞINGVELLIR (ÖXARARFOSS) - CUEVAS DE LAVA SURTSHELLIR - CA ✏️ Diarios de Viajes de Islandia
DIA 9. PARQUE NACIONAL ÞINGVELLIR (ÖXARARFOSS) - CUEVAS DE LAVA SURTSHELLIR - CASCADAS HRAUNFOSSAR BARNAFOSS - YTRA TUNGA BEACH - GUESTHOUSE HOF. Creo que nos despertamos con la sonrisa en la boca todavía. Desayunamos, recogimos y nos preparamos...DIA 9. PARQUE NACIONAL ÞINGVELLIR (ÖXARARFOSS) - CUEVAS DE LAVA SURTSHELLIR - CASCADAS HRAUNFOSSAR & BARNAFOSS - YTRA TUNGA BEACH - GUESTHOUSE HOF. Creo que nos despertamos con la sonrisa en la boca todavía. Desayunamos, recogimos y nos preparamos antes de que se levantaran el resto de habitaciones. Por tanto, una vez más, cocina y baño para nosotros solos. Encontramos a la chica que nos dio las llaves la noche anterior y estuvimos hablando un rato con ella de los bonitos caballos que allí estaban. Tenían unos 80 nos dijo. Nos contó cómo en invierno hacían batidas desde varios puntos acercando los caballos (también las ovejas) a las granjas que después separaban por chip o marcas a fuego con la identificación de cada familia. Algunos caballos no bajaban en invierno y vivían salvajes en el duro invierno nos dijo, demostrando la dureza de esta raza. Después de la animada charla nos fuimos a por nuestro penúltimo día en nuestro paraíso. Nunca olvidaremos aquel lugar, aquellos caballos, aquella chica....aquella noche iluminada. Hoy acabaremos el día en la península de Snaefellsjoekull donde tenemos nuestro último alojamiento. Pero para llegar allí haremos varias visitas que nos llevará todo el día, por lo que dejaremos la vuelta a la península de Snaefellsjoekull para el último día antes de volver a España. Parque Nacional Þingvellir. El Valle de Thingvellir es la herida abierta por la que surgió de los océanos la isla de Islandia. Este Rif, es la parte elevada y visible de la dorsal Atlántica que separa las placas tectónicas de América y Eurasia. De sudoeste a nordeste esta línea marca la creación continua de corteza terrestre y el desplazamiento de las dos parte de Islandia que reposan en placas distintas. Numerosas fracturas y crestas paralelas nos recuerdan la inconmensurabilidad de la Tierra y su fuerza, frente a la cual el ser humano parece muy poca cosa. La llanura está rodeada por montes que llegan a los 1000 metros de altura y forman una especie de muralla que bordea la planicie rota por las fallas. Dos grupos de fallas son las más espectaculares. En primer lugar Almannagjá, al oeste de la planicie. Con una longitud de 7,7 kilómetros y una profundidad en algunas zonas de 40 metros muestra claramente la separación entre las dos placas tectónicas. La segunda línea de fallas más importante es la de Hrafnagjá. Algo más larga (11 Km.) es un poco menos profunda (máximos de 30m) Thingvellir reúne también una cultura y un significado muy especial para los islandeses que se remonta en el tiempo siglos atrás. Y es que este es el emplazamiento de lo que fue el primer parlamento islandés y donde se proclamó la republica de Islandia en 1944. Aquí se encontraban desde antaño los habitantes para celebrar sus reuniones, resolver disputas, impartir justicia y dictar nuevas leyes. En este espacio abierto y tan majestuoso se citaban pues todos los islandeses para decidir sus cuestiones cívicas o tribales. Puedes imaginarte a todos allí atendiendo, esparcidos por la zona de este anfiteatro natural cincelado por la naturaleza. Partiendo del alojamiento, seguimos por la carretera 35 unos 15 km hasta encontrarnos con la 37 a la derecha que tomaremos otros tantos kilómetros, giro a la izquierda en la 365 otros 14 km y por último la 36 hasta el parque 12 km más. En total tardamos unos 45 minutos hasta el Parque donde aparcaremos el coche en uno de los muchos Parking que hay. En principio había que pagar algo así como 5 € en la máquina que hay en el parking, pero por más que lo intente con cada una de las tarjetas que tenía no salía ticket ninguno. Varias personas probaron y nada, por lo que tomamos la mejor decisión posible: no pagamos ninguno. Ahí dejamos a Jimmy sin ticket esperando no encontrar sorpresa a la vuelta. Estábamos casi al principio de la gran falla Almannagja y muy cerca de la casada que forma el río Oxara cuando se precipita por ella. Nos dirigimos al inicio de la falla (o el final) donde había un mirador que daba la perspectiva de toda la grieta. Después volvimos hacia la cascada Oxararfoss. El arroyo Öxará no es muy caudaloso pero alimenta la cascada que lleva su nombre. Esta cascada como la de Gullfoss, se produce gracias a una profunda sima donde el río se lanza creando una fumarola de vapor de agua. El río al precipitarse en la falla de Almannagjá, provoca este bello espectáculo. Después el río desemboca en el lago de Thingvallavatn, el más grande de Islandia (83 km2), que luego veríamos más de cerca. No es tan grande, ni impresiona como otras, pero el lugar donde está la hace única. Seguimos recorriendo la falla dirección al lago Thingvallavatn. Poco a poco la pared va cogiendo altura y si no fuera por el intenso sol que brillaba, podía imaginar por aquel camino a Jon Nieve y su guardia de la noche vigilando el muro de los salvajes y los caminantes blancos. El camino termina en un mirador cerca del gran parking del centro de visitantes del parque, donde se puede ver todo el parque: desde la gran falla a la izquierda al gran lago Thingvallavatn cuyas aguas se pierden en el horizonte. Nos dirigimos hacia una de las orillas del lago para ver la grieta donde algunos se atreven a bucear en las frías aguas. Silfra, que es como se llama esta grieta, permite bucear entre dos continentes, e incluso tocar Asia con una mano y América con la otra a la vez. La experiencia debe ser única. El precio de la experiencia, prohibitivo. 36000 isk que al cambio sale por más de 275 €, por 40 minutos de inmersión. Continuamos nuestra vuelta al parking pasando por la iglesia blanca de Thingvellir que, construida en el mismo emplazamiento que la original, una de las primeras del país, data de 1859. Esta iglesia construida en madera blanca cuenta con un pequeño cementerio donde descansan los héroes de la independencia. Pertenece a la iglesia luterana, predominante en Islandia. Estaba cerrada aunque se veía el interior por los ventanales de los laterales. Llegamos a recoger a Jimmy con la duda de si eran capaces de multar por no poner el ticket del parking. Pero no parece que hayan llegado a esos niveles. De hecho, era el primer año que regulaban el parking y por lo visto no lo tenían muy bien instaurado. Recogimos a Jimmy y nos pusimos en marcha hacia una nueva atracción que la naturaleza nos ofrecía. Las cuevas o túneles de lava nos esperaban. Cueva de Lava Surtshellir. Esta visita no estaba precisamente en nuestra ruta hacia la península de Snaelfellsnes y su enigmático volcán. Nos desviaba más de dos horas de la ruta directa. Sin embargo, era una de las pocas cosas que nos quedaban por descubrir y no nos lo pensamos. El camino nos llevaba por la solitaria carretera 550 primero, la 52 más tarde para enlazar con la 50 y la 518 hacia el interior antes de entrar en la F578 en su tramo final. Todas ellas caminos de grava en no muy mal estado en general, pero con paisajes bastante desolados donde nuevamente lo que más se veía eran caballos y ovejas dispersadas en cualquier punto del camino. Cuando entramos en la última carretera se divisaba la gran colada de lava asemejando un auténtico río grisáceo y rojizo donde se encontraban las cuevas. Estas cuevas se forman cunado, precisamente, un río de lava comienza a solidificarse por fuera, formando una costra sólida mientras debajo sigue fluyendo la roca líquida, hasta que se vacía, de esta forma pueden alargarse kilómetros. Surtshellir tiene cerca de dos kilómetros de galerías totalmente vírgenes y salvajes. No se trata de un sitio concurrido, cuando llegamos no había más que un par de coches. No se trata de la típica visita turística, no hay rampas de acceso y está bastante retirado de cualquier zona. Es todo como la madre naturaleza lo ha dejado. Para un espeleólogo es una excursión trivial, pero para gente inexperta más vale ir con cuidado. El mapa de la galería que había en un cartel al inicio del camino, indicaba que había varias aberturas del tubo de lava, algunas de ellas con acceso para entrar. Fuimos a la primera de ellas. Llevábamos un par de linternas un tanto precarias pero que esperábamos que nos alumbraran lo suficiente para adentrarnos unos metros en la cueva. Una pareja estaba investigando la entrada a la cueva cuando llegamos pero no se atrevieron a ir más allá de las primeras rocas de la entrada. Nosotros empezamos a bajar de roca en roca, que cubrían el suelo tras algún desprendimiento antiguo. Esperemos que hoy no tacase. Un bloque de hielo se situaba justo en el inicio del tubo volcánico. Fuimos avanzando con mucho cuidado como cabras saltando por las rocas sueltas. Poco a poco la tenue iluminación que entraba por el hueco abierto al cielo fue desapareciendo hasta que al doblar una curva que hacía la cueva nos sumimos en la más absoluta oscuridad. Las linternas que llevábamos, aunque pequeñas, hacían su función e iluminaban el espacio suficiente para avanzar poco a poco. Llegamos a un punto en el que el suelo dejo de tener rocas y pudimos pisar sobre tierra firme. La sensación era angustiosa, casi claustrofóbica. El no saber que podría haber unos metros más allá, o en qué momento llegaríamos a otra abertura y si esta tenía salida accesible nos replanteo seguir. Estábamos absolutamente solos en medio de una cueva creada por la lava hace miles de años, con dos linternillas intentando alumbrar aquella inquietante oscuridad. Finalmente, la incertidumbre, el miedo, nos hizo volver sobre nuestros pasos y salir por donde habíamos entrado. Fueron no más de 200 metros recorridos de la galería que nos llevó más de una hora entre ida y vuelta. La experiencia mereció acercarse hasta aquí desviándonos de nuestro camino. La adrenalina que produce estar en aquel oscuro lugar deshabitado fue brutal. Hraunfossar & Barnafoss. Poco antes de llegar a las cuevas pasamos por estas dos cascadas sin parar. Así es que, a la vuelta de nuestra expedición de espeleología, paramos a verlas. Había bastante gente en el parking, lo que me sorprendió teniendo en cuenta que las cuevas estaban vacías y este lugar quedaba bastante cerca. Un sendero llevaba hasta un mirador que enfrentaba una de las cascadas. Hraunfossar parece surgir directamente del campo de lava cubierto de vegetación, de ahí su nombre (hraun significa lava), pero realmente es agua que resbala por el suelo. Su formación es compleja, al borde del río hay una capa de un material muy poco poroso e impermeable que impide que se filtre a capas inferiores. El sendero continúa a la derecha hacia la otra cascada. Barnafoss es en realidad un tubo de roca por el que el río circula a gran velocidad, asemejándose más a unos rápidos que a una cascada en sí. Según cuenta la leyenda, dos niños de la próxima granja Hraunfas se ahogaron aquí al cruzar sobre un puente de roca natural. La madre de los niños hechizo el puente para que todo el que lo cruzase cayese al agua. Qué mala folla tenía la señora. El puente finalmente se derrumbó en un terremoto deshaciendo el negro hechizo. Paramos un rato a comer nuestros tapper que preparamos aquella noche en un banco frente a esta última cascada. Era un sitio tranquilo con distintos senderos que bordeaban el río a un lado y al otro para observar las caídas de agua desde varios puntos. Eran nuestras últimas caídas de agua (oficiales) del viaje y aunque no eran tan espectaculares como otras, disfrutamos del momento un buen rato. Ytra Tunga Beach. Pusimos rumbo a nuestro último alojamiento del viaje en la península de Saelfellsness, donde descansaríamos frente a la playa y bajo el enigmático volcán que dio origen al viaje de Julio Verne al centro de la tierra. La tarde estaba despejada un día más. La verdad que, exceptuando algún momento puntual, el sol nos calentó durante gran parte de nuestro viaje. A mitad de camino, pasando por la población de Borgannes, ya se veía al fondo la gran montaña nevada: Saefellsjokul. Justo cuando llegábamos al alojamiento, vimos en la anterior salida, un cartel que marcaba un punto de interés. Ytra Tunga Beach rezaba. Nos desviamos hasta llegar a un pequeño aparcamiento a pie de playa donde un cartel explicaba que era una zona de avistamiento de diversas especies de aves marinas, pero sobre todo de focas. Vaya, que suerte. Aparcamos a Jimmy y fuimos a pasear por las rocas de la playa encontrándonos jugando, tomando el sol, nadando o descansando, varios grupos de graciosas focas. Estuvimos un buen rato viéndolas a ellas y ellas a nosotros, que no nos quitaban el ojo de encima, dando a veces hasta miedo como se acercaban nadando sigilosas por la orilla a escasos metros nuestro. Guesthouse Hof. Tras nuestra visita a las focas, fuimos al alojamiento que estaba justo al lado, a menos de 5 minutos. Se trataba de un complejo de cabañas de madera junto al mar con un edificio principal que hacía de comedor con cocina compartida y donde se servía el desayuno. El emplazamiento era impresionante. Casi nos frotábamos los ojos pensando en una Aurora Boreal sobre el mar y el volcán. Estaba anocheciendo y no había ni una nube. La cabaña era bastante espaciosa. Tenía una cómoda y gran cama, una mesa con dos sillas en un lado con un hervidor de agua y diversos tés. Pero lo mejor de todo es que teníamos baño privado. Nuestro último día iba a ser el único en el que no tendríamos que salir de la habitación para ducharnos (oouuuhhh yeeeaaahhh). El wifi solo llegaba en el edificio principal pero nuestra cabaña quedaba cerca y llegaba lo justo para mandar y recibir mensajes. Estaba reservada por Booking y nos costó tras pagar con tarjeta 138 € con desayuno incluido. Después de ducharnos, sacamos las sillas al porche de la cabaña y cenamos un bocadillo y unos skyr con cereales y frutas viendo el atardecer sobre el mar y con el bonito volcán al fondo. Pusimos el despertador a la una como los días anteriores convencidos de que íbamos a presenciar algo inolvidable. Y no nos defraudó. Nunca olvidaré como mi cuerpo fue recorrido por un latigazo de decepción, cuando abrí la puerta de la cabaña y la niebla penetro hasta dentro. No se veía ni la cabaña de enfrente que estaba a 10 metros. En fin, nuestra amiga la niebla una vez más engullendo nuestras esperanzas de disfrutar el espectáculo de la naturaleza. Volvimos a la cama defraudados pero sabiendo que, al menos una noche, nos había brindado aquella maravilla del cielo. Índice del Diario: ISLANDIA EN 10 DIAS
01: DÍA 1. MADRID - KEFLAVIK - PLAYA REYNISFJARA - ACANTILADOS DYRHOLAEY - PISCINA N
02: DÍA 2. CASCADAS SELJALANDFOSS Y GLJUFRAFOSS - TREKKING SKOGAFOSS / THORSMORK (pa
03: DÍA 3. FIMMVORDUHALS HUT - THORSMORK - HOLT GUESTHOUSE
04: DÍA 4. CAÑÓN FJADRARGLJUFUR - PARQUE NACIONAL SKAFTAFELL (CASCADA SVATIFOSS/MIRA
05: DÍA 5. DJÚPIVOGUR - PASO DE OXI - KLAUSTURKAFFI BUFET - CASCADA HENGIFOSS - SEYS
06: DIA 6. CASCADA DETTIFOSS - CAÑÓN ASBYRGI - ZONA GEOTÉRMICA DE KRAFLA Y HVERIR
07: DIA 7. CRÁTER HVERFJALL - CASCADAS GODAFOSS Y ALDEYJARFOSS - AKUREYRI - ALOJAMIE
08: DÍA 8. RUTA KJOLUR (F35) - ZONA GEOTÉRMICA HVERAVELLIR - KERLIGARFJOLL - CASCADA
09: DIA 9. PARQUE NACIONAL ÞINGVELLIR (ÖXARARFOSS) - CUEVAS DE LAVA SURTSHELLIR - CA
10: DIA 10. PENÍNSULA SNAEFELLSNES (OLAFSVIK - HELLISSANDUR - CRÁTER SAXHOLL - PLAYA
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