![]() ![]() DÍA 8. RUTA KJOLUR (F35) - ZONA GEOTÉRMICA HVERAVELLIR - KERLIGARFJOLL - CASCADA ✏️ Diarios de Viajes de Islandia
DÍA 8. RUTA KJOLUR (F35) - ZONA GEOTÉRMICA HVERAVELLIR - KERLIGARFJOLL - CASCADA GULLFOSS - ZONA GEOTÉRMICA DE GEYSIR - ALOJAMIENTO EN THE OLD HOUSE FELLSKOT. Esa mañana desayunamos con nuestros compañeros de apartamento. Una agradable pareja de...DÍA 8. RUTA KJOLUR (F35) - ZONA GEOTÉRMICA HVERAVELLIR - KERLIGARFJOLL - CASCADA GULLFOSS - ZONA GEOTÉRMICA DE GEYSIR - ALOJAMIENTO EN THE OLD HOUSE FELLSKOT. Esa mañana desayunamos con nuestros compañeros de apartamento. Una agradable pareja de coreanos (los típicos chinos) con los que pudimos practicar un poco de Ingles compartiendo anécdotas del viaje y recomendándoles lugares a visitar en España. Como era costumbre, desayunamos como si no hubiera un mañana, y nos pusimos en marcha. Aquel día parte del protagonismo se lo dejamos a Jimmy, y es que era el día en el que íbamos a cruzar el país de norte a sur por las Highlands (o tierras altas) por la carretera F35. Pero antes tendríamos que asegurarnos de dos cosas importantes antes de introducirnos en media de la nada. Gasolina y comida. Miramos en internet y, al parecer, justo antes de entrar en la F35, había una zona con gasolinera, tienda, apartamentos, un hotel...el último signo de civilización antes de perdernos en el desierto de Kjalhran. Ruta F35. Unos 20 kilómetros después de dar de comer a Jimmy para que no se quejara en el trayecto y comprar víveres para nosotros, llega el desvío hacia las entrañas de Islandia. La F35 comienza por el norte como una carretera de grava como otras por las que ya habíamos circulado antes. Podíamos seguir una velocidad de más de 80 km/h en la mayoría de los casos. Esta primera parte del recorrido nos deja un paisaje llano y pedregoso, con numerosos lagos en torno al río Blanda, uno de los más largos y grandes de Islandia, famoso por la gran cantidad de salmones que lleva sus aguas. Destaca el gran lago Blondulon creado como presa para abastecer la enorme central hidroeléctrica que allí se encuentra. Y así, pasando lagos a izquierda y derecha nos comimos más pronto de lo que esperábamos unos 80 kilómetros cuando la carretera empezó a cambiar notablemente. La gravilla empezaba a convertirse en auténticas piedras en el camino, y las marcas que deja la oruga para reparar la carretera tras el invierno, parecían socavones. Bajamos la velocidad a poco más de 30 km/h cuando nos encontramos el cartel que anunciaba nuestra primera parada en la ruta. El oasis Hveravellir. El oasis Hveravellir. Tras un camino tortuoso aparcamos a Jimmy en un parking de tierra donde había un par de autobuses, más de una decena de 4x4 y algún pobre turismo que había sido arrastrado hasta allí por su desalmado conductor. Tras tantos kilómetros sin una solo forma de civilización, Hveravellir aparecía ante nosotros como un oasis. Las instalaciones se limitaban a un camping con dos edificios, uno con capacidad para 33 personas en sacos, y otro con capacidad para 20 personas en 3 dependencias y que servía también de punto de información, una caseta con baños y duchas. Además disponía de un restaurante-cafetería que opera solo en verano. Hveravellir es una reserva natural única situada en medio de las tierras altas al sur de los glaciares Langjokull y Hofsjokull. Es una de las zonas más bellas de energía geotérmica del mundo, por su situación además de por su actividad. Aunque ya habíamos estado en una piscina natural de aguas termales, este era el punto del viaje señalado para disfrutar de una poza natural gratuita de aguas procedente de las entrañas de la tierra. Así pues, lo primero que hicimos fue cambiarnos en el coche, ponernos los bañadores, coger las toallas y dirigirnos hacia allá a relajarnos. La pequeña poza está dividida en dos y tiene capacidad para unas 15 personas la zona más amplia y otras 5 más o menos en la parte más estrecha. Cuando llegamos había unas 10 personas metidas. Dejamos la mochila y la ropa en el porche de una caseta que había junta a la piscina y fuimos a probar el agua. Y si, estaba calentita. Más bien quemaba. Nos adentramos entre el grupo de rusos y rusas que estaban allí totalmente boquiabiertos de la experiencia que estábamos viviendo. Detrás nuestra asomaban las cumbres nevadas del glaciar Langjokull y en frente, el agua caía a modo de pequeña cascada procedente de un campo de pozas hirvientes y fumarolas escupiendo vapor de la tierra. Al poco de meternos el grupo se salió y nos dejó solitos allí, disfrutando de la piscina, así es que aprovechamos para hacernos un booK fotográfico. Salimos de la piscina un par de veces para coger aire fresco. Y es que el agua estaba realmente caliente. En las zonas donde caía el chorro directamente quemaba y había que alejarse un poco. Casi mareados de tanto calor y relajación, salimos de nuestro balneario particular para realizar un pequeño recorrido por el campo geotérmico que alimentaba esa poza. Los elementos que allí vimos eran más de lo que ya habíamos visto en Krafla y Hverir, pero aun así, no deja de sorprender ver cómo hierve el agua y el lodo en aquellas pozas o emana el vapor del suelo como si fueran las chimeneas de un antiguo barco de vapor. Era ya hora de comer, y vimos unos bancos a modo de merendero en el camping. Sacamos nuestro lomo ibérico y un rico queso de oveja especiado, y nos comimos unos señores bocatas en semejante oasis, todo regado con un zumo de naranja que siempre nos acompañaba. Kerligarfjoll. Habíamos leído que había un desvío un poco más adelante por la F35 que te acercaba a las lenguas glaciares por las montañas de Kerligarfjoll. No sabíamos muy bien que nos íbamos a encontrar, tan solo sabíamos que había un desvío por la F347 que te acercaba a un parking. Continuamos nuestro camino con este destino por la tortuosa carretera que ya desde que abandonamos Hveravellir se había estrechado, con numerosos baches y pedruscos en medio del camino que la hacían complicada pero extremadamente divertida para conducir. Era apasionante buscar esa velocidad límite entre la comodidad y el riesgo. Si bajabas mucho la velocidad se hacía una tortura el entrar en cada uno de los surcos que la máquina deja al reparar la carretera tras el invierno. Si acelerabas demasiado volabas por encima de los baches con el riesgo de no tener contacto con la carretera y perdieras el control. Todo un reto. Me sentía Carlos Sainz en el Dakar, pero en este caso mi Luis Moya particular más que cantarme las curvas aprovechaba para alguna que otra cabezada. Bueno, así no se daba cuenta cuando estuvimos a punto de volcar. La F347 era más de lo mismo, con la suma que había que ir subiendo y el camino era más revirado. Nos encontramos unas preciosas cascadas en el camino donde aprovechamos a parar un rato en la soledad del paraje. Poco después llegamos a un complejo de casas de madera con un parking con gran capacidad para alojar a gente. Nos sorprendió bastante aquel resort perdido en ninguna parte. Aparcamos el coche y fuimos a leer los carteles informativos que describían las diferentes rutas y posibilidades de la zona. Estábamos en el resort de Kerligarfjoll. Desde aquí partían rutas de uno o varios días a refugios cercanos para recorrer el glaciar y adentrarte en las preciosas montañas de riolita, llegar a impresionantes zonas geotérmicas o a piscinas termales naturales. Sin embargo todas ellas requerían tiempo y después de lo que pasamos en Fimmvorduhals no nos queríamos aventurar a esas horas a patear montañas nevadas. Decidimos subir una loma para poder avistar los alrededores desde lo alto. Fue una pequeña ruta que nos dejó con ganas de mucho más. Sin duda esta zona merecía echarle un par de días. El paisaje era precioso, con las montañas de color rojizo y el contraste de sus cumbres nevadas. Grandes conos volcánicos rodeaban la zona y lenguas glaciares bajaban desde lo alto de las masas de hielo. Pero no eran horas de quedarse allí. Todavía nos quedaba un rato por la F35 hasta llegar a la zona civilizada del círculo dorado. Después descubrimos que desde donde dejamos el coche un camino llevaba en 5 km en coche a la zona geotérmica escondida entre las montañas de riolita. Una pena no habernos dado cuenta. Volvimos a la carretera para seguir cruzando el desierto de Kjalhraun, una extensión de coladas de lava y montes de poca altitud donde entre la sobrecogedora soledad del lugar, aparecían valientes ciclistas cruzando las entrañas del país con sus alforjas llenas. Poco antes de salir de este difícil camino tuvimos un sustito que finalmente Jimmy controló antes de estamparse con las grandes rocas del margen del camino, seguramente asustado por los berridos del copiloto; por fin Luiss Moya despertó. Cascada Gullfoss. Por fin salimos de la impresionante ruta F35 y, lo primero que nos encontramos es una de las cascadas más visitadas del país, no porque sea la más impresionante de todas, sino porque se encuentra en la ruta del sur más visitada: el conocido círculo dorado. Se trata de una cascada creada por la ruptura de las placas que crean el paisaje islandés. Un inmenso bloque de roca roto y quebrado ha creado el salto de agua al desplazarse. La falla ha sido horadada y ampliada a través de las eras por el río Hvítá que significa río blanco. La cascada de Gullfoss se divide en dos partes, la segunda cascada es oblicua a la primera y lanza las aguas del río Hvítá hacía la zona por la que llegamos. Esto hace que las perdamos de vista y la sensación sea que se internan en la tierra, buscando tal vez a los exploradores imaginados por Julio Verne. El salto de agua es de 32 metros en un estrecho acantilado natural de unos 70 metros, lo que concentra el caudal y provoca un ruido ensordecedor. El cañón por el que el río discurre se extiende durante dos kilómetros y medio, aprovechando y ampliando a través de los milenios antiguas fisuras de lava. Hoy la profundidad de este cañón natural llega a ser de 70 metros en algunos lugares. Desde que llegas al enorme parking con sus tiendas de regalos y ropa, cafetería y demás te das cuenta que esta zona es más turística. Además de muchos autobuses, se ven muchas familias por esta zona buscando la "comodidad" del sur de la isla. Toda el camino hasta la misma cascada esta vallado algo que hemos visto en pocos lugares, pero que quizá aquí con la afluencia de gente se hacía necesario. El camino pasa primero por un mirador que te enfrenta desde algo más lejos toda la cascada. Perfecto para hacer una panorámica del lugar. Después el camino sigue hasta situarte en medio de los dos saltos de agua y donde realmente sientes la grandeza y la fuerza del agua. Geysir. El día estaba llegando a su fin. Pero antes de buscar el descanso en nuestro alojamiento de esa noche, teníamos una parada más. Un nuevo elemento de la naturaleza que nos ofrecía Islandia. Tardamos poco más de diez minutos en llegar a la zona de Geysir, también englobado en el turístico círculo dorado. Geysir fue un enorme surtidor de más de 20 metros de diámetro. Los que lo pudieron contemplar, se posaban ante un agujero gigante del que emanaba una torre de agua que alcanzaba los 60 metros de altura. Hablo en pasado, porque actualmente Geysir no dispara sus chorros de agua hirviendo al cielo. Como no era muy activo, algunos desalmados decidieron tirar jabón y productos químicos para acelerar la frecuencia de sus explosiones, lo que provocó el efecto contrario. Ahora sólo es una gran charca humeante de agua caliente. No obstante, en la zona de Geysir todavía hay algunos geiseres activos. El más conocido es Strokkur, que eclosiona aproximadamente cada cinco minutos y puede alcanzar una altura de unos 20 metros. Y este era nuestro objetivo. No hizo falta buscarlo. Nada más entrar al recinto nos sorprendió a lo lejos una explosión de agua y un alboroto de gente rodeando el agujero cámara en mano. Nos unimos a la expectación de ver una nueva explosión de aquella poza de agua hirviente. Es curiosos ver cómo la olla se prepara acelerando su actividad, moviendo el agua de dentro hacia afuera hasta que llega a su máxima intensidad, se forma una pelota para finalmente estallar con gran violencia hacia el aire elevando el agua a más de 20 metros y empapando a los curiosos que no han sabido colocarse en el sitio oportuno. Nos quedamos a ver 3 explosiones más, a un ritmo de una cada 5 minutos más o menos. Ninguna tan alta como la primera, y alguna con dos explosiones sucesivas de menor tamaño. La zona se completa con otras pozas de agua humeantes pero sin actividad, destacando a la entrada el gigante dormido, Geysir. Alojamiento The Old House Fellskot. Y ahora sí, nuestro día había acabado. Llegamos en 15 minutos tras echar gasolina a nuestra casa de aquella noche. Teníamos una habitación doble con cocina y baño compartido en una casa con tres habitaciones, con wifi y sin desayuno. Reservamos con Booking a 90 € que al pagar con la MasterCard se convirtió en 93 € con el cambio. Se trataba de una granja de cría de caballos. Había una casa independiente para los huéspedes con las tres habitaciones en el piso de arriba y el baño, la cocina y un salón en la parte de abajo. Junto a esta, estaba el establo a un lado y la casa principal, donde vivía la familia, al otro. Nos preparamos la cena y la comida del día siguiente, mientras terminaba de cenar una familia con tres niños en la mesa de la cocina. Nos comimos nuestra pizza y nos fuimos a descansar. Aquella noche ponía actividad 4 sobre 8 en la escala de Auroras de la zona. Un día más nos pusimos el despertador a la 1 de la madrugada. Había sido un día claro, solo salpicado por alguna nube lejana, aunque esto no significaba que no bajara la niebla de madrugada como ya nos había ocurrido. Sonó el despertador después de llevar un par de horas dormidas profundamente. Caíamos cada noche muertos en la cama. Me asomé por la ventana. Parecía que la noche estaba despejada. La niebla no nos visitaría aquella noche. Sin embargo, la ventana daba al lateral donde había dos focos encendidos que cegaban hasta a las polillas que revoloteaban alrededor. Habíamos dejado preparada la ropa de abrigo para salir fuera, así es que nos abrigamos y bajamos en busca de oscuridad total frente al establo. Cuando miré al cielo vi una nube alargada que se perdía en el horizonte. Seguí mirando por todos lados buscando algo, un signo que no me hiciera volver a la cama un día más sin ver a Aurora. Nada. Solo esa nube que, un momento? Se mueve? Es verde? ¡No puede ser! Sara no había salido aún, estaba en baño. La saque casi a rastras. Cuando volvimos fuera el espectáculo había empezado. Ondulaciones de tonalidades verdes se movían sobre nuestras cabezas. Nuestra cara de felicidad lo decía todo y, una vez más, las lágrimas de Sara demuestran que estábamos ante algo que provoca emociones que no se pueden explicar. Estuvimos unos diez minutos bajo aquel cielo iluminado por nubes de colores que se movían como llamas incendiando el cielo. Poco a poco el espectáculo llego a su fin y nosotros nos fuimos de nuevo a la cama dando gracias al cielo por hacernos cumplir un nuevo sueño. Índice del Diario: ISLANDIA EN 10 DIAS
01: DÍA 1. MADRID - KEFLAVIK - PLAYA REYNISFJARA - ACANTILADOS DYRHOLAEY - PISCINA N
02: DÍA 2. CASCADAS SELJALANDFOSS Y GLJUFRAFOSS - TREKKING SKOGAFOSS / THORSMORK (pa
03: DÍA 3. FIMMVORDUHALS HUT - THORSMORK - HOLT GUESTHOUSE
04: DÍA 4. CAÑÓN FJADRARGLJUFUR - PARQUE NACIONAL SKAFTAFELL (CASCADA SVATIFOSS/MIRA
05: DÍA 5. DJÚPIVOGUR - PASO DE OXI - KLAUSTURKAFFI BUFET - CASCADA HENGIFOSS - SEYS
06: DIA 6. CASCADA DETTIFOSS - CAÑÓN ASBYRGI - ZONA GEOTÉRMICA DE KRAFLA Y HVERIR
07: DIA 7. CRÁTER HVERFJALL - CASCADAS GODAFOSS Y ALDEYJARFOSS - AKUREYRI - ALOJAMIE
08: DÍA 8. RUTA KJOLUR (F35) - ZONA GEOTÉRMICA HVERAVELLIR - KERLIGARFJOLL - CASCADA
09: DIA 9. PARQUE NACIONAL ÞINGVELLIR (ÖXARARFOSS) - CUEVAS DE LAVA SURTSHELLIR - CA
10: DIA 10. PENÍNSULA SNAEFELLSNES (OLAFSVIK - HELLISSANDUR - CRÁTER SAXHOLL - PLAYA
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