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A las 8:30 teníamos que recoger el coche alquilado. Aunque hay algunas oficinas de alquiler de autos en algunos hoteles, no había mucha variedad de coches para escoger. Así que finalmente opté por poner como punto de recogida el aeropuerto MacCarran. Pero las oficinas de los rentalcars no se encuentran en el mismo aeropuerto sino bastante alejadas, en Gilespie Street. Para atravesar la ciudad con las maletas nuestra mejor opción era un taxi.
Los taxis solo paran en la entrada de los hoteles destinada a este fin. Como era relativamente temprano no tuvimos que esperar casi nada y antes de la hora prevista estábamos en las oficinas de Alamo. La reserva la hicimos a través de Autoeurope. Teníamos reservado un Suv modelo Hyundai Santa Fe y finalmente nos dieron un Volswagen Pathfinder enorme, para nosotros dos solos.
Con la ayuda del GPS pronto salimos de Las Vegas. Habíamos puesto como primer destino el pueblo de Kingman por aquello de ver algo de la ruta 66 que tan mitificada está. No nos desviamos a los pueblos del interior de esta ruta porque tampoco nos atraía mucho. También desechamos llegarnos a la presa Hoover. No queríamos llegar muy tarde al Gran Cañón.
Llegados al pueblo de Kingman con lo primero que nos encontramos fue el pequeño parque donde se encuentra instalada la famosa locomotora Santa Fe. Esta locomotora a vapor es bastante grande y se encuentra descansando en este pueblo al que fue donada en 1953. Dicha locomotora hacía el recorrido Los Angeles – Kansas City desde 1928.
Justo enfrente se encuentra el, también, afamado restaurante, (más bien un bar) Mr D’z. Y es conocido porque es el típico restaurante de los años 50, pintado con colores pastel, con sillones de colores y camareras con cafetera en mano sirviendo café. Había bastante gente desayunando, con platos a la americana. No queríamos desayunar pero entramos a tomarnos algo. Yo seguía aún con el estómago empachado, (que mal me caen los buffet) y sólo pedí una coca-cola, mi marido sí se tomó un batido de esos que dicen que están tan ricos y puede dar fe de que realmente es cierto. Yo me quedé sin probarlos, pero realmente no podía.
Y nada más. Una calle principal con casas desperdigadas que no les vi ningún encanto y tampoco encontramos un supermercado en donde comprar la necesaria nevera de corcho.
Seguimos camino dirección Seligman. Este es otro pueblo que vive del recuerdo de esta histórica ruta. En realidad es una calle central, la “Main Street” donde se concentran las principales atracciones turísticas del pueblo. Es decir, edificios con una recargada decoración recordando los iconos relacionados con esta ruta, repleta de bares y tiendas de souvenirs con decoración algo “excéntrica” que nos parece algo artificial con el único afán de atraer turistas. Al menos nos gustó un poco más que Kingman y tenía algo más de movimiento de gente.
Al poco de salir de Seligman conectamos con la autopista y seguimos hasta Williams. A la entrada del pueblo paramos en una gasolinera donde compramos la neverita de corcho. Era pequeña y sin asas, la misma que habíamos visto en walgreen. Pero nos hizo el apaño hasta que días más tarde compramos en Page una más grande. Luego fuimos usando las dos. También compramos provisiones y como tenían una sección de comida caliente aquí mismo decidimos hacer el almuerzo. Bueno, yo me tuve que conformar con un yogurt porque seguía con el estómago revuelto. Y pasamos por el pueblo sin detenernos más, ya que lo único que tenía anotado eran nombres de restaurantes como Twisters 50 o el Cruiser’s Café y no íbamos a entrar en ellos.
No puedo decir que el tramo recorrido nos decepcionó. Era más o menos como me lo había imaginado y aunque me picaba algo la curiosidad por oír tanto hablar de esta famosa ruta, finalmente pude comprobar que no me atraía en absoluto.
Desde Williams hasta el Gran Cañón nos quedaban 59 millas. Ya estábamos más cerca. Conforme íbamos avanzando el terreno y el paisaje iban cambiando. Estábamos cruzando el Kaibab National Forest y el verde de su vegetación fue sustituyendo los paisajes ocres y grises.
Pasado Tusayan se encuentran las casetas de la entrada sur al parque. Aquí compramos el pase anual por 80$ porque nos salía más ventajoso que la entrada individual a todos los parques que pensábamos visitar.
Nos fuimos directamente a nuestro alojamiento que teníamos reservado en el Bright Angel Lodge, una habitación standard al precio de 112,25$, con baño incluido. Tardamos bastante en registrarnos y que nos dieran la llave pues había cola y no eran muy rápidos que digamos. Y luego buscar la habitación entre los distintos pabellones que hay. En fin, que hasta después de las cinco no nos pusimos en marcha.
Como este alojamiento se encuentra tan cercano al Rim Trail salimos disparados hacia el mismo para toparnos de frente con nuestro primer vistazo a esta inmensidad. Bufff, es muy fuerte la primera impresión de ver esta mítica, pero real, maravilla de la naturaleza.
Posiblemente no haya nada más en el mundo que se le parezca al Gran Cañón pese a las múltiples comparaciones. Podemos encontrarnos con cañones de tonalidades rojas, tal vez más profundos, pero el Gran Cañón combina una profundidad, anchura y longitud a la vez que expone una serie de capas de colores talladas por la erosión mostrando un paisaje más que asombroso. Y precisamente lo que asombra es esta magnitud, esta inmensidad. Este cañón no cae abruptamente a su fondo sino que lo hace de forma escalonada. Cada una de sus capas, ya sea de piedra arenisca, piedra caliza, metamórfica, es de una dureza diferente y por tanto han erosionado a ritmos diferentes. Todo ello nos da un cañón de inusual amplitud y apariencia. Estas capas geológicas además revelan como pocas la larga historia geológica de la tierra. Las más antiguas se encuentran en el fondo del cañón y así van subiendo hasta las más jóvenes de piedra caliza de la formación Kaibab en el borde superior. Y aún así estas tienen una antigüedad de 230 millones de años.
Seguimos caminando por el mismo Rim Trail hasta la cercana parada del Hermist Rest Transfer. Desde aquí parte el autobús de la llamada Hermits Rest Route (ruta roja) que va haciendo paradas en los distintos miradores de la Hermits Road y por la que no se puede circular en coche privado en los meses de más afluencia de visitantes, normalmente de marzo a noviembre. Solamente se puede acceder en este transporte gratuito que el parque facilita o bien andando por el Rim Trail.
A la ida tiene 9 paradas: Trailview Overlook, Maricopa Point, Powel Point, Hopi Point, Mohave Point, The Abyss, Monument Creek Vista, Pima Point y Hermits Rest. A la vuelta solo para en Hermits Rest, Pima, Mohave y Powel Points.
Nosotros las hicimos todas a excepción de Abyss y Monument Creek Vista, pero no parando tanto como hubiéramos deseado en los miradores porque la tarde avanzaba y tampoco hicimos varios trayectos a pie entre los distintos miradores como era nuestra primera intención. Bueno, realmente si hicimos un par de trayectos cortos, desde Maricopa a Powel de 0,8 km. Y de Powel a Hopi Point, de medio kilómetro.
La primera parada del bus en Trailwiew Overlook, muchos visitantes se la saltan, pero yo tenía interés en ver el recorrido del Bright Angel Trail. Ver como los diferentes zigzags van bajando por las paredes empinadas del cañón y luego sigue su recorrido atravesando los Indian Gardens. Quería verlo porque no íbamos a poder hacer este trail. También hay una vista muy completa del borde del Cañón donde se encuentran la mayoría de las instalaciones del distrito histórico del Village, museos, hoteles como El Tovar ……
Las vistas desde Maricopa Point abarcan más de 180º del Gran Cañón, sin grandes obstrucciones desde el mirador hasta el río. Se pueden ver varias millas del Tonto Trail que van serpenteando alrededor del Horn Creek y el Dana Butte, así como el Bright Angel Trail cuando sigue pasados los Indian Gardens. Siguiendo el sendero, a pie, hacia Powell se ven restos de la llamada Orphan Mine. El sendero por este tramo es de tierra y discurre entre pinos que no estorban demasiado para seguir contemplando las vistas.
En Powell Point las vistas del cañón son similares a las de Maricopa y las que hemos venido viendo por el corto sendero. Similares pero con vistas del cañón más extendidas hacia el oeste. En este promontorio hay un memorial en granito a John Wesley Powell para conmemorar sus exploraciones de 1869 y 1972. Este punto también está recomendado para la puesta de sol ya que el siguiente punto, Hopi, suele estar más concurrido. Ambos miradores se encuentran conectados por un sendero de apenas medio kilómetro.
Hopi Point tiene una amplia área cercada, justo al lado de la carretera, con incluso algunos bancos para sentarse. La vista del cañón se encuentra centrada en el Dana Butte, un promontorio de 2000 pies por debajo del mirador. A un lado de este promontorio corre el Salt Creek hasta unirse con el Colorado y al otro lado el Monument Creek que se une al Colorado formando los Granite Rapids. En la cuenca de enfrente, en North Rim, se distinguen un grupo de prominentes mesas con nombres asignados de figuras del antiguo Egipto, las más grandes son Isis Temple, Horus Temple , Osiris Temple, Tower of Ra. Tal cual los tenía anotados, si bien yo no pude identificarlos y ponerles nombre de forma individual.
Precisamente por esta gama amplia de puntos de vista, sin apenas obstáculos, este mirador es tan popular para observar la puesta de sol. Ya había bastante gente esperando el momento. Pero nosotros nos volvimos a subir al autobús para ver el resto de miradores que nos quedaban.
En Mohave Point las vistas se van extendiendo hacia el oeste y ya son visibles media milla del río con los rápidos Boucher y Granite incluidos. Son visibles también los acantilados verticales de 3000 pies que rodean el punto The Abyss y la parte final de Monument Creek. Justo debajo de Mohave Point se puede ver una mesa de arenisca roja con los bordes dentados conocida como “el cocodrilo”.
Este es otro punto bueno para ver el atardecer, tiene varios miradores individuales y separados y suele estar con menos gente, además de que es una de las paradas de vuelta del autobús.
El sol cada vez estaba más bajo en el horizonte por lo que nos saltamos las dos paradas siguientes. Desde Mohave habíamos visto algo de los acantilados de The Abyss y en la parada de Monument Creek Vista lo que mejor se ve es este arroyo y su barranca y también se ve algo de ello desde Mohave.
El siguiente punto que nos bajamos fue Pima Point. Uno de los que más me gustaron y disfruté. El mirador se encuentra en una esquina de un amplio promontorio, sin ningún obstáculo que impida ver un panorama de más de 40 millas a lo largo del Gran Cañón. Hacia el oeste un profundo cañón rojo del Hermit Creek y es posible ver algún tramo del Hermit trail. Hacia el este aún se puede seguir viendo Monument Creek, los Granite Rapids y el cocodrilo. De frente, entre otras formaciones rocosas, la barranca del Ninetyfour MileCreek.
En un día tranquilo se dice que es posible oír el río, los Granite Rapids haciendo eco en las paredes del cañón. Pero nosotros no oímos nada.
Cuando dejamos Mohave Point el sol se ocultaba detrás de unas nubes inoportunas. En este mirador, Pima Point, el sol salió de entre las nubes e iluminó gloriosamente la vasta panorámica que desde este punto es visible. Y estamos hablando de esa iluminación especial de tonos dorados que desprende al atardecer y al amanecer. Por eso he mencionado que es de los que más disfruté.
Y nuestro gran error fue no permanecer aquí hasta que se hubiera ocultado del todo.
[/url]Nos volvimos a subir al autobús hasta el punto final en Hermits Rest. Pero aquí las vistas son más limitadas ya que en el borde hay bastante vegetación.
Le echamos un vistazo rápido al entorno y a la tienda de regalos, por ver la construcción de este edificio histórico por dentro y su enorme chimenea, y nos volvimos en el autobús siguiente hasta el Mohave Point. Llegamos unos minutos antes de que el sol cruzara la línea del horizonte y se ocultara.
Cuando la penumbra era ya notoria, todos (en este mirador había también mucha gente viendo el atardecer) nos fuimos volviendo de los miradores para subirnos en los autobuses. Y digo autobuses porque había varios. A estas horas refuerzan los buses de vuelta con los que ya no hacen el servicio de ida. De esta forma la espera es casi nula.
Por toda esta zona se repite el nombre de Hermit, ermitaño. El mismo deriva de un buscador de oro de origen canadiense, de nombre Louis Boucher (hay unos rápidos que llevan su apellido), que cavó un camino hasta el cañón y vivió solo durante muchos años y por ello le pusieron el apodo del “ermitaño”.
Nos fuimos directamente al restaurante del Bright Angel lodge pero nos dijeron que estaba completo. Nos dieron un aparato por el que nos avisarían cuando hubiera un hueco. Y camino de la habitación nos tuvimos que volver porque aquello comenzó a zumbar. Nos tomamos unos espaguetis y una sopa. La sopa no la habíamos pedido pero la chica dijo que los espaguetis iban con sopa. Vale, pues tomamos sopa. Nos vino muy bien porque en el día habíamos comido más bien poco. Y no fue nada de caro.
Y derechos a la cama que tenemos mañana que madrugar un montón.
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