Hoy no hacíamos viaje largo. Como se suele decir, nos quedábamos en casa, ya que tocaba visita a Siracusa y Ortigia.
Empezamos por ORTIGIA, pequeña isla unida a Siracusa por dos puentes. Aparcamos junto al parking de pago, pero en una zona blanca que era gratuita. Había leído sobre la dificultad y lo caro de aparcar, pero tal vez por la fecha (mediados de septiembre), la mayoría de las veces fue gratis.
Cruzamos el de Santa Lucia y a los pocos metros desembocamos en una plaza donde se encuentra el templo de Apolo. No queda mucho de él en pie, pero suficiente para hacernos una idea de su, en origen, colosal tamaño. Tenía unos 58 metros de largo por 25 de ancho, con diecisiete y seis columnas respectivamente. Estas eran monolíticas y pesaban 40 toneladas. Con el capitel alcanzaban los ocho metros de altura.
Continuamos hasta la plaza donde se encuentra la fontana de Artemide o Diana, para seguir hasta la plaza del Duomo donde vemos la Catedral de Siracusa.
Es de estilo barroco tardío o rococó siendo Andrea Palma su constructor. La fachada presenta una ligera forma convexa, característica de las iglesias sicilianas barrocas. Columnas con capiteles mezcla de jónico y corintio, cornisas, estatuas de la Virgen Maria, querubines, el papa Clemente XIII, cristaleras,…todo ello precedido por una cómoda escalinata, forman un conjunto visualmente agradable.
Entrada a la catedral y al templo de Artemisa: 3€
De los restos de este templo dórico dedicado a Atenea, oculto bajo la Catedral, apenas queda alguno en pie. Las letrinas se aprecian con bastante claridad.
Regresamos a la plaza del Duomo y entramos en la iglesia de Santa Lucia alla Badia, otra de las totalmente destruidas por el terremoto de 1693. Una única puerta da acceso a una única nave, en cuyo ábside y detrás del altar, está el cuadro de Caravaggio “Entierro de Santa Lucia”.
Bajamos hacia el mar, hasta la fuente de Aretusa que, además de peces, patos, papiro y tiestos, tiene un lindo relato de la mitología griega. Allá va.
Aretusa es una fuente de agua dulce, algo poco común a la orilla del mar.
Antes de ser fuente, Aretusa era una ninfa hermosa que paseaba por la Arcadia. Un día, mientras se bañaba en un río de prístinas aguas, fue descubierta por el cazador Alfeo que se enamoró de ella ipso facto.
Aretusa y Alfeo
Pero ella, Aretusa, dijo que no había negocio, que el “aquí te pillo, aquí te mato” no era de su agrado. Y se alejó a toda velocidad.
Pero Alfeo era más rápido y cuando estaba a punto de darla alcance, Aretusa busca aliados a su causa e invoca a Artemisa (Diana), que como buena amiga la transforma en fuente, y al fogoso pretendiente en río.
Pero éste sigue “erre que erre” y “elle que elle” y cambiando su curso (como río) llega hasta la fuente Aretusa y se reúne con su amada. Y colorín colorado, este mito se ha terminado. ¡¡Que bonito!!
Una cervecita y unas Pringles a la sombra del mito y continuamos ruta.
Da gusto caminar por las estrechas calles de la pequeña isla de Ortigia, rodeado por el barroco de sus palacios, y casonas, algunos con largas balconadas sujetas por trabajadas ménsulas y adornadas sus fachadas con máscaras sorprendentes.
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En nuestro deambular nos topamos con una casa en la que se situaban unos Baños Hebráicos, sobre los que no teníamos información, y entramos a curiosear. Encontramos un patio en el que había la entrada a un pequeño hotel, a los susodichos baños y a la tienda del final de visita.
La visita se hace guiada y en grupo, tiene una duración de 15 minutos, es cada hora en punto y tiene un coste de 5€. No despertó nuestro interés ni el precio ni la espera, y menos aún siendo la hora del almuerzo.
Después de comer abandonamos Ortigia contentos del recorrido, para encaminarnos al Parque Arqueológico Neápolis.
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Es una de las zonas arqueológicas más importantes de Sicilia y de las que merece ser visitada.
La entrada cuesta 10€ y el parking 3€ Abre diariamente.
Está situado en una zona natural, amplia y con mucha vegetación. Ocupa 24 Ha
Lo primero que visitamos fue el Anfiteatro que se calcula podía pertenecer al siglo tercero d.C. Su forma es elíptica con 140 metros x 119 metros de extensión, con dos arcadas que daban paso a gladiadores y fieras.
Las gradas, aunque en mal estado, aun reflejan lo grande que era la cávea. Las gradas se subdividían en 3 grupos horizontales y estaban excavadas en la propia roca, al igual que las escaleras que las comunicaban. Las superiores eran con piedras superpuestas. La parte de arriba estaba rematada con un pórtico de columnas. Tenía capacidad para unos 15 mil espectadores.
Hasta hace unos pocos años no se terminó de limpiar de toda la vegetación que lo cubría.
El Teatro Griego es uno de los mejor conservados, a pesar de haber sido expoliado por los españoles para construir con sus piedras, la fortaleza de la isla de Ortigia. Fue construido en el siglo V a.d.C. por un arquitecto llamado Damacopos. La cávea es una de las más grandes que construyeron los griegos. Sus cifras impresionan: 67 filas, divididas en 9 sectores y con 8 pasillos. Su diámetro alcanzaba los 138 metros. Hoy día se siguen dando espectáculos y representaciones teatrales.
Siguiendo un camino que lleva a la parte superior de la colina Temenite donde está excavado el teatro, encontraremos la denominada Via de los Sepulcros, una especie de tumbas y columbarios donde al parecer enterraban a los considerados héroes. Algo más adelante hay una cavidad conocida como la Gruta del Ninfeo que aunque parezca natural, está excavada en la roca y por la que fluye el agua formando una pequeña cascada que va a parar a una balsa. En su interior se encontraron tres estatuas dedicadas a las Musas. Hoy están expuestas en el Museo Paolo Orsi.
Y ya nos quedan por ver las latomías que no son otra cosa que las cuevas que se formaban en las rocas cuando era extraída la piedra.
La más famosa es la denominada Latomía del Paraíso, porque en ella se encuentra la cueva Oreja de Dionisio, que debe parte su nombre al parecido que tiene su forma con una oreja. Dionisio deriva del tirano de Siracusa que encerraba a los prisioneros en la gruta y podía oírles gracias a la excelente acústica de la misma.
No vimos la necrópolis Groticelle, donde se dice estaba la tumba de Arquímedes y que posteriormente se ha demostrado que fue construida siglos después de su muerte.