Nos levantamos a las seis de la mañana cuando aún no habia amanecido, porque el viento sopló muy fuerte durante toda la noche y no dormimos bien, mientras nos aseamos y duchamos empezó a hacerse de día, y emprendimos el viaje dejando atrás el increíble lugar en el habíamos pasado la noche.
En la ruta que habíamos planificado la idea era desviarnos de a Ring Road e ir por la península de Trollaskagi (carreteras 76 y 82) con paisajes más bonitos al ir por la costa. Además, queríamos probar la piscina de Hofsos que dicen que es la mejor de Islandia, pero al ver el panorama de las carreteras para ese día cambiamos de ruta, ya habíamos tenido bastante aventura el día anterior!!!
Así que pusimos rumbo al Este sin tener claro donde acabaríamos durmiendo.
La primera parada fue la granja de Glaumbaer, hoy en día es un museo que relata la vida rural de los granjeros de los siglos XVIII y XIX, conservan también los antiguos utensilios y mobiliario de la época, desgraciadamente estaba cerrado, no sé si por ser sábado, demasiado pronto o simplemente temporada baja. Aún así, pasamos un buen rato asomándonos por las ventanas y paseando por fuera. Tenía muchas ganas de ver de cerca estas casitas con techo de cesped que www.losviajeros.com ha colocado como foto de portada en mi diario.
La iglesia que hay junto a la granja fue construida por Snorri Þorfinnsson, el primer europeo nacido en América alrededor del año 1000, ya que en contra de la creencia popular fue Leifur Eriksoon quien descubrió a Europa el Nuevo mundo.
Unos pocos kilómetros al sur llegamos a Víðimýrarkirkja, una iglesia preciosa de madera, también con el techo cubierto de cesped. El acceso a la iglesia fue toda una aventura porque a pesar de haber aparcado a escasos metros de la puerta, la acera era una pista de hielo, mi novio que jugó al hockey sobre hielo de pequeño se las apañaba bien, pero yo iba pisando huevos.
Y sí, como empezaba a convertirse en costumbre, estaba cerrada.
Desde allí nos fuimos de un tirón a Akureyri, que es la ciudad más grande después de Rejkiavik, porque estábamos preocupados por la puerta, con la sacudida de la noche anterior se había roto una pieza y la puerta abría y cerraba mal.
Pero no vimos ninguno abierto, que raro...
Aprovechamos para reponer la nevera en el Bonus y de ver tanta comida nos entró hambre e hicimos la comida en el mismo parking del super.
Seguimos nuestro itinerario alternativo yendo a la doble catarata de Godafoss, paramos primero en el lado oeste, que fue la primera indicación que vimos, y nos acercamos, sufriendo mucho, lo más que pudimos, el sendero era una pista de patinaje y al viento se le sumo el agua de la catarata, con lo cual nos pusimos chorreando, así que ni hablar de sacar la cámara. Os pongo una foto de internet para que os hagáis una idea, está hecha del lado oeste y con nieve que es lo mas parecido a lo que vimos nosotros.
Desde allí montamos en la furgo y solo hay que cruzar un puente, girar en la gasolinera y conducir hasta un parking para emprender el camino que te lleva hasta las vistas del lado este. Fueron 10 o 15 minutos andando lo que tardamos en llegar, se estaba mucho mejor porque el viento soplaba hacia el otro lado y no nos tiraba el agua encima. Nos lo pasamos bomba por el camino haciendo ángeles en la nieve y escalando con la nieve hasta las rodillas porque nos salimos del camino marcado.
Las vistas desde aquí son magníficas, a pesar de estar mas lejos, la perspectiva es maravillosa. Lástima que me dejé la cámara en el coche, solo tenemos videos de la go pro, así que os dejo otra foto sacada de internet para que apreciéis la diferencia.
Estábamos un poco cansados a pesar de ser media tarde porque habíamos pasado mala noche y hecho muchos kilómetros, pero hicimos un último esfuerzo por llegar a Myvatn.
El viento fue disminuyendo y el último tramo del viaje lo llevamos mejor. Al llegar vimos un par de carteles de prohibido pernoctar con caravana y decidimos pagar un camping antes que arriesgarnos a una multa, fuimos al Hlid Hostel, que costaba 1600 coronas por persona, era caro pero acabamos quedándonos dos noches porque estaba nuevo y las chicas fueron amabilísimas, además siempre estuvimos solos. Lo primero que hicimos fue pedirles herramientas para tratar de reparar la puerta, y nos sacaron un arsenal. Así que aprovechando que había parado el viento y salido el sol, mi novio se quedó peleándose con la puerta y yo me fui a lavar algo de ropa a mano, que el servicio de lavandería del camping no funcionaba en invierno. Afortunadamente le salió bien el arreglillo de la puerta y nos quedamos más tranquilos.
La idea era aprovechar ese sol magnífico e ir ver una puesta de sol a Dimmuborgir, pero la pereza se apoderó de nosotros y no salimos del camping hasta el día siguiente. Aprovechamos para ducharnos con gel,

Mi novio se emocionó al verse en una cocina grande y nueva para él solo y se puso a cocinar como si no hubiera mañana, el es cocinero y adora su profesión. Yo por mi parte convertí el comedor en un campamento gitano con toda la ropa colgando de los radiadores, ¡menos mal que no vino nadie! También me dediqué recalcular el itinerario.
Después de cenar nos fuimos a dormir que las probabilidades de aurora boreal eran muy bajas para esa noche.