Nos levantamos pronto y lo primero que tenemos pensado para hoy es ir a comprar el billete de tren a Cracovia, nos abrigamos y salimos calle abajo hacia la Estacion de Tren Warszawa Centralna . Para ello tenemos que hacer el camino inverso al día que llegamos desde el aeropuerto.
Preguntamos en la oficina de información turística de la estación y nos dicen que ellos no tienen información sobre los trenes, vale. Nos indican que nos pongamos a la cola de las taquillas. Cogemos dos billetes para Cracovia a las 12:05h en un tren que nos dejará allí en menos de 3 horas ( es un expres , Ex.). Al pagar nos dan dos billetes mas uno que es la reserva. Total 178 los dos.
De vuelta a el casco antiguo, nos perdemos un ratito por las calles, que casi parecen sacadas de cuento, las casas pintadas de distintos colores, los letreros y carteles, las calles adoquinadas… parece que todo se ha parado en el tiempo. Nos cruzamos con varias bodas ( es sábado por la mañana) y mi compañero de viaje se entretiene haciendo fotos a las parejas, vamos, como si fuese el reportero de la boda. Volvemos a visitar las dos plazas principales y nos quedamos disfrutando de los rincones de la cuidad. Hay que hacer mucho esfuerzo para pensar que todo está reconstruido, no han dejado ningún detalle sin descuidar y todo es perfecto.
Volvemos al hotel para recoger las maletas e irnos al tren. A la estación nos vamos andando. Allí compramos algo de comer, hay de todo un poco: tiendas de comida, quioscos, tiendas de ropa. Por lógica deducimos que PERON quiere decir andén. El tren es muy puntual. La megafonía anuncia el tren en polaco y en inglés pero la calidad del sonido es pésima y no entendemos nada. Una vez dentro del tren los compartimentos son de seis personas, bastante cómodos y por ser fin de semana tienen hasta un servicio de café gratis (y con pastelito incluido)
Cogiendo el tren de Cracovia en Warszawa Centralna
La estación de Cracovia también está en obras. Preguntamos a uno de los señores del compartimiento y nos dice que para ir al centro tenemos que salir de la estación e ir hacia la derecha. Encontramos enseguida el hotel, está justo enfrente, es el hotel Polonia (62€ la noche desayuno incluido) y su cartel se ve en cuanto salimos de la estación. Lo que no es tal fácil encontrar es la entrada ni por dónde cruzar la calle que nos separa de él. El hotel es viejo, viejo pero también tiene su encanto. La habitación está bastante bien y tiene una estufa de cerámica, de las que recordaba ver en los palacios imperiales de Viena. Dejamos la maleta y de nuevo nos ponemos en marcha. Cruzamos el parque y ya estamos a las puertas de la ciudad vieja. Entramos por la puerta Floriana. Justo enfrente está la Barba cana que es un bastión defensivo, que se puede visitar por dentro. En la guía habíamos leído que en el museo Czartoryski se encuentra la dama con armiño de Leonardo da Vinci y enseguida vemos réplicas por los escaparates de las tiendas.
Vista General de Varsovia
Vagamos por el casco antiguo, El paseo es muy agradable y hacen un buen tiempo. De nuevo varias bodas y novios y novias que pasean en calesa a salir de la iglesia. Las calles están más animadas que en Varsovia. La plaza mayor es inmensa. En el centro está el mercado de paños. La planta baja es un mercado de artesanía y la planta superior es la galería de pintura polaca del siglo XIX. En la plaza está también la torre del ayuntamiento . La oferta de restaurantes es más que amplía (quizás la percepción tiene que ver con que sólo hemos tomado un trozo de pizza y frutos secos). Nuestro objetivo es llegar al castillo de Wawel. Antes de llegar vemos la cueva del dragón. Según la leyenda en la cueva vivía un dragón que devoraba todo lo que se le ponía por delante. Un príncipe mando rellenar la piel de una oveja con azufre y se la dio a comer al dragón. En cuanto notó que el estómago le ardía corría hacia el el río y bebió hasta que explotó, regalando un espectáculo de fuegos artificiales a los ciudadanos. Desde ese momento el dragón pasó a convertirse en símbolo de la ciudad. Lo que queda ahora es un dragón metálico que cada cierto tiempo escupe fuego por la boca y al que se suben los niños para hacerse fotos. El sol ha caído ya, cada vez hace más frío y la gente se va retirando. Mi compañero sube a el castillo a pesar de que todo está ya cerrado. Yo me quedo abajo. Estoy bastante cansada.
Volvemos al casco viejo y cenamos en un restaurante Georgiano. La comida está bien y las raciones bastante grandes. Estamos agotados, nos damos una vuelta más y volvemos al hotel.