Nueve días en Polonia. ✏️ Blogs de PoloniaRelato de nuestro viaje de nueve días por Polonia en la pasada primavera, visitando Varsovia, Gdansk, el Castillo de Malbork, Torun, Poznan, Wroclaw (Breslavia), Auschwitz, Cracovia y Minas de Sal. Recorrido en tour para jubilados y nuestras visitas por libre.Autor: Artemisa23 Fecha creación: ⭐ Puntos: 4.9 (11 Votos) Índice del Diario: Nueve días en Polonia.
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Etapas 1 a 3, total 18
Una de las amigas con las que suelo viajar llevaba bastante tiempo con ganas de visitar Polonia. De hecho, tuvo que anular un viaje ya reservado porque la fecha de salida coincidió con la invasión rusa de Ucrania y el consiguiente flujo de refugiados. A principios de este año, me preguntó si me apetecía apuntarme con ella a un tour para jubilados. Y le dije que sí.
Varsovia.
El itinerario me gustó, pese a que faltaban lugares que hubiera incluido de ir por libre, como las iglesias de madera y alguna ruta de senderismo. Por lo demás, me pareció bastante completo y con los hoteles en el centro de las ciudades, cuestión importante en este tipo de recorridos. Eran nueve días, a finales del mes de mayo, pasando tres noches en Varsovia, una en Gdansk, una en Torun, una en Breslavia y dos en Cracovia. Aparte de esas cuatro ciudades, se visitaban el Castillo de Malbork, Poznan y Auschtwitz.
Gdansk.
Castillo de Malbork.
Torun.
No es que fuese mucho tiempo para lo extensa que es Polonia (322.575 km2), pero estuvo bien repartido y la organización fue buena en general, así que, como se trataba básicamente de ver ciudades, pudimos visitar bastantes sitios tanto con el tour como por nuestra cuenta. También nos ayudó la excelente temperatura de que disfrutamos y lo tarde que anochece en esa época, cuando el sol no se pone hasta pasadas las ocho y media. También hubo que madrugar, y mucho, pero eso ya no es algo que moleste tanto a los jubilados como cuando se está en activo, prueba de lo cual suele manifestarse con la exquisita puntualidad de todo el mundo.
Cracovia.
Potnaz.
Wroclaw (Breslavia).
Por lo demás, poco que preparar al tratarse de un país miembro de la Unión Europea: entrada con DNI o pasaporte, roaming con la tarifa de casa y vale la tarjeta sanitaria europea, aunque incluso en este caso suelo hacer un seguro adicional porque, si bien la atención está garantizada en iguales condiciones que los ciudadanos locales, puede haber copagos y otros gastos no cubiertos. Pero eso ya es cuestión de cada cual.
En Polonia no se utiliza el euro, ya que la moneda oficial es el “zloty”. Actualmente, he visto que 1 euro equivale a 4,35 PLN (siglas bancarias), más o menos como entonces. Para no liarme y saber rápidamente cuánto costaba algo en euros, lo que hacía era dividir entre 4 la cantidad en moneda polaca; en realidad, resultaba un poquito menos, lo que no venía mal. Una conocida de mi amiga es polaca y nos proporcionó unos cuantos zlotys para gastos pequeños. Luego, apenas nos hicieron falta, porque lo pagamos prácticamente todo con tarjeta de crédito.
Ya solo quedaba aguardar a que llegase el día del vuelo hacia Varsovia. Etapas 1 a 3, total 18
Viaje y llegada a Varsovia. Recorriendo Varsovia (I).Llegada a Polonia, paseo nocturno por Varsovia. Recorriendo la ciudad.
Viaje y llegada a Varsovia.
Los vuelos fueron con la compañía polaca LOT. Salimos con un pequeño retraso desde el aeropuerto de Madrid y aterrizamos en Varsovia casi cuatro horas después sin incidencias dignas de mención. Nos coincidió la hora del almuerzo y nos dieron una comida, a elegir entre pollo o pasta. Fue un detalle que ya hemos olvidado prácticamente con la mayoría de líneas aéreas europeas en este tipo de trayectos; eso por no hablar de las low cost.
El aeropuerto de Varsovia se apellida Chopin, naturalmente, ya que el célebre músico es una figura omnipresente en la capital polaca, como tendríamos ocasión de comprobar más adelante.
Tras recoger las maletas, fuimos hasta nuestro alojamiento, el Novotel Warszawa Centrum, magníficamente situado, enfrente del Palacio de la Cultura y la Ciencia, a cinco minutos a pie de la estación de tren y con paradas de metro y autobuses en la puerta. De todas formas, no tuvimos necesidad de utilizar el transporte público, ya que para ir a la ciudad vieja tardábamos una media hora andando mediante un paseo muy agradable en buena parte por la Ruta Real. Creo recordar que el hotel tiene 18 plantas, así que presenta unas vistas espectaculares, si bien no todas las habitaciones disfrutan de las mismas perspectivas. Estuvimos allí las dos primeras noches y la última del viaje. Al llegar, nos dieron una segunda planta con ventanas hacia una calle posterior, en la que, curiosamente, distinguimos la sede del Instituto Cervantes.
Cuando volvimos, varios días después, nos facilitaron una habitación en el piso catorce, que daba de frente a la Avenida Marzalskowska, una de las principales de la zona moderna de la ciudad; la panorámica era fantástica.
Por lo demás, nos gustó el hotel, y también el bufet del desayuno y el de las dos cenas que hicimos allí. Tampoco fue un problema la altura y el gran número de habitaciones, ya que había cuatro ascensores y los que subían a los pisos más altos eran bastante rápidos. De camino hacia el alojamiento, pudimos observar nuestras primeras imágenes de Varsovia, casi todas de la parte moderna. La guía acompañante era una chica polaca muy maja, que hablaba un perfecto castellano. Nos comentó que estaba haciendo mucho calor para estar en mayo y que no había llovido en las últimas dos semanas. Bueno, el comentario de la maldición… pues cuando mi amiga y yo nos preparábamos para salir a dar nuestro primer paseo, empezó a caer la del pulpo: una gran tormenta con rayos, truenos y centellas. Después de la cena, paró de llover y aprovechamos para salir a echar un vistazo por los alrededores.
Pedimos un mapa en recepción (en inglés), pero como no teníamos ni idea de adónde ir, tiramos por la Avenida Jerozolinski adelante hasta un edificio muy iluminado en tonos morados, que identificamos después como el Museo Nacional. Queríamos llegar a la ciudad vieja, pero nos equivocamos de camino y acabamos junto a una especie de puente con zona boscosa y oscura delante un tanto tenebrosa. Tras la lluvia, casi a las once de la noche había muy poca gente por la calle, así que decidimos ser prudentes, dar media vuelta y regresar al hotel. La enorme fachada del Palacio de la Cultura y la Ciencia estaba iluminada en color azul.
Recorriendo Varsovia. Aunque dormimos tres noches en Varsovia, visitando la ciudad estuvimos un día completo y dos medias jornadas, una por la mañana y otra por la noche. Creo que fue suficiente. Para no dispersar la información, haré el relato todo seguido.
Madrugamos bastante, una de las premisas del viaje necesarias para aprovechar el tiempo y ver lo más posible. La mañana amaneció espléndida, con muy buena temperatura y sin rastro de la lluvia de la noche anterior. Hicimos un primer itinerario por la zona más moderna, en la que se están levantando grandes rascacielos de cristal que van cambiando la fisonomía de la capital polaca. Aunque a veces soy crítica con este tipo de arquitectura, confieso que no me desagradó lo que vi porque no se ha mezclado lo antiguo (también es cierto que no queda nada) con lo moderno, dando lugar a esas amalgamas indigestas que se han apropiado del paisaje de otras ciudades. Es mi opinión, claro.
Varsovia cuenta con una población que supera el millón ochocientos mil habitantes y se encuentra a solo 100 metros de altitud sobre el nivel del mar, a orillas del río Vístula, que la divide en dos. Fundada en el siglo XIII, primero tuvo una muralla de tierra y después de ladrillo. Creció en torno al palacio de los Duques de Mazovia, que se convertiría en palacio real en 1596, cuando el rey Segismundo III decidió trasladar allí la capital desde Cracovia, animado por su mejor posición geográfica.
Tras la II Guerra Mundial, la ciudad quedó prácticamente destruida, sobre todo la margen izquierda del Vístula. Con el país integrado en el Bloque del Este, se inició un proceso de reconstrucción por el cual, además de la proliferación de edificios residenciales y administrativos de estilo soviético, muchas de las calles, palacios, iglesias y mansiones del casco antiguo se rehicieron tal como eran en su origen utilizando documentos y fotografías anteriores. En 1989, el barrio antiguo de Varsovia fue declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en consideración al gran mérito que supuso su recuperación.
Tras ese primer contacto con la parte más moderna, paramos en el Museo POLIN (palabra hebrea que significa Polonia), sobre la historia de los judíos polacos, inaugurado en 2013. Enfrente, se encuentra el Monumento que conmemora el Levantamiento del Gueto de Varsovia en 1943. Un museo imprescindible para los interesados en la historia polaca es el Museo del Alzamiento de Varsovia de 1944, que recoge con múltiples objetos y fotografías lo ocurrido durante los 63 días que duró la insurrección de sus habitantes frente a la ocupación alemana. Como represalia, el 2 de octubre de 1944, Hitler dio la orden de destruir la ciudad. Vimos también otros conjuntos escultóricos interesantes, entre los que me llamó la atención el Monumento a los caídos y asesinados en el Este, que recuerda a las víctimas de la invasión y represión soviética en Polonia, en especial a los deportados a campos de trabajo en Siberia. Fue inaugurado en 1996. Me impresionó la vagoneta repleta de cruces.
Luego pasamos por la Plaza Piłsudski, también conocida como Plaza Sajona o Plaza de la Victoria, donde dio una misa multitudinaria el Papa Juan Pablo II durante su visita de 1979, y en cuyo recuerdo se conserva una gran cruz. Allí se sitúa igualmente la Tumba del Soldado Desconocido.
Estampas de Varsovia. De camino hacia el Parque Lazienki, me fui fijando en lo que veía. Y, como tengo por costumbre, tomé algunas fotos para acordarme después tanto imágenes de edificios destacados como de escenas de la vida cotidiana, de la gente que viene y va por las calles. A veces, no recuerdo ni qué son ni dónde están esos sitios, pero tampoco me importa demasiado.
Monumento a la Palmera. Resulta muy curioso toparse con una palmera en una de las plazas de Varsovia, ciudad sumamente fría en invierno. Claro que la palmera es de mentira, pues se trata de una escultura colocada en la Avenida de Jerusalén en 2002 con intención de recordar el vacío causado por la ausencia de la comunidad judía, que solía moverse por esta calle en el siglo XVIII.
Parque Lazienki. Concierto de Chopin. Este parque es uno de los más importantes y bellos de Varsovia. Está un poco lejos del barrio antiguo, pero se puede llegar en autobús. No es que sea uno de los lugares imprescindibles si se va con poco tiempo, pero resulta agradable pasear por sus senderos y conocer sus jardines mientras descubrimos palacios, esculturas, fuentes…
Con una extensión de 79 hectáreas, su nombre significa “parque de los baños”, en alusión a un lujoso pabellón de baños que existía sobre la isla del lago en el siglo XVII, cuando fue diseñado. En 1764, el rey Estanislao II lo adquirió y lo convirtió en un palacio donde fijó su residencia; en los alrededores, construyó también otros elegantes edificios de estilo clasicista.
Aunque el parque fue devastado y sus edificios quemados por el ejército alemán tras el levantamiento de Varsovia en 1944, las estructuras se mantuvieron y el parque se restauró en la posguerra.
No hay que perderse el Palacio de la Isla (el que fue palacio real), instalado sobre una isla en un lago artificial, conectado con el resto del parque por dos puentes. Tiene vistas muy fotogénicas tanto por delante como por la zona posterior, que se divisa desde una elegante pasarela de piedra flanqueada por esculturas.
Otros lugares interesantes son el Palacio Myślewicki, el Palacio Belvedere, la Antigua Orangerie, la réplica del anfiteatro romano…
Sin embargo, lo más famoso del parque es el Monumento dedicado a Federico Chopin, de estilo modernista, inaugurado en 1928, en memoria del más importante músico polaco de la historia. Representa a Chopin sentado bajo un sauce, cuya copa ha sido desplazada por el viento. Enfrente hay un estanque circular. La escultura que se puede ver hoy en día es una copia, ya que la original fue destruida durante la II Guerra Mundial.
En primavera y verano, los domingos se celebran conciertos gratuitos al aire libre, junto al lago, a las 12:00 y a las 16:00. Ese día era domingo, así que pudimos asistir a la primera sesión. El día era espléndido y había un gentío inmenso. Nos habían avisado y llevamos una toalla en la mochila para sentarnos en el césped. La guía tuvo el detalle de enviar a su novio a guardarnos sitio a la sombra. Y lo agradecimos, porque el sol pegaba de lo lindo.
Escuchar un concierto de Chopin en directo, en un parque de Varsovia, junto a su escultura y gratis… En fin, una pasada para los amantes de la música clásica. Lo disfrutamos mucho.
Etapas 1 a 3, total 18
El Barrio Viejo (Stare Miasto o Starowka).
Es la principal atracción turística de Varsovia. Está limitado por Wybrzeże Gdańskie, a lo largo del Vístula, al que se asoma desde una pequeña colina, y por las calles Grodzka, Mostowa y Podwale.
El cielo se había nublado y temimos que descargase otra tormenta como la de la noche anterior. Entretanto, fuimos a comer a un restaurante en la calle Krakowskie Przedmieście, justo enfrente de la Iglesia de Santa Ana. Después, mi amiga y yo iniciamos nuestro particular recorrido por el casco viejo. Todavía quedaban nubes, pero estaba claro que ya no iba a llover.
Plaza del Castillo (Plac Zamkowy). Se trata de una gran explanada de forma triangular que se abre entre el castillo y el barrio antiguo, actuando casi como entrada al mismo.
Es uno de los lugares más turísticos de Varsovia donde se concentra mucha gente, sobre todo alrededor de la Columna de Segismundo, dedicada al rey Segismundo III, rey de Polonia y Gran Duque de Lituania entre 1587 y 1632; y también rey de Suecia entre 1592 y 1599. Fue el monarca que trasladó la capital desde Cracovia a Varsovia, así que no resulta extraño que aquí le tengan en bastante estima.
El Castillo Real. Entre la plaza y el río Vístula, se encuentra la que fue residencia de los reyes de Polonia hasta 1795. Aunque su origen se remonta al siglo XIV, su aspecto actual data de las reformas efectuadas por nuestro ya conocido Segismundo durante los siglos XVI y XVII. Su fachada es de ladrillo rojo y, tras su reconstrucción, se ha convertido en museo. Se nos hizo tarde y no entramos.
En la parte trasera, se encuentran los jardines (alto y bajo), la Arcada Kubiki y el Palacio del Techo de Cobre, del siglo XVIII. Pudimos echarles un vistazo aunque sesgado porque para verlos bien hay que abonar la entrada al castillo. No obstante, una vista muy bonita se obtiene desde los bulevares del Vístula.
Iglesia de Santa Ana y su torre-mirador. A unos pasos de la plaza, vimos esta iglesia del siglo XV, si bien su aspecto actual es de 1770. Conserva el órgano, el púlpito y el Altar Mayor originales. El interior es barroco y la nave principal está decorada con frescos. El acceso es gratuito.
Como carecía de campanario, en el siglo XVI se añadió una torre anexa e independiente, que hoy funciona como mirador. Naturalmente, no perdí la oportunidad de subir. Además, resulta cómodo y fácil, pues solo tiene tres pisos. Me costó 10 zlotys. Mereció la pena: las vistas son realmente espectaculares y algunas de las fotos que tomé las he puesto e iré poniendo para ilustrar varios lugares a los que me estoy refiriendo, así que no voy a repetirlas.
La tarde estaba muy luminosa, así que pude distinguir gran parte de la ciudad: desde el barrio antiguo hasta el Vístula; y una panorámica fantástica con las casas de colores de la calle Krakowskie Przedmieście, coronadas por los rascacielos de cristal de la parte más moderna de Varsovia. En otros casos, me hubiera aterrado la visión; aquí, me encantó. Le sientan bien, parecía un cuento de hadas colonizado por mansiones alienígenas.
Calle Krakowskie Przedmieście. Cuando bajé del mirador, me reuní con mi amiga para recorrer esta calle, que forma parte de la Ruta Real, y donde se encuentran un gran número de edificios destacados del centro de Varsovia, incluyendo el Palacio Presidencial (Palacio Radziwill), cuya entrada, además de por los guardias, está custodiada por cuatro leones con cadenas. En el patio, se divisa una estatua a caballo del príncipe Jozef Poniatowski, considerado un héroe nacional por su intervención en las guerras napoleónicas.
También hay un memorial dedicado las víctimas del accidente aéreo de Smolensk (Rusia) de 2010, en el que fallecieron todos sus pasajeros, incluyendo al presidente polaco y varios de sus ministros, lo dio lugar a todo tipo de especulaciones. Otra curiosidad es que en este lugar se firmó en 1955 el Pacto de Varsovia, la contrapartida del Bloque del Este a la OTAN. Justo enfrente, está el Palacio Potockich.
A lo largo de esta calle, hay galerías de arte, museos, facultades universitarias –situadas en antiguos palacios de estilo barroco-, hoteles de lujo (como el Bristol), esculturas de personajes ilustres y varias iglesias, cuyo interior pudimos visitar. Es muy recomendable entrar a ver todos los templos que estén abiertos, pues suelen contar con mucha decoración y, normalmente, el acceso es gratuito.
La Iglesia de la Asunción de la Virgen María y San José, del siglo XVIII, cuenta con una de las fachadas neoclásicas más notables de Varsovia. El interior es de estilo rococó y Chopin tocó su primer concierto con el órgano que todavía se conserva.
A pocos pasos, está la Iglesia de las Visitacionistas, de estilo barroco y una de las más bonitas de la ciudad. Además, como sufrió poco la devastación de 1944, mantiene el aspecto que tenía cuando se terminó de construir en 1751.
Casi al final de la calle, está la Iglesia de la Santa Cruz, en la que reposa el corazón de Chopin dentro de una urna encajada en uno de sus pilares. Visita obligada, pues, para sus admiradores.
Llegamos hasta la plaza donde se encuentra el Monumento a Nicolás Copérnico, situado delante del Palacio Staszic, también reconstruido tras la II Guerra Mundial y que actualmente alberga la Academia Polaca de Ciencias.
En ese punto termina esta hermosa calle, por la que pasamos varias veces, una por la noche, ya de regreso hacia nuestro hotel. Sin duda, una de las imprescindibles de Varsovia.
Por las orillas del Vístula. El Vístula es el río polaco por excelencia, ya que con sus 1.070 kilómetros de longitud recorre el país de punta a punta, desde los Cárpatos hasta Gdansk; de modo que te lo encuentras casi en cualquier parte, Varsovia incluida, claro está. Queríamos ver de cerca los bulevares que hay junto al río y cruzar la pasarela peatonal (también circulan bicicletas) que, entre otros lugares, conduce al barrio de Praga, muy de moda últimamente como zona alternativa de ocio.
Para llegar hasta el río, tuvimos que bajar por un entramado de callejuelas y escaleras hasta alcanzar un largo paseo donde se reúnen turistas y lugareños los fines de semana. Hay muchos puestos callejeros, bares, atracciones, juegos infantiles, graderíos para asistir a espectáculos al aire libre o simplemente disfrutar de un picnic. A poca distancia está el Museo Copérnico, muy interesante si se va con niños. También se divisa el puente atirantado y el Estadio Nacional.
La pasarela, de diseño vanguardista, es más larga de lo que parece en un principio y lleva un buen rato cruzarla. Esa tarde estaba muy concurrida. Desde ella se obtiene buenas vistas del casco antiguo y también un curioso skyline con los principales rascacielos.
Retornar a la Plaza del Castillo nos costó algunos sudores porque tuvimos que subir empinadas cuestas y escaleras, aunque fuimos contemplando bonitas perspectivas del castillo y sus jardines. Dilucidamos si entrar a visitarlo, pero se nos había hecho tarde y estaban a punto de cerrar. Así que nos dedicamos a patear el barrio antiguo.
Recorriendo Stare Miasto. Es pequeño, apenas son unas cuantas calles, pero muy agradecidas. Quizás la más bonita es Piwna, con suelo empedrado y flanqueada por casas de colores.
Catedral de San Juan. En la calle Swietojanska, paralela a la anterior, se encuentra la Catedral de San Juan, cuya fachada es muy complicado fotografiar porque la calle es muy estrecha y se apiña mucha gente alrededor. Aunque en Varsovia hay tres catedrales, esta tiene la condición de Archicatedral por ser la sede arzobispal. Se trata de una de las iglesias más antiguas de la capital, pues se construyó en el siglo XIV en estilo gótico mazoviano. En su interior se coronaban los reyes, se celebraban las bodas reales y se enterraba a los personajes ilustres del país. En el siglo XVII estaba unida al castillo por un paso elevado de 80 metros de longitud.
En 1944, quedó prácticamente destruida por los nazis, que hicieron detonar explosivos en su interior. Su reconstrucción se basó en unos grabados del siglo XVII que, al parecer, reflejaban su aspecto original del siglo XIV.
La Plaza del Mercado. La sirenita. Es la más antigua de la ciudad, pues su origen se remonta al siglo XIII, cuando se fundó la ciudad. Allí tenían lugar tanto festejos y ejecuciones como ferias y mercados.
Está rodeada por encantadores edificios de colores, muchos con grabados en las fachadas, que fueron reconstruidos según sus respectivos patrones originales del siglo XVII. Hay multitud de terrazas de bares y restaurantes donde se agolpa el gentío.
En la parte central, se encuentra la escultura en bronce de la Sirenita de Varsovia, que con su espada y su escudo se ha convertido en un símbolo de la ciudad.
La Barbacana. Seguimos avanzando hacia la Barbacana, el único resto de la antigua muralla de la ciudad que se conserva, aunque también ha sido reconstruida conforme a su estructura original del siglo XVI, según grabados de 1540.
Aunque es una réplica, la edificación de ladrillo rojo queda muy chula. Con sus cuatro torres y un gran bastión semicircular ofrece una idea de cómo debían ser las fortificaciones de la ciudad en tiempos medievales.
A ambos lados de la Barbacana, por la calle Podwale, se reconstruyó un doble anillo de murallas que delimita la Ciudad Vieja, a lo largo del cual hay elementos arquitectónicos, esculturas y objetos conmemorativos.
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