Pues empezamos bien, llegamos al aeropuerto y nos dicen que al reservar los billetes hemos puesto el nombre donde debería estar puesto el apellido y viceversa, una horita discutiendo, encima el avión se retrasa y llegamos un par de horitas tarde.
Seguimos con el gafe, hemos contratado con la empresa ETT, y creíamos que habría alguien con un cartelito con nuestros nombres esperándonos en el aeropuerto, qué va, no hay nadie, un militar nos dice que miremos más fuera, que a veces no pueden entrar hasta esa zona (creo que quiere que nos larguemos) y llegamos a la zona donde están todos los taxistas, uno nos pregunta que si necesitamos taxi, le explicamos la situación, que no necesitamos taxi porque van a venir a recogernos, pero no aparecen y no podemos llamarles porque todabía no tenemos una SIM etiope asi que igual... y el tío todo sonriente nos deja su móvil para que llamemos a la empresa, parece que las cosas empiezan a rodar.
Nos llevan a la agencia, a ver, aquí nos empezamos a a hacer al ritmo africano, sin stress, nos traen un cafecito, unos plátanos y nos tiramos hora y pico para pagar y traer un chófer que nos haga el tour por Addis, eso sí, muy majo el tío.
Empezamos por tomar otro café, en el Tomoca, la cafetería más antigua de Addis (creo)

Y después del chute de cafeína ya podemos ir al mercato, sí tenían razón, es un poco locurón, por algo dicen que es el mercado más grande de África, menos mal que fuimos acompañados, y eso que a mí me gusta ir a mi bola, pero aquí casi que mejor, difícilmente no me habría perdido y hay unas cuantas callejuelas por las que sinceramente no me habría metido si no hubiera ido acompañado, eso sí, es muy fotogénico







¿Que si merece la pena ir al Mercato? Pues a mi me pareció interesante, aunque yo no soy objetivo, me gustan los mercados...
Y nos vamos al Museo Nacional, justo cuando empezaba un tormentón bastante importante, para visitar a nuestra tatatatatarabuela Lucy, una homínida de tres y millones y pico de años, el museo está bastante hecho polvo, y cuando estuvimos nosotros se les fue la luz un par de veces (creo que fue porque está de obras, no por la tormenta) así que hicimos la mitad de la visita con la luz del móvil, así que no lo disfrutamos demasiado.

Como andamos cansados del viaje y está lloviendo nos damos por satisfechos y nos vamos al hotel, a ver si nos conectamos al wifi y damos señales de vida de que hemos llegado bien y esas cosas, y sorpresa, la mayoría de las redes sociales y el wassap no funcionan, resulta que internet está limitado, pero en el hotel el chico de recepción nos instala un programa en el móvil (supervpn, gratis en Play Store) y todo empieza a funcionar, que majos los del hotel.
Después de cumplir con familia y amigos, nos damos una vuelta, nos metemos en un supermercado, compramos agua y cuatro tonterías (sobre todo galletas de sabores, son mi vicio) nos disponemos a enfrentarnos a la némesis de la mayoría de los viajeros que visitan Etiopía, comernos una injera, una especie de pan plano parecido a un crepe, pero de textura más bien de bayeta de cocina, hecha de harina fermentada de teff, que usan de plato y de cubiertos (ponen la comida encima y la comes cogiendo trocitos de la injera, envolviendo la comida y comiéndotela con ella)

A ver, bueno no está, pero no sé si será porque me había concienciado de que iba a ser horripilante, y solo estaba malo, pero soportable, y alimenta mucho.