Aunque para muchos pueda parecer una locura (que en cierto modo lo es, no lo voy a negar), la que os escribe se ha ido este verano hasta Londres en tren, en una muestra de amor sin precedentes hacia su novio, enemigo acérrimo de los aviones. Así que algunos os reiréis del viaje, y a otros que también tengan este problemilla, lo mismo les da una idea.
Todo comenzó al descubrir el TGV, el tren que nos llevaría, en unas 13h, de Madrid a París, por un módico precio de casi 180€ por persona y trayecto (no, no echéis cuentas). Después vino el Eurostar, que en 2h y media te lleva de París a Londres (un poco más barato, pero no os hagáis muchas ilusiones) y listo, porque buscar dos hoteles nunca ha sido un problema.
El viaje comenzó oficialmente el sábado 11 de julio, a las 19.00h, en la estación de Chamartín. Y allí comenzaron también los sustos, por qué no decirlo. Después de atravesar unos pasillos minúsculos con mi super maleta, llego al compartimento y … bueno… digamos que me lo había imaginado mejor…
*** Imagen borrada de Tinypic ***
Nos asentamos, yo miro con horror ese color verde, lo estrecho que es todo… y entonces llega él, un francés de 1,90 y 140 kg, sudando (como todos, que hacía calor) con dos pedazos de maletas… y se mete con nosotros. Yo casi me echo a llorar, pero como soy la organizadora del viaje no me puedo permitir esos lujos, así que agarro mi billete, salgo al andén, y al primer revisor que veo le explico lo que nos ha pasado:
- Oiga, que se nos ha metido un okupa
- A ver… no, no, es que ese compartimento es de 4
- Ya, pero yo he pagado para que sea sólo para 2
- Um.. no, este precio… yo creo que es el normal
- ¡¿Quéee?! No, no puede ser… eeeh…. ¡aquí! ¡aquí pone T2 duo!¡sí, lo pone!
- Bueno, vamos a ver…
Llegamos al compartimento, donde en una esquina, con 1,68 y 53kg de peso, César mira al suelo, mientras en la otra esquina, el francés orondo sigue sudando. El revisor pide los billetes, César palidece como si le hubieran pillado robando, y enseguida grito por detrás ¡no, ése es el que viene conmigo! el francés sigue impasible, de hecho, es en ese momento cuando descubrimos que es francés, porque hasta entonces no había abierto la boca, se pone a hablar con el revisor (en francés) y resulta que se había equivocado de coche, se va, respiramos tranquilos, damos las gracias al revisor… y cerramos la puerta por dentro, para que no pueda entrar nadie más.
Bueno, para no enrollarme mucho (que tengo cierta tendencia) diré que primero vas sentadito, pasan a recogerte el billete y un DNI, y luego, sobre las 21.30, pasan otra vez a bajar las literas para que la gente pueda ir acostándose.
Como la llegada era a las 8.27, sobre las 8.00h pasó el revisor otra vez a devolvernos el billete y el DNI.
Detalles: En cada compartimento hay 4 botellines de agua, y 4 kits de higiene, unas bolsitas con un cepillo de dientes, un sobrecito de pasta, una pastilla de jabón, y unos tapones para los oídos, usadlos, que el tren por la noche suena que no veas.
Al baño, id lo justo, y a ser posible nada más arrancar, luego… allá cada uno.