Día 1 -BARCELONA- ✏️ Diarios de Viajes de Mediterráneo

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Al día siguiente nos levantamos descansados, aunque nerviosos por la inminencia del crucero. Mi marido la noche anterior había contactado con una empresa de taxis para que nos llevara al puerto. No es la opción más barata, a nosotros nos costó unos 20 euros la ida y otros 20 de media a la vuelta, pero sin duda es lo más cómodo. Se puede ir en metro bajando en “Drassanes” línea 3 (verde) del metro de Barcelona, aunque hay que caminar mucho, ya que el puerto no es pequeño. Cuando salgáis de la parada, os dirigís en dirección a la rotonda de Colon, y allí hay unos autobuses que te llevan a las terminales, pero si tenéis el valor de ir andando, tenéis que torcer a la derecha hasta donde veáis un puente muy largo y de color blando que cruza el puerto, todo recto acabaréis llegando a las terminales.

*En el mapa del Port, Donde pone “moll de Ponent”, esa línea blanca que cruza el mar hasta el “moll adossat”, es el puente que tenéis que cruzar para llegar a las terminales.


El taxi vino super puntual y justo enfrente de casa de mis padres, muy profesional. Agarró la Ronda Litoral y en diez minutos estábamos allí, en cuanto vimos asomar nuestro barco a través de la Ronda Litoral nos entró la emoción ¡¡¡YA ESTAMOS A PUNTO!!!. Llegamos a la terminal A, aquello era un caos, entre autocares que se llevaban a los cruceristas de excursión, los taxis, los coches particulares que llevaban familiares o amigos… Descargamos las maletas y nos dirigimos a la terminal, la cual estaba la gente haciendo cola para dejar las maletas. Una vez que las dejas nos dirigimos a un pequeño mostrador, los cuales te dan un número, que sirve para la espera del Check In. A todo eso, era un caos absoluto y esto lo conseguimos porque nos hinchamos de preguntar, porque los empleados de Pullmantur no daban abasto. Por lo visto el barco tardó dos horas en atracar en Barcelona debido al mal tiempo, así que tenían que hacer las cosas dos horas más rápido. El Check in en vez de a las 11 se hacía a las 13 horas, un caos.

*Cuando llegueís a la Terminal A, veréis dos entradas, la más grande pertenece a la salida de la terminal, que está más adentro, y en la parte lateral derecha es donde recogen las maletas. Llegáis allí, hacéis cola donde entran las maletas, y justo al lado hay un pequeño mostrador portátil donde os darán el número. La entrada más pequeña, la que está ribeteada de blanco en los bordes, es la entrada a la terminal en sí.

Nuestra idea era hacer el Check in en seguida y que nos vinieran a recoger unos amigos para tomar algo antes de embarcar, pero al decirnos esto decidimos cambiar de planes. Llamamos a nuestros amigos, que acudieron allí mismo, y nos hicimos unas cervezas en la cafetería que está en la otra punta de la Terminal A, por supuesto atestada de cruceristas esperando como nosotros para embarcar. A eso hay que decir que se estaba haciendo una cola de la leche en la entrada de la terminal. Mientras tuvimos la gran suerte de encontrar mesa y nos hacíamos las cervezas, estos amigos nos dieron los últimos consejos de nuestra estancia en el crucero, ya que ello ya habían hecho dos. Por cierto, los lavabos de la cafetería una vergüenza, no puedes tener solo dos baños para tanta gente, y encima uno estaba estropeado. El que funcionaba era verlo y pillar allí mismo la sífilis, deberían de mirar eso.

Nos acabamos las cervezas y nos vamos a la super-cola, que por suerte iba rápida. Al llegar a la entrada nos despedimos de nuestros amigos y entramos al control policíal. Hay que dejarlo todo, mochilas y bolsos, en una cinta transportadora igual que en los controles de aviones.

*Ojo con los relojes y los móviles, incluidos los Apple Watch, porque algunos tienen componentes de metal y eso pita en el arco. Cualquier cosa que sospechéis que tenga metal a la cinta.
Una vez pasado el control, hay personal de Pullmantur al que le tenéis que enseñar los papeles, aunque puede también pedírtelo un policía. Pasado eso, llegáis a una gran sala con un montón de asientos y una burrada de mostradores para hacer el Check in.

Aquí armaros de paciencia, porque la cosa tiene miga.

Llaman para hacer cola con el número que os han dado, así que si no os toca, a sentarse y a relajarse un poco, que ya estáis de vacaciones. Cuando llamen a vuestro número os ponéis en la cola y a esperar. En teoría es rápido, pero debido al problema que ya he comentado la cosa se retrasaba mucho.

*También decir que si lleváis niños pequeños, hay una cola de entrada con preferencia para personas con movilidad reducida y niños pequeños con carrito. Aprovechadlo.

Cuando lleguéis al Check In con los nervios destrozados y las piernas doloridas, debéis entregar los pasaportes y los papeles que os deben haber dado en la agencia de viajes o imprimido en la reserva de la Web donde hayáis reservado el viaje. Para agilizar las cosas, llevado los papeles a rellenar con los datos puesto.

*Importante si queréis pagar en efectivo el depósito que pide la naviera. Cuando hagáis el Check In, tenéis que pedir que lo queréis hacer en efectivo, y el papel que os dan para hacer el depósito no lo rellenéis. Lo que os dirán es que luego, cuando ya estéis en el barco, debéis avisar a recepción de que vuestra cuenta es en efectivo, y antes de desembarcar pasareis por su mostrador para pagarlo, y aviso a navegantes, LLEVAD MUCHA PASTA.

Continuamos. Entregáis los papeles y los pasaportes, el empleado rellena los datos en su sistema de datos y os pide haceros una foto a todos los miembros de la familia, es un proceso rápido no os preocupéis. A los niños les ponen una pulsera de seguridad que explicaré más tarde. Y cuando ya todo está arreglado, os dará la gran ansiada, LA TARJETA DE EMBARQUE.Esta tarjeta debéis guardarla y protegerla como oro en paño, porque es con lo que podréis salir y entrar del barco, abrir la puerta de vuestro camarote y utilizarla para pagar algo que no venga en el “todo incluido”.

Una vez hayáis acabado, tiráis al fondo, hacia las tiendas “duty free”, y veréis unas escaleras para subir a la pasarela. En circunstancias normales ya iríais directos a la plataforma para embarcar, pero en nuestro caso nos metieron en la terminal de las cintas transportadoras de las maletas. Otra cola más, luego consigues subir la plataforma y ahí está…¡¡¡EL SOVEREIGN!! Desde la plataforma admiras el barco y entras en otra cola, momento perfecto para hacerse selfies en plan “¡¡EMBARCAMOS!! y demás. Entrareis en la plataforma, donde antes alguien de Pullmantur os pedirá que llevéis los pasaportes y las tarjetas de embarque en las manos. El proceso es sencillo, pero debido al caos reinante se convierte en otra cola más interminable. Pasas por una pasarela que te lleva directo al barco, allí más personal de Pullmantur os pedirán la tarjeta para pasar y….¡¡¡YA ESTAIS DENTRO!!!.

Lo primero que ves es el centrum, una especie de patio interior donde comunican 4 plantas, muy enmoquetado todo. Allí nada más entrar, ya tienes a personal intentándote vender el Pack de bebidas total, que es una de las cosas con las que ganan dinero. Nosotros ni hicimos caso, nos fuimos directos al restaurante asignado, que puede ser “El Duero” como “El Guadiana”, eso se asigna a boleo cuando os hacen las tarjetas. Son dos restaurantes exactamente iguales, así que no os preocupéis por ello.

Estábamos muertos de hambre y mi hija ya bramaba, que llevaba desde las 11 con un Cacaolat y unas pocas patatas fritas en el cuerpo.

Nos fuimos al Buffet del Duero, que era el que teníamos asignado, y llegamos a tiempo para comer. Nos sentamos con una pareja muy agradable de Barcelona que también era su primer crucero, nos hicimos un café en la cafetería al lado del casino y luego fuimos a nuestras habitaciones. Allí nos habían traído nuestras maletas ¡¡¡BIEEEN!!! Pero cuando entramos… Pues la verdad, las habitaciones, habitaciones no son. Son unos camarotes bastante simplones, pero bueno, no hemos venido aquí para admirar la arquitectura de las habitaciones. Con que tenga una cama cómoda, un armario y un baño nos apañamos. Pero bueno, en general todo muy reducido.

De repente empiezan a sonar las alarmas y de un altavoz que hay en el camarote suena que empieza el simulacro. Hay que ponerse unos chalecos salvavidas que hay en el armario, te los pones como puedes y sales del camarote, allí hay personal que miran tu número de salvavidas y te asignan al punto correspondiente, que es del 1 al 12, situados en la planta 7 donde están las lanchas salvavidas. En nuestro caso los chalecos estaban traspapelados, deberían coincidir con el número de la tarjeta de embarque, pero no lo estaban, solo el de mi hija estaba bien, y hubo un pequeño lío. Te explican un poco como va todo esto, te enseñan cómo ponerte y ajustarte el chaleco, lo del pito, la lucecita de emergencia…y luego rompemos filas. Así que me fui al camarote de nuevo a deshacer las maletas y el barco se desamarra. Y adivina adivinanza…resulta que me mareo en el barco. Me pasé toda la tarde blanca como la leche porque notaba hasta la más mínima zozobra, suerte que me traje Biodramina para parar un tren pensando en mi hija y mira, al final lo iba a gastar yo. Eso sí, la salida de Barcelona muy chula.

Es el momento de disfrutar del barco, nos duchamos, nos cambiamos y nos fuimos a ver el espectáculo. Llegamos tarde y solo vimos el final, trataba de ciudades del mundo, pero tenía buena pinta.

Luego a cenar de carta. Tengo que decir que la cena de carta, todas las noches que la hicimos, muy bien. Algunos platos más acertados que otros (La carrillera al vino si la tenéis en carta probadla, delicioso). Cenamos solos, pero solo fue aquella noche, a la siguiente vendrían nuestros compañeros.

Nos vamos a nuestro camarote… y a dormir.

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