No paró de llover en toda la noche, pero cuando nos levantamos ya no llovía, así que fuimos a desayunar y nos dimos prisa para empezar la visita a Tikal antes de que los cielos descargasen el agua que los nubarrones anunciaban. Volvimos a la caseta de los guías a ver si nos bajaban un poco el precio y si no, lo haríamos por nuestra cuenta (hubiera sido un gran error porque como luego comprobaríamos, el guía en Tikal es absolutamente necesario, no ya porque te vaya explicando lo que ves, si no para no perderte porque Tikal es muy grande y no está muy bien señalizado). Hablamos con dos de los guías que estaban esperando clientes y de entrada les dijimos el precio que nos habían dado el día anterior pero que no pagaríamos más de 250 Gtq. Enseguida uno de ellos dijo que sí, que él lo haría y después de pasar por la mesa donde nos controlaron la entrada, comenzamos nuestra caminata por la selva.
Tikal es uno de los mayores sitios arqueológicos mayas. Los monumentos son del siglo IV a. C. pero alcanzó su esplendor máximo entre el año 200 y 900 d.C. En estos tiempos dominaba gran parte de la región maya y estaba muy vinculada a Teotihuacán en México.
Juan, que así se llamaba el guía, nos contó que llevaba más de 30 años desempeñando ese trabajo y que conocía Tikal a la perfección.
Lo primero que quiso mostrarnos fue una especie de estanque, hoy seco, donde en su día había hasta cocodrilos y nos explicó que en la zona no había fuentes de agua y que los mayas subsistían gracias a la construcción de embalses como ese donde acumulaban el agua de lluvia. El depender de las lluvias y haber tiempos de sequía, pudo haber provocado el abandono de la ciudad.
Nos encaminamos ya hacia el interior del Parque Nacional. De pronto Juan se paró y miró a los lados del camino, le preguntamos que qué pasaba y nos respondió que le había olido a jabalí, uf, qué susto, pero por suerte, no apareció ninguno. Nos dijo que estábamos en la selva y que podíamos encontrarnos animalitos varios, como serpientes, felinos, jabalíes, etc., pero que como el día estaba de llover seguramente no saldrían. Mira, pensé, una ventaja de la lluvia.
Seguimos y vimos un árbol altísimo, era una Ceiba, el árbol nacional de Guatemala.
El primer sitio al que llegamos fue el complejo de las pirámides gemelas Q, dos pirámides idénticas situadas una frente a la otra rodeadas de pequeñas estelas y en el centro un altar de piedra como el que habíamos visto en Quiriguá.

Continuamos y vimos una pirámide aún cubierta de vegetación. Juan nos explicó que, aunque quedaban muchas pirámides bajo la vegetación, nunca descubrirían todas porque eso supondría la de forestación de Tikal, fijaos la cantidad de ellas que tiene que haber como para acabar con esa inmensa selva.



Después llegamos al Templo V, donde de nuevo comenzó a diluviar y tuvimos que volver a refugiarnos bajo el techo que cubría los carteles que explicaban que también había sido reconstruido gracias a Cooperación Española, y donde también había una placa que ponía que la Infanta Cristina de España lo había inaugurado en 2003 tras finalizar los trabajos de reconstrucción.


A la salida fuimos a comer algo a un comedor (los llaman así porque son más sencillos que los restaurantes) que hay frente a la entrada de los museos, resultó más barato que el restaurante del hotel, pero la calidad no se podía comparar. Después visitamos los dos museos donde se puede conocer más sobre la historia de Tikal y donde se pueden ver piezas de cerámica encontradas en el interior de las pirámides.
Luego dimos una vuelta por las tiendas de artesanía y nos quedamos de piedra al ver que cosas que habíamos comprado en Antigua, allí eran hasta tres veces más caras, por ejemplo, un Belén que compré en Antigua por 40 Gtq, allí nos pedían 150 Gtq y así todo. Lo único que compramos fue unos imanes con el Templo I, el típico, para regalar a la familia, porque eso sí que no lo encontramos en otro sitio.
Volvimos al hotel, todavía era pronto y nos hubiese gustado darnos un bañito en la piscina, pero, aunque no llovía, no apetecía nada, así que fuimos al bungalow, nos duchamos y fuimos a cenar pronto porque al día siguiente habíamos quedado con Humberto muy temprano para que nos llevase hasta la frontera con Belice.