Éste fue nuestro último día completo en Italia y estaba abierto a distintas posibilidades. Lo único que teníamos claro es que queríamos algo ligero puesto que pensábamos volver a Florencia por la tarde para volver a callejear por allí y cenar en alguna terraza.
Nos decidimos por Vincci porque más o menos nos pillaba cerca (luego tardamos bastante porque la carretera no era muy buena) y nos apetecía ver el Museo de Leonardo Da Vinci.
Tengo que decir que el pueblo en sí no me gustó mucho, puesto que en mi opinión tenía muy poco que ver. Enseguida encontramos la taquilla para comprar las entradas para el museo y nos explicaron que había dos edificios diferentes, uno en el que estábamos, y que tenía 2 plantas con reproducciones de inventos de Da Vinci y otra parte en otro edificio cercano que también albergaba más reproducciones. En la taquilla también te dejaban una especie de guía (en español) de cada invento y para que servía y nos resultó muy ameno y flipamos con las cosas que se inventó Leonardo en aquella época.
Después de visitar el Museo y viéndo que por allí ya no había mucho más que ver nos dirigimos al hotel para hacer uso de la piscina, comer y descansar un poco.
Por la tarde nos volvimos a acercar a Florencia, aunque dejamos el coche más en el centro y nos dedicamos a volver a recorrer los rincones que más nos habían gustado y luego a cenar en una terraza de la Piazza della Signora contemplando el Palazzo Vecchio.
Nos decidimos por Vincci porque más o menos nos pillaba cerca (luego tardamos bastante porque la carretera no era muy buena) y nos apetecía ver el Museo de Leonardo Da Vinci.
Tengo que decir que el pueblo en sí no me gustó mucho, puesto que en mi opinión tenía muy poco que ver. Enseguida encontramos la taquilla para comprar las entradas para el museo y nos explicaron que había dos edificios diferentes, uno en el que estábamos, y que tenía 2 plantas con reproducciones de inventos de Da Vinci y otra parte en otro edificio cercano que también albergaba más reproducciones. En la taquilla también te dejaban una especie de guía (en español) de cada invento y para que servía y nos resultó muy ameno y flipamos con las cosas que se inventó Leonardo en aquella época.
Después de visitar el Museo y viéndo que por allí ya no había mucho más que ver nos dirigimos al hotel para hacer uso de la piscina, comer y descansar un poco.
Por la tarde nos volvimos a acercar a Florencia, aunque dejamos el coche más en el centro y nos dedicamos a volver a recorrer los rincones que más nos habían gustado y luego a cenar en una terraza de la Piazza della Signora contemplando el Palazzo Vecchio.