Día 13: Reikiavik
Nuestro último día en Islandia... La verdad es que ya habíamos recorrido todo el país y, salvo el pequeño paseo de ayer, aún no conocíamos su capital.
Nos levantamos algo más tarde de lo habitual y dedicamos un buen rato a reorganizar la maleta, ya que nos marchábamos a las 2 de la mañana de esta misma noche. Además, teníamos previsto ir a la Blue Lagoon, por lo que necesitábamos tener ropa fuera de la maleta para esto. Con todo listo, nos marchamos a visitar la ciudad.
Habíamos leído que aparcar en un parking en esta ciudad era más barato y cómodo que aparcar en la calle (todo el centro tiene parquímetros y horario de estacionamiento limitado), así que el día anterior habíamos buscado uno para cuando fuimos a cenar, que estaba cerca del centro, pero no pudimos llegar a él porque toda la ciudad está en obras, pero no solo sus calles, sino que están construyendo una cantidad enorme de edificios.
Así que para el día de hoy habíamos buscado otro, que resultó mucho más céntrico y cómodo que el del día anterior. Os dejo esta foto para que podáis buscarlo. Como veis, la primera hora a 150 coronas y el resto a 100. Este en concreto está en la zona del puerto cerca del Harpa.
Nos levantamos algo más tarde de lo habitual y dedicamos un buen rato a reorganizar la maleta, ya que nos marchábamos a las 2 de la mañana de esta misma noche. Además, teníamos previsto ir a la Blue Lagoon, por lo que necesitábamos tener ropa fuera de la maleta para esto. Con todo listo, nos marchamos a visitar la ciudad.
Habíamos leído que aparcar en un parking en esta ciudad era más barato y cómodo que aparcar en la calle (todo el centro tiene parquímetros y horario de estacionamiento limitado), así que el día anterior habíamos buscado uno para cuando fuimos a cenar, que estaba cerca del centro, pero no pudimos llegar a él porque toda la ciudad está en obras, pero no solo sus calles, sino que están construyendo una cantidad enorme de edificios.
Así que para el día de hoy habíamos buscado otro, que resultó mucho más céntrico y cómodo que el del día anterior. Os dejo esta foto para que podáis buscarlo. Como veis, la primera hora a 150 coronas y el resto a 100. Este en concreto está en la zona del puerto cerca del Harpa.
Bien abrigados y pensando en la posibilidad de que nos fuera a llover (parecía que Islandia nos iba a despedir de la misma forma que nos recibió) salimos a conocer la ciudad y empezamos por la zona del puerto.
Lo que era un simple puerto pesquero, sin ningún encanto, con el boom del turismo se ha convertido en el centro neurálgico del turismo: hay muchos museos y restaurantes. La pena es que estaba todo en obras y cruzar de un lado a otro era una verdadera expedición. Solo esta escultura homenaje a los pescadores recuerda que esto fue en algún momento un pequeño puerto pesquero.
Lo que era un simple puerto pesquero, sin ningún encanto, con el boom del turismo se ha convertido en el centro neurálgico del turismo: hay muchos museos y restaurantes. La pena es que estaba todo en obras y cruzar de un lado a otro era una verdadera expedición. Solo esta escultura homenaje a los pescadores recuerda que esto fue en algún momento un pequeño puerto pesquero.
Pero nuestro destino, para comenzar la visita y resguardarnos de la lluvia que empezaba a caer era el Harpa, que es una mezcla de centro comercial y centro cultural, donde lo mismo te puedes comprar un complemento de marca de diseño como ver un espectáculo de ópera. Hay circuitos que recorren su interior, pero nosotros dimos una vuelta por la zona libre y es suficiente, porque lo realmente bonito es el edificio en sí mismo. Su fachada está formada por cristales curvos que hacen un juego de colores precioso.
Vista la zona del puerto, nos fuimos a la parte más céntrica de la ciudad. Al principio, Reikiavik fue una pequeña aldea, donde teóricamente llegó accidentalmente y arrastrado por el mar, el primer poblador de la isla, un vikingo procedente de Noruega, hasta que a mediados del XVIII empezaron se construyeron fábricas de tejido y teñido de telas. Pero su crecimiento real se produjo durante la II Guerra mundial, ya que en Keflavík hubo una base de tropas americanas e inglesas.
Durante el camino desde el puerto hasta la parte más noble de la ciudad, se pueden ver un montón de casas típicas de los pueblos pesqueros muy parecidas a las que habíamos estado viendo a lo largo de nuestro recorrido: cubiertas de metal y pintadas con el sobrante de pintar los barcos.
Durante el camino desde el puerto hasta la parte más noble de la ciudad, se pueden ver un montón de casas típicas de los pueblos pesqueros muy parecidas a las que habíamos estado viendo a lo largo de nuestro recorrido: cubiertas de metal y pintadas con el sobrante de pintar los barcos.
Muy cerca del puerto se encuentra el lago Tjörnin, donde hay muchísimas aves. En el otro lado, donde se ven las casas, hay un parque en el que en un día más agradable que el que teníamos, seguro que es una gozada tumbarse a descansar un rato, pero hoy no dejaban de caer gotitas de lluvia. En invierno, este lago se convierte en una pista de hielo.
También al lado del lago se encuentra Fríkirkjan í Reykjavík, una iglesia de culto protestante específico de Islandia.
Después de dar un pequeño paseo alrededor del lago, cruzamos una pequeña pasarela que te lleva a la parte inferior del ayuntamiento de Reikiavik, donde hay información turística y una cafetería. Al salir al otro lado de este edificio se encuentran el Parlamento o Alþingi, donde se trasladó desde la zona del sur que vimos el primer día de nuestro viaje en 1881. Está hecho de basalto.
A su lado Dómkirkja, la principal catedral de Islandia, del siglo XVIII.
Desde aquí volvimos a acercarnos a la costa, ya que nos habíamos dejado quizá el monumento que más identifica a Reikiavik, el Viajero del Sol, que es el esqueleto de un barco realizado en forma de escultura metálica.
Tuvimos que organizar turnos para hacernos una foto en la que saliéramos los dos y nadie más... Típico de Islandia en estas fechas
Ya sí, dejamos definitivamente la costa para acercarnos hacia el centro más comercial y peatonal de la ciudad. Pero antes nos pasamos por Hallgrímskirkja, esta enorme iglesia de hormigón que reproduce columnas de basalto. Por supuesto, también estaba en obras.
Ya sí, dejamos definitivamente la costa para acercarnos hacia el centro más comercial y peatonal de la ciudad. Pero antes nos pasamos por Hallgrímskirkja, esta enorme iglesia de hormigón que reproduce columnas de basalto. Por supuesto, también estaba en obras.
Así es desde atrás.
La verdad es que es fea, pero impresionante. La torre tiene 75 metros de altura y se puede subir, para tener estas vistas de la ciudad.
Su interior es bastante austero, solo tiene un bonito órgano, pero a sus puertas se encuentra la estatua del vikingo Leifur Eríksson, el primer europeo en llegar a América (a la que llamaron Vinlandia) y fue un regalo de EEUU por el 1000º aniversario del parlamento de Islandia.
Como se había hecho la hora de comer, nos fuimos ya por la zona de Laugavegur, la principal calle de Reikiavik, a ratos peatonal y donde se concentran la mayoría de tiendas y restaurantes. Sus casas son de chapa ondulada y pintadas de colores.
Y en alguna de sus fachadas hay pintados murales como este.
Y cómo no iban a faltar en la calle más principal del país los troles...
Buscamos un tailandés, Krua Thai y nos comimos un estupendo pad thai y después fuimos a tomarnos un café y un postre a una de las cafeterías más famosas de la ciudad, Sandholt. Perfecto para poner fin a nuestra visita a Reikiavik, no sin antes pasar por Perlan, un centro comercial en las afueras, desde donde, en una cúpula en la parte alta del edificio, se tienen unas estupendas vistas de la iglesia y parta de la ciudad.
Habíamos planeado pasar parte de la tarde en la Blue Lagoon, pero en el día anterior nos habíamos enterado de dos cosas: la primera, que no te puedes quedar allí el tiempo que quieras y la segunda, que en temporada alta, incluso a las 21, hora a la que nosotros queríamos ir, no quedaba sitio el día anterior. Nos quedamos de piedra y reservamos para las 22, ya que el chico de la oficina de turismo nos dijo que saliendo de allí a las 23:30 teníamos tiempo suficiente para devolver el coche y facturar, teniendo en cuenta que nuestro avión salía a las 2:00. Así que, teníamos aún toda la tarde por delante, por lo que decidimos hacer una visita a la península de Reykjanes, cosa que no estaba prevista en nuestros planes iniciales.
Se trata de una zona de las menos explotada turísticamente a pesar de tener manifestaciones geológicas y geotermales muy singulares.
Así pues, salimos de Reikiavik por la carretera 41 que se convierte en la 425, para llegar al Puente entre dos continentes, el otro lugar de Islandia donde se puede pasear por el contacto entre las fallas. De hecho sobre ellas hay un pequeño puente peatonal por el que pasas del continente americano al europeo o viceversa.
Se trata de una zona de las menos explotada turísticamente a pesar de tener manifestaciones geológicas y geotermales muy singulares.
Así pues, salimos de Reikiavik por la carretera 41 que se convierte en la 425, para llegar al Puente entre dos continentes, el otro lugar de Islandia donde se puede pasear por el contacto entre las fallas. De hecho sobre ellas hay un pequeño puente peatonal por el que pasas del continente americano al europeo o viceversa.
Siguiendo por la 425 se llega a la zona de Valahnúkur, con campos del lava del siglo XIII, y el faro de Reykjanesviti, el que es el más antiguo de Islandia.
Pero aquí también hay unos acantilados formados por afloraciones de basalto donde anidan un montón de aves. Desde allí se ve Eldey, un pequeño islote rocoso a unos 14 km de la costa, en donde se dice que vivieron las últimas alcas gigantes en Europa, unos pingüinos que medían entre 75 y 85 centímetros y que se extinguieron a principios del siglo XIX.
Después nos acercamos a la zona geotermal donde se ubica la central geotérmica de Suðurnes y el manatial termal Gunnuhver.
Para terminar el recorrido y antes de irnos a la Laguna Azul decidimos pasar por Grinðavik. Allí, en una gasolinera terminamos con la comida que nos quedaba en lo que fue la última cena en Islandia, que tuvimos que hacer dentro del coche porque hacía un aire tremendo. Allí mismo rellenamos el coche de gasolina y nos fuimos a la Blue Lagoon.
Como he explicado antes teníamos hora para las 22:00, pero el chico que nos había vendido las entradas nos dijo que fuésemos antes, porque tal vez nos dejaban pasar. Llegamos a las 21:15 y no dijeron que nos dejarían pasar después del pase anterior a nuestro, que era a las 21:30 y así fue.
Como experiencia está bien. Estuvimos dentro del agua como media hora (no somos mucho de aguas calientes).
Como he explicado antes teníamos hora para las 22:00, pero el chico que nos había vendido las entradas nos dijo que fuésemos antes, porque tal vez nos dejaban pasar. Llegamos a las 21:15 y no dijeron que nos dejarían pasar después del pase anterior a nuestro, que era a las 21:30 y así fue.
Como experiencia está bien. Estuvimos dentro del agua como media hora (no somos mucho de aguas calientes).
Después de la ducha recompusimos las maletas en el parking de la laguna. Era de noche. Después ya nos marchamos al aeropuerto de Keflavik, devolvimos el coche sin ningún incidente (aunque nos lo miraron mucho) y nos fuimos a la terminal a facturar. Tardamos un montón porque había muy poco personal.
Y así nos despedimos de Islandia, el país de hielo y fuego, que si bien no nos ha regalado el mejor tiempo posible tampoco ha sido demasiado cruel.
Y así nos despedimos de Islandia, el país de hielo y fuego, que si bien no nos ha regalado el mejor tiempo posible tampoco ha sido demasiado cruel.
¡¡¡HASTA LA PRÓXIMA!!!
BLUE LAGOON:
• Blue Lagoon. No deja de ser una turistada, ya que se puede disfrutar de baños en aguas termales en infinidad de sitios en Islandia, pero no deja de tener su encanto y es un perfecta manera de terminar el viaje si tu avión sale tarde.
INFORMACIÓN:
• visitreykjavik.is
• visitreykjanes.is