Durante todo nuestro viaje por Filipinas hemos hablado con muchas personas y cuando les decíamos que íbamos a terminar el viaje en Siargao todos decían lo mismo: ah surfing! y claro, cuando llegas a Siargao entiendes lo del surfing.

Nosotros no hemos hecho surf, pero Siargao nos ha encantado por sus increíbles playas, sus piscinas naturales que parecen que sólo existen en las fotos, los interminables bosques de manglares, los más grandes de Filipinas, sus lagunas azules, los bosques de palmeras, los pueblecitos de casas de madera con gente saludándote al pasar, los surferos cogiendo olas e incluso por sus fiestas con música al lado de la playa.

Pueblos pobres pero bonitos, con flores, cerdos, cabras y gallos. Sí gallos muy bien cuidados, los hemos visto por toda Filipinas y al preguntar nos han respondido lo que nos temíamos, que son gallos de pelea. En Siargao casi no hay casas de cemento, aparte de las iglesias, por supuesto. Es imposible adentrarse en el interior de la isla sin seguir un camino porque todo es selva.
En Siargao no hay muchos alojamientos y los que hay están en General Luna o al norte de la isla en un pueblo llamado Pacífico.

Nosotros nos hemos quedado en un hotel entre General Luna y Cloud 9 y desde allí hemos recorrido la isla entera con las motos. General Luna, en si no tiene nada, en realidad es bastante feo, es como todos los pueblos filipinos de las islas, un conjunto de casas de madera, de las que parecen que han hecho con tablones cogidos de algún sitio, sin aceras, polvoriento con tiendas de las que venden de todo, dos o tres supermercados , varias panaderías y por supuesto muchos, muchos restaurantes para extranjeros y hoteles y guest houses, porque en Siargao hay mucho turismo, mucho más que en Siquijor y casi igual que en Bohol, además como Siargao es muy pequeño parece que hay más turistas, pero claro, como dice mi madre cada vez que mi padre se queja de que hay muchos turistas: cállate que te recuerdo que vivimos en Cádiz, cuando volvamos a casa a finales de agosto vas a ver los que son turistas, ¡Cádiz en agosto! , fue pensarlo y por nuestra mente pasó la idea de cambiar el billete de avión de regreso para octubre. Así que si pensábamos en eso, en Siargao podíamos decir que estábamos en familia, además en Siargao nosotros somos los turistas.
La mayoría de los turistas se quedan en General Luna para hacer surf en Cloud 9, que es dónde se forman las olas de tubo espectaculares al romper el mar contra el arrecife.

Nos dijeron que Cloud 9 se llama así, porque las olas tubo tienen forma de 6 y el 9 se escribe al contrario, y Cloud, porque es el nombre de una marca de chicles y por lo visto cuando estaban pensando el nombre, alguien lo dijo y se lo pusieron….no sé si esta historia será verdad.

Lo cierto es que hagas surf o no las playas de Siargao son una pasada por eso, porque están rodeadas de arrecife que es dónde rompen las olas y así en la orilla no hay casi oleaje y si no haces surf te puedes bañar tan a gusto.
La playa de cloud 9 es perfecta para las dos cosas, bañarse y hacer surf aunque casi todo el mundo va a surfear. En la playa la gente cuelga hamacas entre los cocoteros y dejan las tablas al lado. Hay puestos que venden comida y muchos filipinos dando clases de surf, sobre todo a coreanas y chinas. Todos te preguntan: Surf?, cobran unos diez euros la hora de surf.
Nosotros nos reíamos, tendría gracia que a unos gaditanos les enseñasen a hacer surf en Siargao….Aunque no hagas surf es bonito ir a Cloud 9 para ver la playa, a la gente surfear y andar por el espigon.
En General Luna hay todo tipo de restaurantes para turistas, desde Tailandeses hasta mexicanos e incluso españoles, así que encontrar comida local nos costó un poco más, pero el segundo día encontramos algunas “karenderias”, que es como se llama a los puestecitos con cacerolas en los que hemos comido durante nuestro viaje. En una karenderia cerca de nuestro hotel la comida estaba especialmente buena e incluso había platos con verdura y en otra que encontramos en el mercado hacían unos calamares rellenos buenísimos.







Nuestra última tarde en Siargo la pasamos en una playa “secreta”, de las que encuentras cuando vas por la carretera y ves muchas motos aparcadas.


