Estoy en la maravillosa infinity del Tribeca Suites de Kuala Lumpur, mirando las grúas que suben y bajan del que va a ser el edificio más alto de Kuala Lumpur, el “Menara Warisan Merkeda” y pensando cómo a sólo cuatro horas de avión hay paraísos como las islas de las que venimos. Llegamos anoche muy tarde a Kuala Lumpur.


Esta vez nos hemos quedado en las Tribeca Suites, un edificio mucho más lujoso que el Regalia, con dos piscinas infinity, zonas comunes con gimnasio, billar, futbolín y hasta una zona zen.


Está en una zona más céntrica, rodeada de hoteles super caros y muy cerca de un centro comercial enorme, como son los centros comerciales asiáticos, pero también, como son los centros comerciales asiáticos, no venden sólo marcas sino también falsificaciones e imitaciones de bolsos, zapatillas y camisetas sin ningún problema, tiene hasta una montaña rusa.


Desde nuestro apartamento hemos intentado ir andando a las torres, porque esta vez se supone que estamos muy cerquita, pero después de nuestro relax filipino nos habíamos olvidado de lo que es la jungla de asfalto, y otra vez ha sido imposible llegar andando a las torres, así que después de andar y andar por calles desiertas e intentar cruzar autovías , nos hemos metido en el centro comercial y cuando nos hemos cansado de dar vueltas, no somos muy compradores, nos hemos ido a Petaling street pasando por un templo hinduista cercano y por una zona de casas holandesas bajitas. De regreso al apartamento hemos parado para cenar en un puesto callejero del chinatown y hemos dejado las maletas preparadas para meter los pijamas y bañadores y mañana salir muy temprano.
Este viaje se me ha pasado volando, quizá porque sólo ha sido un mes, sé que lo de “solo” suena fatal, pero para nosotros que estamos acostumbrados a viajar casi dos meses, se nos ha hecho muy corto. Quizá también se me ha pasado volando porque no hemos hecho un turismo estresante, me refiero a que no hemos tenido que pegarnos madrugones para ver templos, ni museos o monumentos, simplemente nos hemos relajado, hemos recorrido islas en moto viendo paisajes, templos, playas, hablando con la gente y eso ha hecho que este viaje haya sido tan tranquilo y especial.
Mañana sale nuestro avión de regreso a casa, yo iré acordándome de las playas con cocoteros, los arrecifes de coral y como no, de las tortugas gigantes.
