Amanecemos, un día más, con el cielo encapotado. Desayunamos en la habitación y nos ponemos en marcha. La mayoría de los alojamientos en los que nos hospedamos disponen de una kettle (tetera) para calentar agua. Además, te dejan sobres de café soluble, infusiones y pequeñas cápsulas de leche. Más de un día lo aprovechamos para desayunar complementándolo con alguna cosa que llevamos en el coche.
En la ruta hasta Wellington no hay nada reseñable o, al menos, nada que tengamos apuntado. Así que hacemos las 2 horas que separan ambas ciudades sin parar.
Al llegar a Wellington vamos directamente al mirador del Monte Victoria, un lugar con unas vistas de 360º de la ciudad. Vistas que nosotros no podemos apreciar ya que el cielo está muy cerrado y las nubes lo impiden. Además, el viento que sopla es tremendo y bastante molesto. Wellington es considerada como una de las ciudades con más viento del mundo. Puedo entender por qué.
Después de esto decidimos buscar un lugar donde dejar el coche por el centro para poder visitar el resto de la ciudad a pie.
La siguiente parada es el museo Te Papa. Museo gratuito de cuatro plantas. Lo más interesante, a nuestro juicio, es la zona de la cultura maorí.
Después de pasar por el waterfront, una zona bastante agradable, nos acercamos hasta Cuba Street. Esta es una calle peatonal con bastantes bares y restaurantes a ambos lados. Elegimos uno para comer.
Seguimos la visita a pie y nos acercamos hasta Old Bank Arcade, edificio histórico que ha sido reacondicionado como un pequeño centro comercial, donde puedes encontrar algunas tiendas y varios cafés. Vale la pena dar una vuelta por el interior.
La siguiente parada es el Cable Car, famoso funicular de la ciudad que te lleva a una zona alta de la misma. El vagón tiene un estilo antiguo y es bastante bonito. No es sólo una atracción turística ya que se ve que lo utiliza mucha gente local. El precio es de 9 NZD por persona, ida y vuelta. Si se prefiere también se puede volver andando en unos 20-30 minutos.
Una vez arriba te encuentras con el Jardín Botánico, un parque bastante grande donde nos dimos un buen paseo. Al estar en alto hay algunas vistas interesantes de la ciudad.
Volvemos ya hacia la zona donde hemos dejado el coche. Como está cerca de Cuba Street decidimos tomar algo en un pub grande donde, en ese momento, había bastante ambiente. Cenamos algo por la zona y cogemos el coche para ir hacia el muelle desde donde sale el ferry para cruzar a la isla sur.
Como ya he comentado, decidimos reservar el ferry nocturno con camarote. El ferry sale de Wellington a las 2.30 de la mañana pero, si tienes reservado un camarote, te dejan entrar antes para poder dormir.
Llegamos poco antes de las diez de la noche y preguntamos en el mostrador sobre la hora a la que podremos subir al ferry. Nos dicen que todavía no es posible pero que nos pongamos ya en la fila de los coches y en cuanto lo sea nos lo dirían. Hacia las 23 o 23.30 estamos ya en nuestro camarote listos para dormir.
Conclusiones
Wellington, como la mayoría de las ciudades visitadas en NZ, nos pareció bastante prescindible. Puede que el tiempo influyera, una vez más, pero nos quedamos con la sensación de que este día no nos había aportado demasiado.
Alojamiento
Cabina doble en el ferry – 40 NZD
El camarote en si es normal, un par de camas individuales y un baño completo. Es una opción que se puede tener en cuenta para no “perder” las 3 o 4 horas que dura el trayecto entre ambas islas. Pero hay que tener en cuenta que te deja en la isla sur a primerísima hora de la mañana y que, al final, no se dispone de demasiadas horas para dormir.