Nos levantamos, desayunamos y nos fuimos directos a la playa.
Como ya sabréis, el Mar Muerto no es un mar sino un lago salado con costas a Israel y Jordania. La salinidad del agua es 9 veces mayor a la del mar y esa densidad hace que no puedas nadar y te haga flotar.
El agua es rica en minerales, por lo que son famosos sus barros por los beneficios para la piel, así que nos embadurnamos bien con barro, que el hotel deja en unos cubos grandes y tras secarse nos metimos en el agua. La experiencia es, sin duda, muy divertida porque por más que lo intentes no puedes sumergirte.

De allí nos fuimos a la piscina del hotel.

Al atardecer volvimos a las aguas del Mar Muerto para contemplar desde dentro otra maravillosa puesta de sol. La sensación que me produjo el Mar Muerto, además de la experiencia de flotar, era de paz, una paz total y absoluta.

Nos vamos ya dormir que mañana tenemos un día completito, río Jordán, Monte Nebo y Amman