Marrakech es caótico, empezando por su aeropuerto. Es muy grande, está muy limpio, pero es caótico. Tras aterrizar en pista, nos dirigen hacia la terminal, parece que no se aclaran mucho entre los tantos que hay en tierra para dirigir tráfico y personas. Nos dirigen por escaleras mecánicas y pasillos hacia “la boca del lobo”, y digo eso porque es el lugar donde te puedes tirar hasta una hora haciendo cola pero, primero de todo, hay que rellenar el formulario por lo que, es importante, llevar siempre un boli contigo, no pesa nada, no molesta y te será muy útil cuando centenares de personas quieren rellenar a la vez el mismo formulario con una docena de bolis para todos. Se rellena el formulario con algunas preguntas como, el nº de tu vuelo, tu alojamiento, nº de pasaporte etc, preguntas que si ya lo sabes de antemano, menos tardas y antes te pones en la súper cola, sí, una cola en forma de zigzag enorme, hasta la llegada a los policías de inmigración, que te checkean el pasaporte y el formulario, tienes que tener el formulario bien rellenado cuando llegue ahí.
Una vez pasada la cola de inmigración, llegas al gran hall donde recoges las maletas. Ahí envié a mi mujer a por las maletas mientras yo hacía cola en el stand de Inwi, compañía telefónica que opera en Marruecos, allí compré una Sim Card por 10 euros o 100 dirhams, evidentemente ellos te cogen los euros rápidamente, válida para 1 mes, en la que según me dijo el chico del stand, tenía 10gb de datos, 1 hora de llamadas nacionales y 2,5 internacionales, aunque me fiaba más de lo que ponía en un cartel y efectivamente, tuve solamente 10 gb, suficiente para realmente hacer todo, compartir internet con otros móviles, realizar llamadas por Whatsapp, el GPS, es más que suficiente para no estar desconectado del mundo.
Habíamos contratado por 20 euros a través de Riad un transporte privado desde el aeropuerto al Riad debido a que llegamos de noche y siendo ciudad desconocida. Efectivamente, en la salida, junto a decenas de taxistas con carteles, estaba el cartel de Riad Dounia. Los taxis no te dejan en el interior de la Medina normalmente, por lo que la mejor opción a esas horas era pillar ese transporte. El primer contacto con la carretera fue de shock ya que allí van como locos, lo que me iba a encontrar cuando tuviera que alquilar un coche en ese viaje, pero a decir verdad, es tráfico está bastante más organizado que países de Asia por ejemplo.
Llegamos a una calle cercana al Riad, el chófer me baja las maletas y me insinúa dinero con la mano, saco un par de euretes que tenía en el bolsillo y se los doy, no parece muy contento. Allí mismo el chófer da un grito y viene un señor con una carretilla, se carga las maletas y nos hace señas para que le sigamos. A través del callejeo llegamos al Riad, en la puerta me quedo pensando el recorrido que hemos hecho y pienso “no encontraría el camino de vuelta ni de coña”. Llamamos al Riad, una puerta de madera en una calle estrechísima, y nos abre un chico, quien nos recoge las maletas del carro y nos invita a pasar, el carretillero se queda con la mano extendida y palma hacia arriba como pidiendo pasta, el chico del Riad le da 20dh, mi primer pensamiento es que en este país quiere pillar pasta to Dios.
Nos reciben el dueño, Gerard y dos trabajadores, nos invitan a tomar té y a sentarnos, nos explican, en inglés y con un mapa hecho a mano el trayecto hacia la plaza principal a través de los kilométricos zocos, nos recomiendan lugares donde cenar y qué hacer el resto de días. La habitación bastante bien, pero, lo que he descubierto durante estos días, en Marruecos no suelen limpiar los retretes, seguía sucio de los usuarios anteriores, o de los anteriores de los anteriores… en fin.
Nos vamos a cenar donde nos han recomendado, nos guía el chico del hotel por las callejuelas, vaya lío si lo tuviéramos que encontrar nosotros solos, afortunadamente, la vuelta fue sin pérdida. El restaurante, Merstan justo donde empiezan los zocos, con una bonita terraza, tajín de verduras tajín de carne ciruelas y pasas, postre y agua, 200 dh, carito. Luego nos dimos un paseo desde el restaurante atravesando los zocos que ya estaban cerrando, y llegamos a la plaza Jemaa el Fna que nos sorprendió bastante por sus sonidos, colores, restaurantes iluminados en lo altos y muchísima gente, es mas imponente de noche que de día. Un paseo por la zona y de vuelta al Riad con sus 15 minutitos de caminata y a dormir, que por la mañana empezaba la visita.
Una vez pasada la cola de inmigración, llegas al gran hall donde recoges las maletas. Ahí envié a mi mujer a por las maletas mientras yo hacía cola en el stand de Inwi, compañía telefónica que opera en Marruecos, allí compré una Sim Card por 10 euros o 100 dirhams, evidentemente ellos te cogen los euros rápidamente, válida para 1 mes, en la que según me dijo el chico del stand, tenía 10gb de datos, 1 hora de llamadas nacionales y 2,5 internacionales, aunque me fiaba más de lo que ponía en un cartel y efectivamente, tuve solamente 10 gb, suficiente para realmente hacer todo, compartir internet con otros móviles, realizar llamadas por Whatsapp, el GPS, es más que suficiente para no estar desconectado del mundo.
Habíamos contratado por 20 euros a través de Riad un transporte privado desde el aeropuerto al Riad debido a que llegamos de noche y siendo ciudad desconocida. Efectivamente, en la salida, junto a decenas de taxistas con carteles, estaba el cartel de Riad Dounia. Los taxis no te dejan en el interior de la Medina normalmente, por lo que la mejor opción a esas horas era pillar ese transporte. El primer contacto con la carretera fue de shock ya que allí van como locos, lo que me iba a encontrar cuando tuviera que alquilar un coche en ese viaje, pero a decir verdad, es tráfico está bastante más organizado que países de Asia por ejemplo.
Llegamos a una calle cercana al Riad, el chófer me baja las maletas y me insinúa dinero con la mano, saco un par de euretes que tenía en el bolsillo y se los doy, no parece muy contento. Allí mismo el chófer da un grito y viene un señor con una carretilla, se carga las maletas y nos hace señas para que le sigamos. A través del callejeo llegamos al Riad, en la puerta me quedo pensando el recorrido que hemos hecho y pienso “no encontraría el camino de vuelta ni de coña”. Llamamos al Riad, una puerta de madera en una calle estrechísima, y nos abre un chico, quien nos recoge las maletas del carro y nos invita a pasar, el carretillero se queda con la mano extendida y palma hacia arriba como pidiendo pasta, el chico del Riad le da 20dh, mi primer pensamiento es que en este país quiere pillar pasta to Dios.
Nos reciben el dueño, Gerard y dos trabajadores, nos invitan a tomar té y a sentarnos, nos explican, en inglés y con un mapa hecho a mano el trayecto hacia la plaza principal a través de los kilométricos zocos, nos recomiendan lugares donde cenar y qué hacer el resto de días. La habitación bastante bien, pero, lo que he descubierto durante estos días, en Marruecos no suelen limpiar los retretes, seguía sucio de los usuarios anteriores, o de los anteriores de los anteriores… en fin.
Nos vamos a cenar donde nos han recomendado, nos guía el chico del hotel por las callejuelas, vaya lío si lo tuviéramos que encontrar nosotros solos, afortunadamente, la vuelta fue sin pérdida. El restaurante, Merstan justo donde empiezan los zocos, con una bonita terraza, tajín de verduras tajín de carne ciruelas y pasas, postre y agua, 200 dh, carito. Luego nos dimos un paseo desde el restaurante atravesando los zocos que ya estaban cerrando, y llegamos a la plaza Jemaa el Fna que nos sorprendió bastante por sus sonidos, colores, restaurantes iluminados en lo altos y muchísima gente, es mas imponente de noche que de día. Un paseo por la zona y de vuelta al Riad con sus 15 minutitos de caminata y a dormir, que por la mañana empezaba la visita.