17/05/19 viernes
Empuriabrava - CATALUÑA
08:45 llueve y hay 15 grados. Parece que vamos a tener un viaje fresquito.
09:05 escuchando Alaska vamos haciendo kilómetros. N-II, AP-7, de Vilademuls hasta salida cerca del aeropuerto, después C-25 y salimos de Cataluña a la altura de Cervera.
ARAGÓN
Como siempre, es un gusto ver que la zona de Bujalaroz, en Zaragoza, sigue estando poblada de cigüeñas. Un bonito paisaje, donde estas zancudas llenan postes eléctricos, telefónicos, ya los poquitos que quedan y cualquier estructura vertical que tenga una relativa tranquilidad.
13:42 hace fresquito, 15 grados.
Seguimos por la E-90 hasta Épila, en Zaragoza, donde paramos para comer.
Hasta ahora llevamos 440 km.
14:00 el edificio, ocupa el solar donde había una antigua venta, ya en la puerta, una piedra reza, “Venta La Romera 1389”
Restaurante El Navarro, la Encarna se come unas judías verdes salteadas con taquitos de jamón y yo un risotto de verduras, de segundo pedimos, a medias, merluza a la andaluza y un bistec con patatas, agua, cerveza y dos cafés por 23 €
Comida de carretera, rápida, buena y barata.
Una hora después seguimos camino.
Vamos pasando campos de tierras blancas, muy típicas de Aragón.
Vamos por la A2 y la R4, ya que el GPS nos ha dado esta opción por tráfico lento cerca de Madrid, llegamos muy cerquita de Alcalá de Henares.
COMUNIDAD DE MADRID
Hemos pagado dos tiques de autopista, uno de 1.35 € y 4.65 € hasta Aranjuez. Por cierto, igual de cara en todas partes.
De Aranjuez hasta Tembleque, por la A4 muy bien.
CASTILLA-LA MANCHA
18:00 llegamos a Tembleque, provincia de Toledo.
Hasta aquí 800 km
Estamos ya en tierras del Quijote.
Visitamos la Plaza Mayor que es muy bonita. Sus arcos de la entrada, te dan la bienvenida. Es la típica plaza manchega, y posiblemente de las más bonitas.
Entramos en la Oficina de Información, que está ubicada en una de las casas de la plaza. Es un gusto ver su pequeño pero amable museo etnológico. Austeridad y rudeza en la ropa, en los aperos del campo. Hay vasijas, mobiliario doméstico y medidas para el grano. El centro de la casa, lo llena un patio con un pozo y el tejado está abierto al cielo; la casa es muy bonita.
Pedimos algo de información y nos vamos a ver los pueblos más cercanos.
Aquí mismo, en Tembleque, ya vemos los primeros molinos, se encuentran muy cerca del pueblo, su silueta corta el horizonte manchego.
Por las calles se respira el Quijote. Vemos varios edificios que, aunque abandonados, siguen siendo atractivos y te hablan orgullosos de su pasado. En uno de ellos, en una de sus maltrechas torres cría una cigüeña.
Visitamos Consuegra, en Ciudad Real, los molinos ubicados en el cerro dominan junto al castillo el pueblo, por cierto, pueblo bastante bonito también. Esta localidad está a media hora de viaje y otros tantos kilómetros.
Seguimos hasta Camuñas, dónde me hago una foto junto al busto de mi temido enemigo infantil, aunque ahora que lo veo, tiene cara de buena persona; se lo envío a mi hermana, que también lo sufría.
Cuando éramos pequeños y habías sido un trasto, intentaban asustarte con la frase, “va a venir a por ti el Tío Camuñas”. Y la vida, que es sabia como un demonio milenario, me pone ahora a los pies del verdadero Tío Camuñas, para demostrarme que, en el folclore, siempre hay algo de ilusión, pero también hay posos de realidad.
Además, aprendemos que Francisquete, es otro de esos “héroes nuestros olvidados”. Luchó contra las tropas napoleónicas a finales del siglo XVIII. Una historia conmovedora, con un hermano muerto y el castillo de Belmonte de por medio.
Seguimos camino.
Llegamos a Campo de Criptana, ya en la provincia de Toledo, a 38 km y a una media hora de camino. Más manchego no lo hay.
Allí nos espera otra hilada de molinos de viento, todos ellos en lo alto del Cerro de La Paz, cerro que forma parte del pueblo. Aquí, de los diez que hay, aún queda alguno de los originales, por lo que se ve perfectamente su funcionalidad. Como antes, todos tienen su nombre y una historia; como El Burleta, Pilón, Poyatos o El Sardinero. La zona es muy bonita y el ocaso la hace especialmente colorida. Somos unos poquitos, los privilegiados que a esta hora estamos haciendo fotos y visitando el lugar. No hay mucha gente, lo que hace agradable la visita.
Los molinos, sin ser grandes son robustos, sus aspas inmóviles, son brazos de gigantes que te quieren atrapar, cómo hicieron con el ilustre manchego hace 500 años. La verdad que imponen un poquito; de lejos parecen grandes, te acercas y no lo son tanto, pero a pie de ellos vuelven a crecer. Nos parece curioso el palo que tienen desde el capirote del tejado hasta el suelo. Este largo palo se usa para moverlo y que las aspas cojan todo el viento de frente o para cuando están sin trabajo, entonces lo atan y se aseguran de que no gire. Los molinos están pintados de blanco y el capirote es negro. Echamos de menos, la lona que llevan cuando están en funcionamiento, supongo.
Buscamos un sitio para dormir y nos quedamos en la pensión Ego´s ** por 45 €. La habitación está bien, está limpia y es grande.
Bajamos a tomar dos cervecitas, por 4 €, al bar del mismo establecimiento antes de subir a descansar, una de las cañas nos la han servido en una jarrita de barro que tenían en la nevera; un detalle rústico y fresquito al estilo sanchopanzil.
Después de esto nos retiramos. El día ha sido movidito. La pequeña ruta de los molinos, de diseño propio, nos ha llevado dos horas y son unos 100 km.
Hasta este punto llevamos 925 km.
18/05/19 sábado
Campo de Criptana – Ciudad Real
07:00 diana. Hay 11 grados y el cielo está muy nublado.
Desayuno: Tostadas caseras, mermelada, mantequilla, zumo y café.
Después del check out salimos hacia Belmonte, Cuenca.
Belmonte está a 45 km de Campo de Criptana, unos 40 minutos por carreteras secundarias en buen estado.
Al llegar al castillo, dónde se rodó parte de la película “Los Señores del Acero”, en los años 80, unos sones andaluces salen de la espesura cercana; los fandangos suenan ya desde por la mañana y desperezan a los romeros que han pasado la noche al resguardo de los pinos. Entre sus copas se escapa el humo del desayuno.
El castillo es de arte mudéjar y aún resisten sus murallas y almenas, sus torres circulares le dan un aire aún más romántico.
Es relativamente joven, siglo XV y está considerado como Bien de Interés Cultural.
El enclave, fenomenal está entre pinares, en la parte más alta del pueblo. Tiene puente levadizo y su puerta la guarda un rastrillo, como debe ser, aunque suponemos qué todo esto está restaurado.
Con la fiesta romera en el cuerpo, nos dirigimos hacia nuestro siguiente destino, que no es otro que el Algarve portugués.
Seguimos camino por Castilla-La Mancha, no sin antes hacernos una foto con Don Quijote y Sancho Panza en la plaza del pueblo.
09:00 salimos ya de Belmonte.
10:45 pasamos por Santa Cruz de Mudela, Ciudad Real.
Seguimos camino.
13:00 paramos a comer en un área de servicio; unos sándwiches que nos sobraron ayer. Adornamos el retrovisor del coche con un ramillete de buganvillas.
13:20 seguimos camino
Llevamos ya 1500 kilómetros.
ANDALUCÍA
De camino a Écija.
El campo cambia de la vid al olivo y ahora tan solo se ven árboles de aceite, monte tras monte. También hay trigo.
Hay nubes y claros, lo que hace que baje un poco la temperatura. El camino se va haciendo poco a poco.
Pasamos Córdoba.
A la altura de Carmona, hemos visto un brillo a lo lejos. Mirando por internet, vemos que pertenece a la planta fotovoltaica más grande de Andalucía.
Seguimos camino, un camino muy bonito ya que, de la mediana de la autovía, está plantada de adelfas y están en flor.
Hacia Sevilla, ha habido un poco de retención en la salida de Camas; el GPS nos ha dirigido por el camino menos congestionado, una app muy práctica.
Ya está aquí el calor andaluz.
Esto va despejando y apenas hay una nube, 25 grados.
Llegamos a Huelva, vuelven los atascos.
PORTUGAL
16:20 cambiamos la hora española a la portuguesa, qué es una hora menos; 15:20
La frontera, “Portugal cuenta con las fronteras más antiguas del mundo, de 1249”, con su puente colgante en obras, nos abre las puertas al país luso.
El primer punto que encontramos, es una oficina de información. Es muy práctico, ya que nada más pasar el Puente Internacional del Guadiana, es esta pequeña “embajada”, dónde te dan la bienvenida y te informan muy amablemente de lo que vas a encontrar más adelante.
Hacemos el chequeo del paso de la autopista, con EasyTool, una manera muy sencilla; lo único que hay que hacer es pasar por esta barrera, hay otras entradas, introducir una tarjeta de crédito, esperar que la cámara haga una foto de la matrícula y esperar a que salga el recibo, que te asocia tarjeta y vehículo. Y ya está. Aunque no tenemos muy claro cómo actuar más adelante, este sistema nos ha parecido el más cómodo, ya veremos cuando pasen cuentas.
ALGARVE
Se ve una zona muy rural, con muchas parcelas, muy buena pinta por ahora.
Llegamos a Olhão, donde pasaremos la primera noche.
AL Hospedería Por Do Sol.
Hemos cogido la habitación por una noche, con desayuno incluido, 45 €. Amplia, limpia, moderna y la terraza da a poniente; y a estas horas la baña el bonito sol portugués. Hace un poquito de aire.
El wifi va muy bien. Este hotel está en una urbanización a 15 minutos del pueblo, en una zona que parece muy tranquila, por la que apenas pasa un coche. Parece estar fuera del circuito turístico.
Bajamos a Olhão.
Dejamos el coche al lado del mercado, que lo forman dos edificios gemelos de ladrillo rojo.
Una sorpresa es el pavimento; está adoquinado con pequeños trozos de piedra a modo de mosaico en color blanco roto, muy bonito. Los detalles y dibujos están en la misma piedra, pero en negro.
Paseando, nos hemos encontrado por una de las calles del pueblo, como lo estaban colocando y parecía que eran los mismos vecinos; participaban todos, hasta los niños.
Por todos lados hay pastelerías, donde matizan que la suya es de fabricación propia, tanto los pasteles como el pan, que por cierto está muy rico. El “pasteis de Belen”, está omnipresente. Compramos un panecillo y una napolitana, 2.50 €
Parece una zona muy turística, pero casi todo es gente más bien mayor.
Hay mucho edificio y solar en ruinas o abandonado, aunque no le da este aspecto, si no casi nostálgico.
En cambio, me encantan las chimeneas, son como pequeños faros marinos, coronados por un peón de ajedrez. Son preciosas y vemos que están en todos los tejados, debe ser típico en la zona.
En el hotel hay aparcamiento justo en la puerta.
Los precios son más o menos como en casa, aunque parece que el nivel de vida no se corresponde.
Olhão, es un pueblo bastante, bastante pintoresco.
Escribir el diario y a descansar.
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08:45 llueve y hay 15 grados. Parece que vamos a tener un viaje fresquito.
09:05 escuchando Alaska vamos haciendo kilómetros. N-II, AP-7, de Vilademuls hasta salida cerca del aeropuerto, después C-25 y salimos de Cataluña a la altura de Cervera.
ARAGÓN
Como siempre, es un gusto ver que la zona de Bujalaroz, en Zaragoza, sigue estando poblada de cigüeñas. Un bonito paisaje, donde estas zancudas llenan postes eléctricos, telefónicos, ya los poquitos que quedan y cualquier estructura vertical que tenga una relativa tranquilidad.
13:42 hace fresquito, 15 grados.
Seguimos por la E-90 hasta Épila, en Zaragoza, donde paramos para comer.
Hasta ahora llevamos 440 km.
14:00 el edificio, ocupa el solar donde había una antigua venta, ya en la puerta, una piedra reza, “Venta La Romera 1389”
Restaurante El Navarro, la Encarna se come unas judías verdes salteadas con taquitos de jamón y yo un risotto de verduras, de segundo pedimos, a medias, merluza a la andaluza y un bistec con patatas, agua, cerveza y dos cafés por 23 €
Comida de carretera, rápida, buena y barata.
Una hora después seguimos camino.
Vamos pasando campos de tierras blancas, muy típicas de Aragón.
Vamos por la A2 y la R4, ya que el GPS nos ha dado esta opción por tráfico lento cerca de Madrid, llegamos muy cerquita de Alcalá de Henares.
COMUNIDAD DE MADRID
Hemos pagado dos tiques de autopista, uno de 1.35 € y 4.65 € hasta Aranjuez. Por cierto, igual de cara en todas partes.
De Aranjuez hasta Tembleque, por la A4 muy bien.
CASTILLA-LA MANCHA
18:00 llegamos a Tembleque, provincia de Toledo.
Hasta aquí 800 km
Estamos ya en tierras del Quijote.
Visitamos la Plaza Mayor que es muy bonita. Sus arcos de la entrada, te dan la bienvenida. Es la típica plaza manchega, y posiblemente de las más bonitas.
Entramos en la Oficina de Información, que está ubicada en una de las casas de la plaza. Es un gusto ver su pequeño pero amable museo etnológico. Austeridad y rudeza en la ropa, en los aperos del campo. Hay vasijas, mobiliario doméstico y medidas para el grano. El centro de la casa, lo llena un patio con un pozo y el tejado está abierto al cielo; la casa es muy bonita.
Pedimos algo de información y nos vamos a ver los pueblos más cercanos.
Aquí mismo, en Tembleque, ya vemos los primeros molinos, se encuentran muy cerca del pueblo, su silueta corta el horizonte manchego.
Por las calles se respira el Quijote. Vemos varios edificios que, aunque abandonados, siguen siendo atractivos y te hablan orgullosos de su pasado. En uno de ellos, en una de sus maltrechas torres cría una cigüeña.
Visitamos Consuegra, en Ciudad Real, los molinos ubicados en el cerro dominan junto al castillo el pueblo, por cierto, pueblo bastante bonito también. Esta localidad está a media hora de viaje y otros tantos kilómetros.
Seguimos hasta Camuñas, dónde me hago una foto junto al busto de mi temido enemigo infantil, aunque ahora que lo veo, tiene cara de buena persona; se lo envío a mi hermana, que también lo sufría.
Cuando éramos pequeños y habías sido un trasto, intentaban asustarte con la frase, “va a venir a por ti el Tío Camuñas”. Y la vida, que es sabia como un demonio milenario, me pone ahora a los pies del verdadero Tío Camuñas, para demostrarme que, en el folclore, siempre hay algo de ilusión, pero también hay posos de realidad.
Además, aprendemos que Francisquete, es otro de esos “héroes nuestros olvidados”. Luchó contra las tropas napoleónicas a finales del siglo XVIII. Una historia conmovedora, con un hermano muerto y el castillo de Belmonte de por medio.
Seguimos camino.
Llegamos a Campo de Criptana, ya en la provincia de Toledo, a 38 km y a una media hora de camino. Más manchego no lo hay.
Allí nos espera otra hilada de molinos de viento, todos ellos en lo alto del Cerro de La Paz, cerro que forma parte del pueblo. Aquí, de los diez que hay, aún queda alguno de los originales, por lo que se ve perfectamente su funcionalidad. Como antes, todos tienen su nombre y una historia; como El Burleta, Pilón, Poyatos o El Sardinero. La zona es muy bonita y el ocaso la hace especialmente colorida. Somos unos poquitos, los privilegiados que a esta hora estamos haciendo fotos y visitando el lugar. No hay mucha gente, lo que hace agradable la visita.
Los molinos, sin ser grandes son robustos, sus aspas inmóviles, son brazos de gigantes que te quieren atrapar, cómo hicieron con el ilustre manchego hace 500 años. La verdad que imponen un poquito; de lejos parecen grandes, te acercas y no lo son tanto, pero a pie de ellos vuelven a crecer. Nos parece curioso el palo que tienen desde el capirote del tejado hasta el suelo. Este largo palo se usa para moverlo y que las aspas cojan todo el viento de frente o para cuando están sin trabajo, entonces lo atan y se aseguran de que no gire. Los molinos están pintados de blanco y el capirote es negro. Echamos de menos, la lona que llevan cuando están en funcionamiento, supongo.
Buscamos un sitio para dormir y nos quedamos en la pensión Ego´s ** por 45 €. La habitación está bien, está limpia y es grande.
Bajamos a tomar dos cervecitas, por 4 €, al bar del mismo establecimiento antes de subir a descansar, una de las cañas nos la han servido en una jarrita de barro que tenían en la nevera; un detalle rústico y fresquito al estilo sanchopanzil.
Después de esto nos retiramos. El día ha sido movidito. La pequeña ruta de los molinos, de diseño propio, nos ha llevado dos horas y son unos 100 km.
Hasta este punto llevamos 925 km.
18/05/19 sábado
Campo de Criptana – Ciudad Real
07:00 diana. Hay 11 grados y el cielo está muy nublado.
Desayuno: Tostadas caseras, mermelada, mantequilla, zumo y café.
Después del check out salimos hacia Belmonte, Cuenca.
Belmonte está a 45 km de Campo de Criptana, unos 40 minutos por carreteras secundarias en buen estado.
Al llegar al castillo, dónde se rodó parte de la película “Los Señores del Acero”, en los años 80, unos sones andaluces salen de la espesura cercana; los fandangos suenan ya desde por la mañana y desperezan a los romeros que han pasado la noche al resguardo de los pinos. Entre sus copas se escapa el humo del desayuno.
El castillo es de arte mudéjar y aún resisten sus murallas y almenas, sus torres circulares le dan un aire aún más romántico.
Es relativamente joven, siglo XV y está considerado como Bien de Interés Cultural.
El enclave, fenomenal está entre pinares, en la parte más alta del pueblo. Tiene puente levadizo y su puerta la guarda un rastrillo, como debe ser, aunque suponemos qué todo esto está restaurado.
Con la fiesta romera en el cuerpo, nos dirigimos hacia nuestro siguiente destino, que no es otro que el Algarve portugués.
Seguimos camino por Castilla-La Mancha, no sin antes hacernos una foto con Don Quijote y Sancho Panza en la plaza del pueblo.
09:00 salimos ya de Belmonte.
10:45 pasamos por Santa Cruz de Mudela, Ciudad Real.
Seguimos camino.
13:00 paramos a comer en un área de servicio; unos sándwiches que nos sobraron ayer. Adornamos el retrovisor del coche con un ramillete de buganvillas.
13:20 seguimos camino
Llevamos ya 1500 kilómetros.
ANDALUCÍA
De camino a Écija.
El campo cambia de la vid al olivo y ahora tan solo se ven árboles de aceite, monte tras monte. También hay trigo.
Hay nubes y claros, lo que hace que baje un poco la temperatura. El camino se va haciendo poco a poco.
Pasamos Córdoba.
A la altura de Carmona, hemos visto un brillo a lo lejos. Mirando por internet, vemos que pertenece a la planta fotovoltaica más grande de Andalucía.
Seguimos camino, un camino muy bonito ya que, de la mediana de la autovía, está plantada de adelfas y están en flor.
Hacia Sevilla, ha habido un poco de retención en la salida de Camas; el GPS nos ha dirigido por el camino menos congestionado, una app muy práctica.
Ya está aquí el calor andaluz.
Esto va despejando y apenas hay una nube, 25 grados.
Llegamos a Huelva, vuelven los atascos.
PORTUGAL
16:20 cambiamos la hora española a la portuguesa, qué es una hora menos; 15:20
La frontera, “Portugal cuenta con las fronteras más antiguas del mundo, de 1249”, con su puente colgante en obras, nos abre las puertas al país luso.
El primer punto que encontramos, es una oficina de información. Es muy práctico, ya que nada más pasar el Puente Internacional del Guadiana, es esta pequeña “embajada”, dónde te dan la bienvenida y te informan muy amablemente de lo que vas a encontrar más adelante.
Hacemos el chequeo del paso de la autopista, con EasyTool, una manera muy sencilla; lo único que hay que hacer es pasar por esta barrera, hay otras entradas, introducir una tarjeta de crédito, esperar que la cámara haga una foto de la matrícula y esperar a que salga el recibo, que te asocia tarjeta y vehículo. Y ya está. Aunque no tenemos muy claro cómo actuar más adelante, este sistema nos ha parecido el más cómodo, ya veremos cuando pasen cuentas.
ALGARVE
Se ve una zona muy rural, con muchas parcelas, muy buena pinta por ahora.
Llegamos a Olhão, donde pasaremos la primera noche.
AL Hospedería Por Do Sol.
Hemos cogido la habitación por una noche, con desayuno incluido, 45 €. Amplia, limpia, moderna y la terraza da a poniente; y a estas horas la baña el bonito sol portugués. Hace un poquito de aire.
El wifi va muy bien. Este hotel está en una urbanización a 15 minutos del pueblo, en una zona que parece muy tranquila, por la que apenas pasa un coche. Parece estar fuera del circuito turístico.
Bajamos a Olhão.
Dejamos el coche al lado del mercado, que lo forman dos edificios gemelos de ladrillo rojo.
Una sorpresa es el pavimento; está adoquinado con pequeños trozos de piedra a modo de mosaico en color blanco roto, muy bonito. Los detalles y dibujos están en la misma piedra, pero en negro.
Paseando, nos hemos encontrado por una de las calles del pueblo, como lo estaban colocando y parecía que eran los mismos vecinos; participaban todos, hasta los niños.
Por todos lados hay pastelerías, donde matizan que la suya es de fabricación propia, tanto los pasteles como el pan, que por cierto está muy rico. El “pasteis de Belen”, está omnipresente. Compramos un panecillo y una napolitana, 2.50 €
Parece una zona muy turística, pero casi todo es gente más bien mayor.
Hay mucho edificio y solar en ruinas o abandonado, aunque no le da este aspecto, si no casi nostálgico.
En cambio, me encantan las chimeneas, son como pequeños faros marinos, coronados por un peón de ajedrez. Son preciosas y vemos que están en todos los tejados, debe ser típico en la zona.
En el hotel hay aparcamiento justo en la puerta.
Los precios son más o menos como en casa, aunque parece que el nivel de vida no se corresponde.
Olhão, es un pueblo bastante, bastante pintoresco.
Escribir el diario y a descansar.