Amanecemos a las 9:30; está nublado, con viento pero la temperatura es de 20º, es decir super agradabale. Las niñas, como de costumbre locas con el gato de la casa rural. Hoy nos sacan para desayunar un roscón hecho por la señora de la casa riquísimo.
Preferimos hacer las cuentas hoy para no ir con urgencias el día de la salida por lo que arreglamos el pago: 56 € por dos habitaciones dobles x día + 4€ de desayuno x día x persona.
Salimos hacia la capital del principado a las 11 de la mañana; el trayecto cómodo y corto: 29 Km todo por autovía pero al llegar a la entrada de la ciudad nos topamos con un gran embotellamiento (uno de Madrid lo denominaría pequeña retención). Cuando conseguimos llegar al origen del mismo....

Tras salvar el obstáculo, nos evitamos complicaciones y metemos el coche en el parking de la calle Sta Clara que, viendo un plano de la ciudad, está equidistante a los puntos más interesantes de la ciudad: casco antiguo, teatro Campoamor, Hotel Reconquista, sede de la Diputación, calle Gascona y Campo de San Francisco.
He de decir que la visita a Oviedo es complicada con niños pequeños porque no es que les interesen demasiado la catedral tal, o el rey que fundo dinastía cual; es más su mayor ilusión fue montarse en las esculturas de los caballos que hay en la sede de Cajastur y en las esculturas que salpican el campo de San Francisco.
El día es bastante caluroso aunque no pasamos de los 25º pero unido a que el centro está levantado por las obras, el ruido de las máquinas y el tráfico, la sensación es más sofocante.
En cuanto podemos huimos del meollo para dirigirnos al centro histórico. En la plaza de la catedral nos aborda una empresa turistica que nos ofrece visita guiada a la plaza, la catedral, la cámara de los tesoros y el casco histórico. El precio es de 4€ por adulto; los niños no pagan. Teniendo en cuenta que sólo la entrada a la cámara vale 3€, creo que merece la pena hacer la visita guiada. Eso sí, lo que iban a ser 3/4 de hora según la guía, se convirtió en 1:30 lo que con las niñas, llegó a hacerse un poco largo

Después de casi 1:30 h. de explicaciones, tuvimos que dejar al grupo en una de las calles del centro e irnos a comer algo porque las crías se estaban poniendo insoportables. Entramos al mercado que está al lado de la plaza del Fontán, una de las más populares y bonitas y compramos unas viandas (empanada y los famosos preñados que están cojonudos pero que repiten un montón) para saciar el hambre y la sed de las que dimos buena cuenta a la sombra de los árboles del campo de San Francisco, un parque ideal para el paseo salpicado de esculturas que son la delicia de los niños y de los no tan niños.

Tras la comida y el obligado helado, nos dirigimos a la calle Gascona para saborear una sidrina bien echada. Antes paramos en la fuente de las Huertas (fuente del siglo XIII curiosa por estar por debajo del nivel de la calle y rodeada por edificios altos. Allí al lado hay un edificio muy curioso pintado de bonito color que resultó ser una guardería

La Gascona es un tramo de calle empinada hacia arriba (las noches de juerga tienen que ser un verdadero espectáculo) llena de chigres o sidrerías. Entramos una de las primeras "el reguerón";son la 16:30 h y los camareros y cocineros están comiendo en una mesa en la calle. Lo primero que nos dicen es que la cocina está cerrada, pero nosotros no venimos a comer sino a

A pesar de la primeras reticencia, el camarero entra y nos escancia un par de vasos de sidra y se vuelve a salir a la calle. Yo que tenía sed me bebo el culín en un plis plas y cuando voy a echarme otro, entra el camarero diciéndome que no que lo escancia él y que hay que tomarse un tiempo entre uno y otro porque si no hay subidón. Nos instruye con las tres reglas básicas de la sidra: hay que saber echarla; hay que saber beberla y hay que saber mearla. Después de escanciar pacientemente toda la botella (me pregunto si hacen lo mismo cuando el local está lleno de gente) salimos del garito un poco mareados: está claro que no sabemos echarla y no sabemos beberla...) y nos dirigimos al coche para cumplir con una promesa que le hicimos a la pequeña: visitar Sta María del Naranco o San Miguel de lillo... NO. Ir al chiquipark del Ikea que había visto desde el coche por la mañana

Tras cumplir con la promesa decidimos volver hacia nuestra zona con la intención de cenar en Avilés. Despues de cinco días a base de carne, necesitamos tomar algo de pasta. Al final y con muchas dudas os metemos en un restaurante italiano "La Máscara". Son casi la 21:00 pero está vacío. El local está muy bien decorado, elegante pero cuando sacan la carta, nos damos cuenta por qué está vacío: los precios son altos. Cualquier pizza (justa para dos personas y poco si no comes otra cosa) cuesta entre 9 y 12€ (dos meses antes estuvimos en Italia y por 8€ tenías una pizza gigante). Pero es que un plato de spagetti normalito con salsa de tomate a secas costaba 7,50 € y eso no se justifica con nada.
Durante la cena aparecen una familia (padres y 2 adolescentes) italiana

Volvemos a casa dando un paseo en una noche ideal.