Hoy va a ser una de las etapas del viaje más bonitas.
Nos levantamos sobre las 9:30 pero entre los preparativos, el tranquilo desayuno (para algo estamos de vacaciones), etc se nos hacen las 11:00 para salir. Este día sale más nublado y el viento hace que la sensación térmica sea inferior a la temperatura real (unos 20º C). Hoy toca Cudillero por lo que enfilamos la autopista del Cantábrico dirección La Coruña. Durante el corto recorrido podemos contemplar la majestuosa obra de ingeniería que supone salvar los ríos y pequeños estuarios que salpican el recorrido con sus inmensos viaductos.
Lo primero que impresiona al entrar a Cudillero (para quien no lo conozca) es la pendiente que te obliga a bajar y la estrechez de las calles. Da la impresión de que vas a llegar a un punto en que tu coche no va a poder pasar. Sin embargo esa incertidumbre enseguida se disipa cuando ves a la policía local gestionando el paso alternativo para los que bajan y para los que suben. Se nota que tienen experiencia.
El aparcamiento se encuentra abajo del todo, en el puerto, y es muy grande para lo pequeño que es el pueblo. Reconozco que antes de planificar este viaje, desconocía cualquier referencia a Cudillero; no me sonaba como lugar turístico y al ver el parking, me pareció exagerado; sin embargo, conforme pasaba el tiempo y coches y coches bajaban y bajaban, el aparcamiento se llenó por completo.
El pueblo es sencillamente precioso y por qué no decirlo incómodo a más no poder para los que viven allí todo el año. Tienen que tener muy buenas piernas. Muchas calles parecen balcones sobre el mar y otras, canales de agua por su estrechez (me encantaría ver el pueblo en un día de persistente lluvia)


Para los que tengan pensado ir por Asturias es de visita obligada; las casas se "agarran" al desfiladero; las puertas de los hogares están abiertas y el visitante pasa a centímetros de la cocina o el salón.
En el meollo del pueblo, donde están todos los restaurantes turísticos hay un pequeño centro de interpretación al que no va nadie porque la entrada de adulto vale la fortuna de 1 €

Siguiendo nuestra política de economía anticrisis, pillamos unas empanadas de atún y algo de dulce en un ultramarinos y nos lo comemos tranquilamente junto al puerto. Desde nuestra privilegiada situación observamos como los dos primeros restaurantes "La taberna del puerto" y "parra" tienen suerte desigual en cuanto a afluencia de comensales. Mientras que el segundo tiene unas cuantas mesas libres en plena hora de la comida, en el primero hay alrededor de 10, 12 personas haciendo cola esperando a que dejen mesas libres. La razón es un menú del día por 12 € que incluye 3 primeros (sopa de marisco, paella de marisco y el tercero no recuerdo) y 3 segundos (lenguado al horno, lubina y....) postre pan y vino. Atractivo. El olor a pescado frito lo inunda todo y de hecho la ventana del piso de arriba del centro de interpretación estaba a escasos centímetros de la ventana de la cocina de uno de los restaurantes, con los asistimos en vivo al proceso de preparación de los diferentes platos.
Tras el paseo por el pueblo nos dirigimos a la playa de la Concha de Artedo, muy cerca de allí:
1ª sorpresa: para acceder a ella, hay que bajar una pronunciada cuesta de aproximadamente 1,5 km jodidamente empinada y muy estrecha hasta el punto que hay partes por las que no pasan dos coches a la vez.
2ª sorpresa: Abajo del todo nos encontramos un parking amplísimo super bien cuidado y preparado, donde dejar el coche sin pagar lo suficientemente lejos de la playa como para que no haya trajín de coches y lo suficientemente cerca como para poder ir con todo el tinglado sin cansarte demasiado.
3ª sorpresa: el camino hasta la playa es una senda elevada en madera que bordea el río que desemboca en la misma playa y que camina entre frondosos eucaliptos. Al final de la senda un puente tb en madera supera la barrera del río que divide la playa en dos partes.
4ª sorpresa: la propia playa. ¡Qué magnífico espectáculo!

Allí pasamos la tarde recogiendo cantos rodados de múltiples colores a cual más bonito y haciendo diques a los hilillos de agua del río. Idílico.
Por motivos técnicos (un problemilla con la tarjeta de mi cámara de fotos) nuestra jornada se alargó y tuvimos que desplazarnos por segunda vez hasta Gijón.
Ya es la hora de cenar y, teniendo en cuenta que nuestro restaurante preferido, El Cruce, está cerrado por descanso semanal (miércoles) buscamos otra alternativa por la zona. Nos decantamos, gracias en parte a los amigos de este foro, por Casa Paquín en Perdones (creo que lo he escrito bien). Nuestro menú: chuletitas de cordero con patatas para las niñas 13 €, pimientos del padrón 5,50, chipirones fritos 7€ y ensalada mixta 5,50€ todas ellas raciones inmensas. Como curiosidad, los de la mesa de al lado pidieron medio cachopo de merluza y una ventresca de bonito a la plancha. No sé cuanto valían pero cuando sacaron los platos, todos los que estábamos alrededor




