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Después de un desayuno completo en la terraza del hotel y como santa Sofía cerraba los lunes, nos fuimos directas al palacio de Topkapi.
En las taquillas nos sacamos una entrada combinada al palacio, santa Sofía y museo arqueológico por 162 liras turcas (precio de invierno, por el verano cuesta 180). La entrada al harén se pagaba aparte y nos costó 42 liras turcas.
El palacio es para tomárselo con calma, estaríamos unas dos horas y aún podíamos haber pasado más tiempo visitando todos sus rincones.
En la llamada "sala de las reliquias" te puedes encontrar con el bastón de Moisés (nuevo y brillante como si no hubiera pasado el tiempo por él...), la huella de un pie del profeta Mahoma, pelo de su barba... También están las llaves de la Kaaba y uno de los primeros coranes escritos. El sitio está abarrotado y es muy agobiante, mejor verlo rápido. También tienes la "sala de las esmeraldas" donde podrás ver la famosa daga de Topkapi, un montón de piedras preciosas enormes y el trono de sultán Ahméd I.
Aunque para mi lo mejor de todo fue la visita al harén. En esta zona residía el sultán con toda su familia y llegó a albergar a más de mil mujeres. Dentro hay distintas zonas: la zona de los eunucos, las salas de mujeres y los apartamentos del sultán. Me impresionó su ducha cerrada, como una jaula de oro. Por lo visto, en el momento de la ducha, al estar desnudo y ciego por el jabón, el sultán no podría ver si le atacaban y su vida corría peligro, así que ponía la llave y se relajaba detrás de los barrotes.
Por la tarde nos fuimos en bus al Café Pierreloti. Se pilla a la izquierda del puente de Gálata (verás un montón de ellos) buscas el 99A y te bajas en Eyup. Nada más bajarte te encuentras con la mezquita de Eyüp Sultán Camii, un lugar de peregrinación para muchos musulmanes pues en el templo descansan los restos de Abu Ayyub al-Ansari, amigo y uno de los brazos derechos de Mahoma.
Para subir al café (lado izquierdo de la mezquita) vas ascendiendo por un cementerio en escalera. Por lo visto es muy cotizado enterrarse allí pues todo el mundo quiere descansar junto al amigo del Profeta. Estaba lleno de gatos y perros y la gente les llevaba comida.
También hay un teleférico para subir que vimos al bajar, pero creo que el camino por el cementerio es más bonito.
El café Pierreloti tiene unas vistas increíbles al cuerno de oro, pero está siempre petado, así que nos tuvimos que conformar con una mesa en doble fila.
Pillamos el mismo bus para volver y nos bajamos antes de cruzar el puente Gálata (donde están los pescadores) pues si te bajas tras cruzarlo, luego es un lío pasar al otro lado. Además, cruzar el puente de Gálata al atardecer, es una experiencia maravillosa... Lo cruzamos muchas más veces a distintas horas del día, pero el atardecer es especial.
De regreso al hotel pasamos por el mercado de las especias. Nada más entrar ya te envuelves de olores y colores. Pero ojo... está preparado para el turista, osea, los precios son los más caros de la ciudad y saben vendértelo. Mejor pasar de largo y comprar tus especias en otro sitio de la ciudad.
Nos fuimos a cenar y a disfrutar de la terraza con vistas a las mezquitas
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