Al fin íbamos a entrar en Santa Sofía, actualmente es un museo, así que no hace falta que cubras la cabeza (en el caso de las mujeres) ni te descalces. Recomiendo subir al primer piso para admirarla en todo su esplendor y hacerte una idea mejor de su distribución, además en el piso de arriba se encuentran varios mosaicos bizantinos que son imprescindibles.
Aunque nada más entrar, tu mirada se dirigirá inevitablemente a la cúpula que parece flotar en el aire... Santa Sofía a pasado de basílica ortodoxa a mezquita y posteriormente a museo. Y esa mezcla se palpa nada más entrar. Aunque se dice que Erdogan volverá a convertirla en mezquita (ya se puede rezar dos veces al día en una de sus habitaciones)
Estaban restaurando una de sus partes, pero eso no nos impidió disfrutarla. La mezquita azul si que está peor para las visitas, pues la están restaurando casi por completo, la entrada es gratuita, pero debes estar pendiente de los horarios (no se debe entrar hasta 45 minutos después de la llamada a la oración).
Tras ver esta maravilla nos fuimos al museo arqueológico nacional, que se encuentra muy cerca de santa Sofía y antes de llegar al palacio de Topkapi. Allí tuvimos la suerte de ver en directo como estaban restaurando un sarcófago y por supuesto, admiramos el llamado "sarcófago de Alejandro" en una de sus salas:
Por la tarde nos fuimos a ver la torre de Gálata y la otra zona de la ciudad. Cruzamos el puente de los pescadores de nuevo y comenzamos la subida a la torre (buen ejercicio para los glúteos). Había cola para entrar y ya estábamos agotadas de subir, así que simplemente disfrutamos de la zona.
A la vuelta, cena turca y a dormir
