MONTBLANC ✏️ Diarios de Viajes de España

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Podemos llegar a Montblanc desde Barcelona en tren regional exprés. El trayecto dura aproximadamente 2 horas y 5 minutos.

Montblanc es la capital de la Conca de Barberà, provincia de Tarragona.

La villa debe su nombre al montículo situado en el casco antiguo, conocido como Pla de Santa Bárbara. En este monte (mont, en catalán) no había huertas ni campos agrícolas porque se consideraba muy poco fértil (blanch, en catalán medieval). La unión de los dos palabras dio lugar al nombre de Montblanch. El nombre actual del municipio se escribe sin la h final sorda, propia del medievo.

Se han encontrado evidencias de presencia humana, principalmente en abrigos de montaña con manifestaciones artísticas. Las más antiguas se circunscriben en el llamado Arte levabtino (hace entre 10.000 y 6.500 años). También se han encontrado ejemplos de arte esquemático (de hace 6.500-3.200 años).

Los íberos también estuvieron habitando estos parajes. Se han hallado restos de un poblado cosetano de los siglos IV a II a.C. Emplazo a leer mi diario sobre Olèrdola para conocer algo más sobre esa tribu.

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Igualmente hay algunos restos romanos.

La importancia de la villa despunta en la Edad Media.

A principios del siglo XI se fundó un pueblo conocido como Duesaigües donde los ríos Anguera y Francolí se juntaban. Para favorecer la repoblación de la Cataluña Nueva, el conde Ramón Berenguer IV otorgó licencias libres de impuestos (no pagar usatges, ni censos, ni tasas por la leña ni agua) a algunas poblaciones, entre ellas Duesaigües. Entonces, en 1155, la población se rebautizó como Vilasalva (villa salvada -villa libre de impuestos-).
Cataluña Nueva es el nombre que se da, a partir del siglo XII, a los territorios conquistados por Ramón Berenguer IV, hasta entonces pertenecientes a los reinos taifa de Tortosa y Lleida.Su frontera con la Cataluña Vieja es aproximadamente una línea formada por el río Llobregat y uno de sus afluentes, el Cardener, para seguir por la cuenca superior del Segre hasta las montañas del Montsec. Estos territorios tienen diferencias muy marcadas con las del norte. Mientras que en la Cataluña vieja imperaba el feudalismo, en la nueva se desarrolla una organización social diferente, en la cual los derechos de la nobleza sobre el pueblo llano eran bastante menores, fruto de los incentivos ofrecidos por la corona para la repoblación de la tierra, con la instauración de un sistema de concejos y la concesión de fueros especiales a los repobladores.

Las continuas inundaciones y la necesidad de poseer una fortificación en el camino de Lérida a Tarragona, decidió al rey Alfonso II a trasladar la población a un pequeño monte cerca de allí y otorgó la nueva carta de población a Pere Berenguer de Vilafranca. Así nació Montblanch, era febrero de 1163.

La villa creció rápidamente; en 1170 ya están documentados el castillo y una pequeña iglesia románica dedicada a Santa María. Apareció el barrio del Mercado, con actividades comerciales.

Durante el siglo XIII Montblanch creció gracias a nuevos privilegios reales y a la concesión de mercados y ferias de ganado. Se constituyó el municipio por orden de Pedro el Grande el año 1284, la veguería de Montblanch y se fundaron las Escrivanías Reales y el Estudio Mayor.

La villa adquiere importancia dentro de Cataluña en esa época. Se construyen la iglesia de San Miguel, la judería y los conventos de San Francisco, de la Serra y de la Merced, así como el hospital-iglesia de San Bartolomé y de Santa Magdalena. También son de esa época algunos edificios civiles como la Casa de la Villa, el Palacio Real y la Casa de los Josa.

El siglo XIV es su época de esplendor. Llegó a ser la séptima ciudad de Cataluña por número de habitantes, después de Barcelona, Lleia, Tortosa, Girona, Tarragona y Puigcerdà. Martí I l'Humà antes de ser rey fue de duque de Montblanc.

Se celebraron Cortes varias veces.

En el siglo XIV se construyen las obras más importantes de la villa: la muralla (con 31 torres y 5 puertas), la iglesia de Santa María, el hospital de San Marcial y el Palacio de los Alenyà. Se cubrió el torrente Riuot, que pasa por el centro de la villa y se edificaron molinos, puentes, la prisión, etc.

A finales del siglo XV la ciudad sufre un grave retroceso. Parece recuperarse un poco en los siglos XVI y XVII pero la Guerra dels Segadors (1640) supuso un durísimo golpe para la ciudad. Se destruyeron parte de las murallas, se quemaron los archivos y, durante su retirada, las tropas castellanas del General Palavicino bombardearon la iglesia gótica de Santa María. Se produjeron asaltos, saqueos e incendios, todo ello arruinó definitivamente la población, que perdió su peso económico y político. Este episodio se conoce como La Gran Quemada.

El siglo XVIII no fue mejor. Cuando en el siglo XIX parecía que se recuperaban, llegó la "fil-loxera" y la ruina del mundo de la vid.

Desde la estación de tren tenemos que caminar unos 400 0 500 metros por el exterior de la muralla para llegar a "Montblanc Medieval", la Oficina de turismo (Muralla de Santa Tecla, 54), una antigua bodega modernista. Existe la opción de comprar el ticket para la visita guiada (nosotros la hemos hecho dos veces y está muy bien). La visita guiada empieza a las 11,30h en la Oficina de Turismo de Montblanc los sábados, domingos y festivos y tiene una duración de una hora y media durante la que se visitan el recinto amurallado, plazas y calles del núcleo antiguo, el antiguo hospital de Santa Magdalena, y las iglesias de Santa Maria y de Sant Miquel. Adultos 6€, entre 7 y 13 años 3€, menores de 7 años gratuito.

A medio camino encontramos la llamada Catedral del vino. Construida extramuros, entre la vía del ferrocarril y la carretera transversal, con la fachada principal orientada a la vía, esta bodega modernista es obra de César Martinell. En 1919 los agricultores se organizaron a través del Sindicato de Viticultores y se encargó esta bodega.En la parte posterior, mirando a la muralla, se situaron los muelles de recepción de la uva. En la parte central está la torre del depósito de agua. En el interior pueden verse unos arcos apoyados en grandes pilares que separan la nave. En 1945 se levantó un edificio contiguo a la fachada principal igual al ya existente u en 1956 se añadió otro para el molino de aceite.

Lo primero que nos llama la atención de Montblanc es su maravilloso recinto amurallado del siglo XIV, el mejor conservado de Catalunya. Tiene un perímetro de 1.500 metros y consta de 30 torres rectangulares (excepto la dels Cinc Cantons, que como su nombre indica tiene base pentagonal y que es de propiedad privada). Se elaboró con piedra y argamasa y algunos sillares de piedra para los ángulos de las torres (como medida defensiva y de protección ante proyectiles). Tiene 4 tramos y solo había 4 portales, siguiendo los puntos cardinales: Sant Antoni, Sant Francesc, torre-portal de Sant Jordi y torre-portal de Bové.


Pere III el Cerimoniós ordenó construir una serie de fortificaciones con motivo de la guerra que sostenía con Pedro el Cruel de Castilla (al que luego mataría su hermanastro Enrique aunque eso es otra historia).

Cuando perdió su función defensiva las autoridades decidieron alquilar las torres como vivienda y en los fosos pastaban los animales. Eso dejó las murallas en muy mal estado. Hizo falta iniciar una importante restauración.

El baluarte de Santa Ana el tramo más elevado de todo el recinto y por ello no tenía foso.

Uno de los portales más bien conservados, con tres pisos y puerta de rastrillo, es el de Sant Jordi. Esta torre-portal daba paso a las montañas de Prades. Un mosaico conmemorativo explica que según la leyenda fue en este lugar donde Sant Jordi mató al dragón. Siguiendo esta antigua tradición cada año, coincidiendo con la festividad del santo patrón de Catalunya (23 de abril) se revive la época medieval con la celebración de la Semana Medieval.


Fue el costumbrista catalán el que situó estos hechos en Montblanc.

Según la leyenda de Sant Jordi, la villa de Montblanc estaba siendo aterrorizada por un colosal dragón.
La bestia se había instalado a las afueras del pueblo, infectando el aire y el agua con su aliento apestoso y causando estragos entre el ganado. En su búsqueda de alimento, cada vez se aproximaba más a las murallas, por lo que los vecinos tuvieron que buscar una forma de mantenerlo apartado.

Empezaron dándole de comer ovejas; cuando éstas se acabaron, siguieron con los bueyes y luego con los caballos. Y por fin no tuvieron más remedio que sacrificar a los propios habitantes.

Se metieron los nombres de todos en un puchero, también el del rey y el de su hija, la princesa, y cada día una mano inocente decidía quien moriría la mañana siguiente.

Y una tarde la escogida fue la princesa. Dicen que el rey lloró y suplicó a sus súbditos por la vida de su hija pero que de nada le sirvió ya que no era el único padre desconsolado. Cuentan otros que el rey entregó a su hija con valentía y entereza. Sea como fuere, la joven salió de las murallas y se dirigió hacia su triste destino.

Cuando el terrible dragón avanzaba hacia ella, surgió entre la bruma un hermoso caballero vestido de blanco sobre un caballo blanco que arremetió contra la bestia. El animal, herido, se sometió al caballero, que le ató al cuello un extremo del cinturón de la princesa.

La dama tomó el otro extremo del cinturón y, para pasmo de los pobladores de Montblanc, condujo al dragón como a un perrito hasta la puerta de la ciudad. Allí, a la vista de todos, el caballero remató a la bestia de un certero golpe de lanza. Dicen unos que el dragón se fundió y fue absorbido por la tierra.
Cuentan otros que un gran charco de sangre se formó a los pies del caballero.

En aquel mismo instante creció un rosal y de sus ramas brotaron rojas rosas. Sant Jordi le dio una a la princesa y de ahí viene la tradición de regalar rosas el 23 de abril.


El portal es francamente bonito.

Otro portal es el del Castlà. Este portal se mandó construir para uso exclusivo y particular del representante militar del rey (el llamado castlà). El palacio disponía de un jardín y huerto que llegaba hasta la muralla. La torre adosada al portal, recientemente se habilitó como vivienda y fue cedida a un pintor local.

El castlà vivía en un gran edificio de forma cúbica, con ángulos curvados por cuestiones defensivas, con un patio interior con porches y un huerto que llegaba a la muralla donde se abrió un portal particular. En el proceso de restauración de la fachada realizado en el s. XX aparecieron unos dinteles renacentistas que, parece ser, tienen gran valor artístico. Actualmente una de las caras tiene edificios adosados.
La Torre-Portal de Bové es la que da al este. Es la única que está construida a cuatro caras. Tiene matacán de defensa y puerta de rastrillo. Está cedida a la asociación del Ball de Bastons.

Es posible hacer una visita al paso de ronda en un tramo de la muralla. Preguntad en la oficina de turismo. También se hacen visitas guiadas específicas.


En cuanto a los edificios religiosos, empezaremos destacando la Iglesia de Santa María la Mayor, llamada la catedral de la montaña. Su interior es grande y tiene una gran nave con bóveda de cañón y escenas del Antiguo Testamento en las claves de bóveda. En los laterales encontramos capillas y ventanales góticos. En el siglo XVIII se agrandó una capilla para construir la actual del Rosario. Destaca una imagen de la Virgen del Cor, gótica, tallada en madera. También son resaltables el retablo de Sant Bernat y Sant Bernabé y el órgano barroco.

Se encuentra elevada, en el lugar donde había estado una iglesia románica anterior que se quedó pequeña. Su fachada gótica se destruyó en la Guerra dels Segadors y la que vemos ahora es barroca con influencias renacentistas del siglo XVII. En la base salen dos leones y las columnas son de estilo corintio. Consta de tres niveles: a cada lado de la puerta están las imágenes de cuatro apóstoles (aunque muy deteriorados), justo encima de la puerta principal de acceso al templo hay una imagen de la Virgen María custodiada por dos ángeles y por encima aparecen los cuatro apóstoles restantes y una imagen de Dios.

La fachada finaliza en su parte septentrional con una escultura gigante que representa el escudo de Montblanc en una orla y decorado con dos figuras humanas, estas estatuas se consideran entre las piezas originales de la fachada, antes de la reconstrucción del siglo XVII.

Carece de campanario. Se accede subiendo por una escalera que nos queda como en ángulo y dificulta un poco hacer la foto de la fachada como nos gustaría. En la escalera hay una cruz de término.




Antes de subir la escalera nos encontramos con el Casal de los Josa, de los siglos XIV y XVIII. Nos llaman, sin embargo, la atención dos arcadas y un portal con arco ligeramente apuntado del siglo XIII.

Este bonito edificio pertenecía a la familia de los Vilafranca. A lo largo del tiempo ha sufrido diversas modificaciones estructurales. Se cree que en un principio debía formar parte de las Escribanías Reales, edificio contiguo que ocuparía una parte del antiguo foso. Cuando en el siglo XVI pasó a manos de la familia Josa sufrió muchas modificaciones. Actualmente es la sede del Museo Comarcal de la Conca de Barberà.

Horarios:
de martes a sábado de 10 a 14h y de 16 a 19h (verano de 17 a 20h),
domingos y festivos de 10 a 14h.

Es destacable también la Iglesia de Sant Francesc. Se inició en el siglo XIII aunque se modificó en el paso entre el XIII y el XIV. Tiene una sola nave y una capilla barroca adosada del siglo XVII. Se construyó fuera del recinto amurallado y se trataba de un complejo formado por iglesia, claustro y dependencias de los monjes franciscanos. Fue un centro cultural de primer orden donde se impartían clases de filosofía y donde se alojaron personajes importantes como Francisco de Asís. Durante el siglo XIX, con la exclaustración y la posterior desamortización, el edificio perdió toda su importancia y quedó totalmente abandonado. Fue entonces cuando fueron derruidos el claustro y las otras dependencias. Únicamente quedó en pie la iglesia que, después de sufrir diversos saqueos, perdió su funcionalidad religiosa y pasó a ser, entre otras cosas, una fábrica de vinos y aguardientes. En el siglo XX se procedió a la rehabilitación. Se realizan exposiciones, conciertos y otros actos. Cuando nosotros fuimos había una feria de Playmobil.

El claustro, adosado al lado de la Epístola de la iglesia y con comunicación a la misma, tenía planta cuadrada y estaba formado en dos niveles: en el inferior había ventanas apuntadas con arcos trilobulados, apoyados en columnas de sección tetralobulada que tenían capiteles decorados con motivos vegetales muy esquemáticos, y en el piso superior se abrían ventanas de medio punto de factura posterior.


Es también digna de mención la Iglesia de Sant Miquel, del siglo XIII aunque modificada. No obstante es una de las más antiguas del municipio. Su fachada es románica. En el interior hay una sola nave sin ñabside y con cubierta policromada. Se construyó cuando la iglesia románica de Santa María se quedó pequeña pero aún no se había hecho la ampliación. Como curiosidad, decir que fue sede de las Cortes dos veces, en 1307 y 1370 y llegó a albergar el Parlament de Catalunya durante un tiempo. Fue saqueada en el siglo XIX y luego usada como almacén.

Tuvo un porche pero se perdió. Destaca también su esbelta torre.

Menos visitado que los templos anteriores encontramos el Convento y Santuario de la Sierra del siglo XIII aunque modificado en siglos posteriores. El conjunto estaba formado por el monasterio, el santuario, la antigua casa del capellán y la del monje, además de una gran huerto. La iglesia es de una sola nave, con cinco arcos diafragmáticos y cinco capillas laterales. El presbiterio, la capilla renacentista del Santo Sepulcro y algún otro elemento son posteriores. En el interior destaca la gran imagen de estilo de gótico italiano de alabastro de la Virgen de la Serra, la Cruz Verde y los seis sepulcros medievales. En el presbiterio se puede ver un mural de Ismael Balanyà (pintor de la villa).

La tradición dice que la princesa Irene de Láscaris llevaba una imagen de la Virgen de Salou a Zaragoza. En su paso por Montblanc los bueyes que tiraban del carruaje no quisieron continuar su camino. Este hecho fue interpretado como la voluntad de la Virgen de permanecer en ese lugar. La princesa solicitó licencia al rey Jaume II para hacer construir un convento de monjas clarisas en esa pequeña colina. Se inició el año 1296. Llegó a ser el segundo convento más visitado de Cataluña y recibió grandes privilegios por parte de papas y reyes. Ha sufrido los efectos de guerras y saqueos, pero se ha conservado la actividad monástica hasta nuestros días. El 9 de septiembre de 1906 tuvo lugar la Coronación Canónica de la imagen y cada veinticinco años se conmemora con unas fiestas extraordinarias de celebración.

No muy lejos de la Iglesia (o Catedral) de Santa María la Mayor nos encontramos con el Pla de Santa Bárbara en un pequeño cerro al que se puede subir sin coste. En este punto hubo un poblado íbero del que se conservan restos. Alrededor de esta pequeña montaña se ubicó el núcleo de población de Montblanc a partir del siglo XII, cuando por carta de población (1163), Alfons I ordenó a Pere Berenguer de Vilafranca el traslado de la villa a este lugar. El nombre de Montblanc tiene su origen en la falta de vegetación que tenía este Pla. Fue aquí donde rápidamente se construyeron un castillo, al lado una pequeña iglesia y una rudimentaria muralla en forma triangular. Hoy solo vemos los cimientos y unas buenas vistas.

Un poco más allá apenas si quedan algunos restos del castillo del siglo XII.

Nos vamos a acercar ahora al Antiguo Hospital de Santa Magdalena. La iglesia es del siglo XIV y solo tiene una nave sin ábside. A la derecha se abre una capilla con bóveda de crucería. Ell edificio del hospital pertenece a los siglos XV y XVI y se construyó alrededor de un claustro.

Siguiendo órdenes del rey Fernando el Católico se consolidó el Hospital de Santa Magdalena, cuya función era de cuidar a los pobres, peregrinos y enfermos. Posteriormente se instaló una comunidad de monjas que impartían clases a chicas del pueblo, pasó a ser un consultorio médico y finalmente se ubicó una empresa textil. En el siglo XX la Generalitat llevó a cabo un proceso de restauración. Actualmente es sede del Archivo Histórico Comarcal de Montblanc y puede visitarse.

En la planta inferior se accede a una parte central que conserva un pozo y un pavimento originales.

Justo al lado encontramos el Puente Viejo. Sus orígenes pueden ser romanos, pero la obra que hoy puede verse es del siglo XII. Antiguamente el puente tenía arcos en sus extremos, uno con un escudo esculpido y el otro con la figura de un ángel. Fueron destruidos en el siglo XIX para facilitar el paso de los carruajes. El monumento estaba situado en el camino real y ha sufrido diversos intentos de destrucciones. También le han afectado las riadas. Puede recorrerse entero.

Nos dirigimos ahora a la Plaça Major. Como podemos imaginar, allí nos encontramos con el Ayuntamiento, de los siglos XIII y XIV aunque el edificio que se puede ver actualmente pertenece a la restauración de 2001. La puerta, el balcón y la galería son del siglo XVII. Debemos pensar que en la Guerra dels Segadors el edificio sufrió grandes daños. En el interior se conservan arcos apuntados y un mural con hechos históricos de la villa. Puestos a destacar algo, yo llamaría la atención sobre el ventanal gótico que queda a la izquierda de la fachada tal y como la miramos.

No es el único edificio destacable de la Plaza. Muy cerca nos encontramos con la bonita Casa Desclergue.


Antiguamente era muy parecida a las casas que la rodean pero con el tiempo se añadió un cuerpo sobresalido presidido por el escudo de la familia y los balcones de la fachada principal. Fue la residencia del veguer (magistrado que ejercía antiguamente funciones gubernativas, judiciales y militares en las regiones españolas de Aragón, Cataluña y Baleares) y hacia el año 1730 dejó de pertenecer a la familia de los Desclergue, de los que sigue llevando el nombre, para pasar a manos del doctor en derecho Antón Tomàs. En la segunda mitad del siglo XIX se convirtió en un popular café, que primero se llamó de l'Isidre y luego del Marcelino y en la década de 1970, ante la amenaza de desplomarse, se hizo una rehabilitación. Actualmente es sede de las oficinas de BBVA.

Bajo el pórtico llamado de Can Marlet estaban las medidas oficiales de grano de la villa, con la cuartera y los tres cuarterones de piedra que servían para medir el grano. Funcionaron desde mediados del siglo XVIII hasta 1905. Vale la pena detenerse un momento.La cuartera de grano solía oscilar en torno a los 70 litros o la de aceitunas alrededor de los 80 pero podía variar de una villa a otra.

No muy lejos se encuentra la llamada Fuente Mayor, de finales del siglo XVIII y principios del siglo XIX.
Situada en un extremo de la plaza Mayor es una fuente con tres canillas y un abrevadero adosado a esta cuyas dimensiones fueron reducidas en 1928. En la parte superior se puede ver esculpido en piedra el escudo de España flanqueado por los de Cataluña y de Montblanc.

A finales del siglo XVIII la villa se vio sometida a una epidemia que afectó a gran parte de la población. Las autoridades borbónicas, como método preventivo, creyeron en la necesidad de conducir el agua de la fuente de la Pasquala, situada en la parte exterior de la villa, hacia la plaza del Mercado, actual plaza Mayor, aprovechando el espacio vacío que había dejado una casa en ruinas. Es un rincón interesante aunque quizás pasa un poco desapercibido.

Montblanc también tenía un barrio judío, un call, del que se conserva una calle muy bonita con un arco medieval. Antiguamente el “Call” (barrio) tenía tres portales de acceso, una sinagoga, un cementerio situado a extramuros y diferentes comercios.

El de Montblanc estaba formado por unas sesenta familias que hacían su vida dentro del “call” y que eran autosuficientes. Los judíos de Montblanc dependían de la colecta de Barcelona y vestían con su indumentaria propia. Los reyes concedieron numerosos privilegios a cambio de contribuciones a las arcas reales, debido a su actividad comercial. A lo largo de los tres siglos de existencia, el “Call” padeció diversos saqueos por parte de montblanquines que, como a toda Cataluña, no acababan de aceptar a los judíos, no expresamente por motivos religiosos sino por motivos materiales. A finales del siglo XV, y como consecuencia de los procesos inquisitoriales, los judíos huyeron, una gran parte de ellos fueron a Menorca. La calle parece, sin duda, un lugar detenido en el tiempo.

Entre los siglos XIII y XIV se edificaron los principales edificios de la villa. Uno de ellos fue el Palacio Real que a finales de la época medieval pasó al linaje de los Llordat. Actualmente es de propiedad privada. Se trataba del palacio donde se alojaba el rey cuando estaba en la ciudad. Aunque es gótico, se ha modificado sustancialmente.

No falta oferta gastronómica en Montblanc. Sin embargo nosotros decidimos ir a uno de los restaurantes buffet de Bon Àrea, la cooperativa de alimentación. Mirando en Internet, veo que se ha cerrado. Es una pena porque es una forma de comer a tu ritmo, lo que más te apetece y a muy buen precio.

Cuando terminamos la visita llamamos a un taxi para que nos llevara a nuestro alojamiento, que dos de nosotros ya conocíamos de una estancia anterior. Se trata del Hotel Rural Villa Engràcia, hoy perteneciente a la cadena Sercotel. Aunque dispone de un hotel nosotros, al ser un grupo, nos decantamos por uno de los apartamentos. Se sitúa en Las Masies de Poblet, muy cerca del monasterio. Los apartamentos para 5 o 6 personas constan de tres habitaciones dobles, cada una con su propio baño, comedor, salón y cocina. Mide 65 metros cuadrados. El hotel fue fundado en 1888 aunque ha sido restaurado recientemente.

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