Terminada la visita nos vamos caminando hasta Peratallada pero no por carretera sino por camino.
Peratallada es un bellísimo municipio "empordanès" con regusto medieval. No se puede entrar en coche al pueblo pero fuera hay aparcamientos (parece que en verano o festivos son de pago). No lo subestiméis; es pequeño (apenas tiene 200 habitantes) pero muy visitado.
El topónimo Petra Scissa o Petra Tallada está documentado, al parecer, desde el siglo X. También existió un linaje de los Peratallada, de la más alta alcurnia de la zona. En el 1.062 se hace mención en un documento a Bernardi de Patra Taliada, en 1065 aparece el Castro de Petra Taliata. El 1088 encontramos escrito Petrataliata, el 1111 Petra Taliata, en 1112 Petra talado, el 1128 Petra Incisa y Patra Taiat, en 1143 Petra tayada, en 1169 y 1173 Petra incisa, en 1202 y 1.222 Petricissa, etc ....Muchas denominaciones pero todas muy similares.
El primer edificio que nos encontramos ya es majestuoso. Se trata de la iglesia de san Esteban, románica del siglo XII-XIII aunque reformada en el XIV-XV. La portada es sencilla. Apenas tiene una puerta de arco de medio punto y un rosetón. Destaca, quizás, esa especie de enorme espadaña que la corona (veo que algunos sitios dicen que son torres abiertas). En el interior alberga el sepulcro de Gilabert de Cruïlles (fue gobernador de Valencia en el siglo XIV) pero no se puede ver. Supongo que solo abren para misas, bodas y demás. Nos tenemos que conformar con ver las fotos en el panel informativo. La verdad es que la iglesia, aunque con fachada un tanto peculiar y sobria, es bonita. El hecho de encontrarse bastante aislada facilita la contemplación y las fotos.

En Peratallada encontramos también un castillo-palacio. Hay documentos del año 1065 que lo mencionan pero algunos hallazgos permiten suponer que ya había una construcción tiempo atrás.
Lo que vemos actualmente es fruto de restauraciones y añadidos a lo largo de los siglos. Después de ser residencia de los Crulles-Peratallada, quedó en estado de abandono hasta que se vendió. Los actuales propietarios son los condes de Torroella de Montgrí, quienes en los años 60 del siglo pasado emprendieron la restauración necesaria para verlo actualmente en tan buen estado.
Es muy sencillo diferenciar las dos partes constructivas, el castillo fortificado por un lado y el palacio por otro.
Empezaré por un orden cronológico. El castillo es la parte más antigua del conjunto y está fortificado. Se construyó directamente sobre roca natural. Lo que más destaca es la Torre del homenaje, uno de los símbolos de Peratallada. Se adapta perfectamente al terreno irregular en el que se asienta y está almenada.
Está situada en lo alto de un enorme basamento de roca natural, cortado artificialmente para darle verticalidad. El montículo rocoso, que se eleva 4 o 5 metros sobre el terreno, tiene dos lados rectilíneos y los otros forman curvas desiguales. Encima despega la Torre del Homenaje, verdadero emblema del núcleo. El muro que rodea la torre se adapta a la forma irregular de la colina y conserva algunas almenas.

La parte inferior del muro está formada por unos enormes sillares de roca (piedras gigantes para los profanos). Se cree que podrían proceder de una construcción de época bajo-romana o visigótica.
El castillo data de los siglos XI-XII aunque con reformas posteriores.
Por otro lado encontramos el palacio, cuya fachada principal se abre a una plaza.

En nuestro paseo no podemos dejar de admirar la Plaza mayor también denominada Plaça de les Voltes por estar porticada.

El recinto principal de las murallas tenía el castillo en el centro. Había dos recintos amurallados más, uno en la parte de levante y el otro en la parte norte. Los fosos que mejor se conservan son los que hay junto al Portal de la Virgen. Su profundidad (unos 7 metros) se explica porque este lugar elevado respecto al resto de la ciudad forma un pequeño cerro rocoso.

Las paredes de los fosos están cortadas casi verticalmente, pero no son muy lisas y en las paredes arenosas se observan las huellas de los golpes de pico, en forma de zigzag.
No faltan los alojamientos turísticos ni los restaurantes. También me llamó la atención una tienda de helados artesanos de sabores más que curiosos (los hay salados incluso tipo anchoas, vermut con aceitunas, queso Idiazábal, etc). No los probé pero no por falta de ganas.
Sí probé las ricas magdalenas de Cal Tuset. Vale la pena comprar una caja de rellenos variados. Las hay con almendras, rellenas de manzana, de chocolate con mermelada de naranja, chocolate, crema de chocolate, cacao con chocolate, crema, nueces y crema, mermelada de limón, naranja o melocotón, pasas o pasas con mermelada de limón, nueces, crema de chocolate blanco o mermelada de fresa. Incluso las hay sin nada.
