31JUL.- Salimos hacia Chichen Itzá, donde llegamos poco después de las nueve, dejando el coche en el parking vigilado y donde pudimos conocer nuestras primeras pirámides.
Visita obligada pero desagradable por la abundancia de personas sin mascarilla (siempre que coincidíamos con norteamericanos o europeos, la mayoría van sin “cubrebocas” y sin guardar distancias) y por la aglomeración de vendedores de recuerdos, que al igual que las iguanas, están por todas partes.
Como en todos los yacimientos, tanto antes de las taquillas (comprad las entradas solo en las taquillas oficiales, donde puede que tengáis algún descuento si sois estudiantes, profesores de universidad o tenéis una discapacidad, siempre que podáis demostrarlo con un carné) como después de éstas, nos abordará multitud de guías (casi todos oficiales). Podéis hacer la visita por vuestra cuenta (con algún plano bajado de internet, con vuestros conocimientos previos e incluso alguna pequeña audioguía en el móvil of-line) normalmente en 3 horas. Un guía para nosotros solos nos explicará muchos detalles pero requerirá normalmente otra hora más y podrá costar alrededor de 20/30€ (hay guías para grupos más grandes – hasta 20 pax-, más baratos, pero menos aconsejables).
Una de las principales figuras de las culturas mesoamericanas es Chac Mool, que quiere decir "viajero en el tiempo", algo muy apropiado para esta web de comentarios.
Terminada la visita llegamos, antes de mediodía, a Valladolid (56.000 habitantes) donde entramos al Hotel Boutique “Buganvillias” (31€), un 3* en un pequeño recinto con jardín y parking, a 3 calles de la Catedral, y con solo 4 ó 5 bungalows muy coquetos y amueblados con elementos de calidad, con cocina dotada de todo, aire, ventilador, cama grande, muy buenas toallas y ropa de cama y, posiblemente, el mejor baño del viaje, con una ducha excelente (de fuerza, amplitud y temperatura) y con suficientes amenities. El hotel facilitaba al día siguiente un desayuno continental para tomar en tu propia cocina-estar, incluido en el precio.
Se me ha olvidado decir que en todos los hoteles teníamos wifi gratis y con potencia suficiente. Otra cosa eran los canales de televisión, donde había una media de una docena (una vez solo tuvimos 3) y ocasionalmente, podíamos sintonizar noticiarios como BBC, Sky o incluso TVE o Antena 3.
A reseñar que el presidente de México, que gusta llamarse a sí mismo “AMLO” (Andrés Manuel López Obrador, un señor, por supuesto de raza blanca, que parece mucho mayor de los 67 años que tiene, y al que yo, a la vista de cómo tiene el país, prefiero llamarlo alterando el orden de sus nombres por Manuel Andrés, por aquello de unas siglas más ajustadas a la realidad social y económica de México), tiene todos los días, a la siete de la mañana, un programa en directo (y que parece de obligada conexión para la mayoría de cadenas mexicanas) de una media hora, donde adoctrina a los televidentes como su fuera el más acendrado telepredicador.
Cabe reseñar que a pocos metros del hotel, en la misma calle 40, dimos con el restaurante “Conato”, magnífico lugar donde degustamos la mejor ensalada probada en México, así como una cochinita pibil de muerte, mi primer "habanero" (tan fuerte que me dio un hipo incontrolable), “aguas frescas” de varios sabores (jarras de agua –normalmente de botellón depurado pues nadie bebe del grifo- con hielo y muchos sabores: menta, mamey, fresa, jamaica, tamarindo, piña, zapote, jobo, guayaba, maracuyá, betabel, chaya, cebada, horchata –no es de chufa, sino de coco o de arroz-…), y otros platos y postres, todo muy bien preparado y por menos de 900 MXN, incluida propina, estando solos y absolutamente tranquilos en su patio-comedor, al ser más de las cuatro de la tarde.
En Valladolid está el único cenote (Zaci) al que se puede ir caminando en 10' desde el centro, y que no está nada mal, al menos para una primera experiencia.