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El primer día sirvió de toma de contacto con la primera de las islas que visitaríamos en nuestro viaje: Tenerife.
Buscamos un vuelo que saliera pronto desde la península para aprovechar bien el día, ya que buena parte de éste la perderíamos entre retrasos, maletas, alquiler de coche y desplazamientos.
Decidimos alojarnos en el Parador de Cañadas del Teide por su inmejorable ubicación, en pleno parque nacional, y por estar más o menos a medio camino entre la zona norte y sur de la isla.
Casi obligatorio optar por la media pensión en la cena, ya que hay pocas alternativas en el entorno del Teide (los pueblos más cercanos están a más de media hora por carreteras de montaña), y su oferta gastronómica y calidad nos pareció espectacular.
Las carreteras que llegan hasta el Teide, lógicamente, son de montaña y requieren algo más de tiempo para cruzarlas, pero están en un estado magnífico.
La más sinuosa, sin duda, la TF-21 desde Vilaflor o Granadilla. Mucha paciencia y a evitar la conducción de noche.
Como referencia, el Parador está a 1:15 del aeropuerto Tenerife Norte, a 1:30 de Anaga, a 1:05 de Los Cristianos y Aeropuerto de Tenerife Sur.
Y qué decir sobre la astronomía...es un lugar ideal y privilegiado para observar las estrellas por la nula contaminación lumínica.
Para aprovechar bien el día, maletas incluidas (alquilamos un coche con amplio maletero para ello), nos desviamos ligeramente hacia la zona de El Médano. A través de la autovía TF-1, que recorre toda la costa este de la isla, llegamos en unos 50 minutos.
El Médano es una zona muy interesante, donde nos centramos en visitar sus playas y realizar una ruta de senderismo en la reserva de Montaña Roja.
Hay muchas alternativas de estacionamiento para realizar esta ruta: en el propio pueblo, en aparcamientos públicos (sin vigilancia) en los alrededores, etc.
Nosotros optamos por aparcar (ojo con la hora, que hay pocas plazas) junto al Hotel Playa Sur Tenerife (podréis comprar agua en su recepción) y a la escuela Surf Center Playa Sur.
Es una zona muy concurrida, por lo que no deberíais tener problemas con el coche. El pavimento es algo irregular, pero aceptable.
Este es el enlace en Google Maps.
Ficha rápida de la ruta:
• Nombre: Playa del Médano – Montaña Bocinegro – Montaña Roja – Playa del Médano
• Tiempo aproximado: 1:45 (1:25 en movimiento)
• Distancia: 5,8 km
• Ascenso total: 265 m
• Descenso total: 268 m
• Altitud máxima: el altímetro estaba sin calibrar, por lo que la medida no era fiable.
• Consejos: llevar bañador y toalla.
La ruta es sencilla y bien señalizada (sin pérdida), ideal para “calentar motores” de cara a las siguientes jornadas.
Comienza en la propia playa y va recorriendo la costa pasando por el mirador de Montaña Bocinegro y varios bunkers hasta llegar a la Punta de Cho Felipe.
En ese momento nos desviamos ligeramente (antes de llegar a “La Playita”, que es una zona menos accesible y puro acantilado) hacia Montaña Roja y comenzamos una sencilla subida hasta el mirador.
Una vez arriba, tras descansar un poco contemplando las increíbles vistas del sureste insular, bajamos por el mismo camino y después nos dirigimos hacia la Playa de la Tejita.
Por un lateral de Montaña Roja parece haber un atajo, pero al estar bastante empinado decidimos volver por el mismo camino.
El trozo de sendero hasta la Playa de la Tejita no está señalizado, pero es tan sencillo como ir bajando sin perder de vista la playa. En 15-20 minutos llegamos, aproximadamente.
La playa, de fina arena volcánica, estaba muy concurrida, ya que era mediodía y hacía mucho calor.
Hicimos una parada de 30 minutos para darnos un chapuzón, secarnos y seguir con la ruta.
Había muchísimo oleaje, lo que obliga a tener mucha precaución en el baño. Especialmente porque cerca de la orilla había muchas piedras de considerable tamaño, y no es difícil golpearse con ellas con la resaca del oleaje.
Acostumbrados a las playas del Atlántico peninsular, nos sorprendió mucho el exagerado oleaje, que era aprovechado por los surferos de la zona.
Para volver a la Playa del Médano decidimos tomar un camino diferente, bien señalizado, siguiendo las indicaciones “Playa de la Tejita”, como se puede apreciar en la imagen.
Ya en el coche, seguimos nuestro camino hacia el Teide haciendo una parada para almorzar. A pesar de haber muchas alternativas por la zona de El Médano, queríamos visitar una finca/bodega de la que habíamos leído buenas opiniones: Alma de Trevejos.
No es una bodega en sí, sino una finca ubicada a 1200 m de altura (con alma de “guachinche”) donde comer algo, descansar (incluso pernoctar) y probar los vinos de la Bodega Altos de Trevejos (situada en el municipio cercano de San Miguel de Abona y amparada en la DO Abona).
Sin compromiso, Antonio (que es un gran anfitrión) ofrece una rápida y gratuita degustación de los vinos de la bodega.
Éstos son muy interesantes, ya que la bodega usa uvas locales como listán, verdello, albillo criollo, malvasía, baboso negro o vijariego, provenientes de fincas situadas a gran altura (con bastantes hectáreas de viñedo antiguo) de suelo volcánico y arcilloso.
Como referencia, ocho de sus vinos más especiales (Mountain Wines) están calificados por la Guía Peñín por encima de los 90 puntos.
Buena parte de su oferta de vinos se puede adquirir allí mismo, aunque el precio es algo elevado en comparación de otros vinos canarios similares.
El horario de apertura es de lunes a sábado de 12 a 19 horas.
La carta es limitada, pero buena. Se pueden pedir platos sueltos, pero lo ideal es probar un poco de todo: surtido de quesos, sopa de lentejas, pierna de cerdo guisada (muy sabrosa) y papas con mojo.
Maridado con sus vinos básicos, el almuerzo para dos salió por unos 30 €, aproximadamente.
Eso sí, hay que ir sin prisas. Antonio irá preparando poco a poco todo para disfrutar de un rato muy agradable de relax.
Nos hubiéramos quedado más tiempo, pues la finca es preciosa y acogedora, pero teníamos ganas de llegar al Parador, darnos un baño y descansar un poco (pues la siguiente jornada iba a ser dura).
Estas son las vistas privilegiadas desde las Cañadas del Teide...¡espectaculares!
Puesta de sol sobre los Roques de García.
Esta imagen está un poco sobreexpuesta para que se vean mejor las estrellas (tirada con velocidad de obturación de varios segundos y sin trípode, por lo que no es gran cosa).
Amanecer desde la habitación.
Jamás estuvimos en un sitio mejor para observar las estrellas. Incluso se veía la vía láctea con una facilidad pasmosa.
Hay empresas que organizan rutas nocturnas por unos 20 € que parten desde el propio Parador. Nosotros no la hicimos porque los horarios nos partían la cena, pero tienen que ser muy interesantes.
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