Nos levantamos medio zombies con la típica niebla que hay por estos lares y tras un cafetito rápido salimos que ya nos están esperando en la puerta del camping los de Wildwatching. Nos montamos en el todoterreno y ya nos dirigimos a una posible zona de observación. Dejamos el vehículo y con los bártulos en mano (prismáticos, trípodes, telescopios) nos adentramos por un camino en frente de una montaña donde tratamos de ver a los cánidos. El resultado es que no vemos nada, excepto un ciervo. Volvemos al coche y lo que hace es darnos una vuelta por pistas de tierra solo aptas para estos vehículos con algunas paradas en miradores y tratando de ver algún bicho – vemos una liebre cantábrica – y disfrutamos del paisaje.
Vista desde uno de los miradores que visitamos
A las 10:30 estamos de nuevo en el camping, nos tomamos con el guía un cafetito en el restaurante y nos despedimos hasta la tarde, a ver si hay más suerte.
Tras ello, hacemos mochila que vamos a realizar la excursión más conocida de la zona, la ascensión al pico Gilbo.
Se trata de una ruta circular de unos 9 kms y algo más de 600 metros de desnivel. No parece mucho, pero realmente tiene partes duras y en algún momento expuestas.
El comienzo es desde un parking para coches justo cruzado el puente que va de Riaño dirección Crémenes. Desde allí vamos ascendiendo ligeramente por una pista, hasta llegar un cruce: a la derecha sigue la pista y será por donde volveremos; recto se convierte en senda que va picando más cada vez hasta cruzar un praderío y enfrentarnos al collado de La Pedrera. A partir de aquí, vistas por todos lados que invitan a parar cada poco tiempo para admirar el paisaje y descansar un poco. En realidad hay momentos que hay que utilizar las manos, pero se llega bien al pico, a 1679 metros de altitud.
Inicio por la pista forestal. Alcanzando el praderío con el Espiguete llamando ya la atención al fondo. Pasado el collado y empieza el ascenso serio. Parando en mitad a respirar un poquejo – El pico de la izquierda es Peñas Pintas -.
Allí arriba nos quedamos un ratillo, descansando, haciendo fotos y disfrutando de las montañas que nos rodean: Peñas Pintas, Pico Llerenes, Yordas y, más lejos, Mampodre, Espiguete e incluso el macizo central de Picos de Europa. Decir que hay gente durante todo el trayecto, como he comentado, es una ruta transitada. Luego comenzamos el descenso por el mismo camino hasta llegar al praderío comentado anteriormente donde cogemos la bifurcación que nos hará disfrutar de otra parte de la montaña y nos llevará cruzando el hayedo de las Biescas hasta la cueva de la bruja (que menudo fresquito hacía en su interior) donde siguiendo la pista que hemos alcanzado nos llevará sin pérdida hasta el coche.
En la cima. Hayedo de las Biescas
Regresamos al camping y comemos algo, que son casi las 5 de la tarde a lo tonto. A las 18 horas venían de nuevo a por nosotros para el avistamiento del lobo.
Esta vez nos llevan a la misma zona donde el año pasado vi al lobo. Subimos la colina con los bártulos y nos situamos esperando ver algo. Nada más empezar el adaptador del tornillo del trípode donde yo pongo mi telescopio se parte y no hay manera de sacarlo y me quedo sin poder hacer uso del mismo. Jo, me compro el mismo para este día y no me ha durado nada… Allí, con la poca ayuda del Sol que está enfrente de nosotros, pasamos el resto de la tarde, con la única visita de un zorrete que por lo menos estuvo un buen rato deleitándonos. Cuando ya nos quedamos sin luz, nos volvemos para el coche, partiéndonos la caja con el resbalón y hostión sin consecuencias de uno de mis sobrinos.
Llegamos al camping a las 22:30 y tras cenar y ducharnos, nos despedimos del día.
Vista desde uno de los miradores que visitamos
A las 10:30 estamos de nuevo en el camping, nos tomamos con el guía un cafetito en el restaurante y nos despedimos hasta la tarde, a ver si hay más suerte.
Tras ello, hacemos mochila que vamos a realizar la excursión más conocida de la zona, la ascensión al pico Gilbo.
Se trata de una ruta circular de unos 9 kms y algo más de 600 metros de desnivel. No parece mucho, pero realmente tiene partes duras y en algún momento expuestas.
El comienzo es desde un parking para coches justo cruzado el puente que va de Riaño dirección Crémenes. Desde allí vamos ascendiendo ligeramente por una pista, hasta llegar un cruce: a la derecha sigue la pista y será por donde volveremos; recto se convierte en senda que va picando más cada vez hasta cruzar un praderío y enfrentarnos al collado de La Pedrera. A partir de aquí, vistas por todos lados que invitan a parar cada poco tiempo para admirar el paisaje y descansar un poco. En realidad hay momentos que hay que utilizar las manos, pero se llega bien al pico, a 1679 metros de altitud.
Inicio por la pista forestal. Alcanzando el praderío con el Espiguete llamando ya la atención al fondo. Pasado el collado y empieza el ascenso serio. Parando en mitad a respirar un poquejo – El pico de la izquierda es Peñas Pintas -.
Allí arriba nos quedamos un ratillo, descansando, haciendo fotos y disfrutando de las montañas que nos rodean: Peñas Pintas, Pico Llerenes, Yordas y, más lejos, Mampodre, Espiguete e incluso el macizo central de Picos de Europa. Decir que hay gente durante todo el trayecto, como he comentado, es una ruta transitada. Luego comenzamos el descenso por el mismo camino hasta llegar al praderío comentado anteriormente donde cogemos la bifurcación que nos hará disfrutar de otra parte de la montaña y nos llevará cruzando el hayedo de las Biescas hasta la cueva de la bruja (que menudo fresquito hacía en su interior) donde siguiendo la pista que hemos alcanzado nos llevará sin pérdida hasta el coche.
En la cima. Hayedo de las Biescas
Regresamos al camping y comemos algo, que son casi las 5 de la tarde a lo tonto. A las 18 horas venían de nuevo a por nosotros para el avistamiento del lobo.
Esta vez nos llevan a la misma zona donde el año pasado vi al lobo. Subimos la colina con los bártulos y nos situamos esperando ver algo. Nada más empezar el adaptador del tornillo del trípode donde yo pongo mi telescopio se parte y no hay manera de sacarlo y me quedo sin poder hacer uso del mismo. Jo, me compro el mismo para este día y no me ha durado nada… Allí, con la poca ayuda del Sol que está enfrente de nosotros, pasamos el resto de la tarde, con la única visita de un zorrete que por lo menos estuvo un buen rato deleitándonos. Cuando ya nos quedamos sin luz, nos volvemos para el coche, partiéndonos la caja con el resbalón y hostión sin consecuencias de uno de mis sobrinos.
Llegamos al camping a las 22:30 y tras cenar y ducharnos, nos despedimos del día.