Uno de los objetivos del viaje que hicimos a Guadix la primavera pasada, a cuyo relato dedico otra etapa (enlace al final), era visitar el cercano Desierto de Gorafe, adonde teníamos muchas ganas de ir desde hace tiempo por las fotografías que habíamos visto. Además, estuvimos en sus inmediaciones un par de veces (recuerdo el Embalse de Negratín) y nos llamaron mucho la atención los colores de sus descarnados paisajes, sorprendentes incluso de lejos, antes de adentrarse a conocerlos.
Situación de la población de Gorafe y su Desierto en el mapa peninsular según Google Maps.


Este desierto debe su nombre a la pequeña población de Gorafe, que se encuentra a 82 kilómetros de Granada capital (una hora en coche) y a 31 kilómetros de Guadix (media horita escasa), debido a lo cual elegimos alojarnos en esta localidad que también nos apetecía visitar más en profundidad, pues solo la conocíamos por habernos detenido allí unas pocas horas de paso hacia Granada algunos años antes. En cualquier caso, también hay alojamientos en el mismo Gorafe.
Itinerarios hasta Gorafe desde Granada y Guadix según Google Maps.



Para recorrer estas inhóspitas tierras, lo mejor, lógicamente, es evitar tanto el invierno como el verano, así que planteamos la excursión a principios del mes de mayo. Luego, ya solo me faltaba investigar y planificar las visitas.


El 10 de julio de 2020, el Geoparque de Granada consiguió de la Unesco su declaración como Geoparque Mundial, en un área que comprende nada menos que 4.722 km2 de 47 municipios, correspondientes a las comarcas de Guadix, Baza, Huéscar y Montes, cuyo territorio reúne características excepcionales relativas a su geología, geomorfología, arqueología y legado cultural. Y a este entramado pertenece el Desierto de Gorafe, un territorio baldío (badlands) que tras millones de años sumergido emergió en forma de gran depresión, compuesta por enormes farallones, gargantas, cañones y cárcavas, componiendo sorprendentes esculturas pétreas, en las que dominan los colores ocres, grises y rojos, llamados allí “coloraos”. Se encuentra perfectamente delimitado por dos ríos, que proporcionan sendas zonas geológicas y paisajísticas distintas. En la occidental, próxima al río Gor, predominan las arcillas rojas y los cañones de hasta 150 metros de altura; mientras que hacia el oriente, junto al río Guadiana Menor, abundan las arcillas blancas, con cañones de menor altura y más pulidos por la erosión ocasionada por la implacable acción de los elementos con el paso del tiempo.


Consultando diversa información en las páginas web de las Oficinas de Turismo, supe que para visitar el desierto se aconseja ir a pie, en bicicleta o contratando un servicio guiado con coche todo terreno, ya que muchos tramos son impracticables para un turismo por el mal estado de los carriles. Aunque nos encanta el senderismo, enseguida descarte la posibilidad de hacer el itinerario a pie, pues son 23,9 kilómetros, con un desnivel acumulado en ascenso y descenso de 753 metros, que nos hubiese llevado un mínimo de seis horas largas. Además, apenas hay sombras y en mayo el sol ya pega fuerte; por si fuera poco, esa misma tarde seguíamos viaje hacia Córdoba, donde haríamos noche para ver al día siguiente la Feria de los Patios. En fin, demasiado trajín para una sola jornada.
Sendero según el panel informativo


Por eso, preferimos la comodidad de contratar una de las excursiones que ofrece el Geopark Granada, con guías locales. Entre sus tres modalidades, escogimos la ruta circular (que equivale más o menos al recorrido a pie) tras comentarlo con el propio guía, con quien lo concretamos todo directamente por correo electrónico. Su duración es de cinco horas y, por aquel entonces, nos costó 55 euros por persona. Me parece que ahora ha subido algo de precio. Nuestra visita fue privada, nosotros dos solos con el guía. Creo que también es posible formar un pequeño grupo, en cuyo caso hay un descuento. La información está disponible en la siguiente dirección de internet: www.geoparkgranada.com/ ...orados.php

Habíamos quedado en Gorafe a las 10 de la mañana para empezar la ruta, pero como llegamos treinta minutos antes, estuvimos dando un paseo por el pueblo, que cuenta con una población cercana a los 400 habitantes y ofrece varios miradores interesantes, dado el terreno escarpado que ocupa en una de las márgenes del río Gor, sobre un terreno de tierras predominantemente áridas, que, no obstante, permiten el cultivo de cereales en las zonas más fértiles gracias a un eficaz sistema de riego desarrollado en época de la dominación musulmana. Su nombre actual procede del término árabe “Al-Gurf”, por el que se conocía en el siglo XII a una alquería de Guadix. La traducción (granero) parece referirse a las numerosas casas-cueva que aún subsisten y que se pueden contemplar a simple vista en la localidad. El lugar tuvo cierta relevancia al estar situado en tierra fronteriza hasta que fue conquistado por los cristianos en 1451. Además, Gorafe es conocido por su parque megalítico, que representa una de las mayores concentraciones de dólmenes de toda Europa, con un total de doscientos cuarenta a lo largo de 20 kilómetros, distribuidos en diez necrópolis y que corresponden a grupos humanos de hasta 5.000 años de antigüedad. Uno de los conjuntos rupestres más importantes es el de Los Algarves.

Durante nuestro paseo, contemplamos el edificio del Ayuntamiento, los restos del castillo, la fortaleza del Cuervo y la Iglesia de la Asunción, templo parroquial de estilo mudéjar del siglo XVI, que fue muy modificado posteriormente. También hay un Centro de Interpretación del Parque Megalítico, que cuenta con tres rutas que suman 37 dólmenes. No nos dio tiempo a visitarlo.

Ruta circular 4X4 por el Desierto de Gorafe.
A la hora acordada, nos encontramos con Miguel, nuestro guía, un joven emprendedor de Gorafe, que ama su pueblo y está dispuesto a ponerlo en valor, fomentando un turismo responsable. Aunque no solemos hacer este tipo de recorridos, me adelanto a las conclusiones para decir que quedamos muy satisfechos, tanto por las explicaciones recibidas como por el ambiente entre los tres, que fue muy cordial en todo momento.

Empezamos el itinerario en el todo terreno subiendo por una pista muy empinada que nos llevó hasta un mirador sobre Gorafe, desde donde pudimos apreciar todo el Valle, con los cultivos verdes en el centro, a modo de oasis, rodeados por un sinfín de cárcavas marrones, formando un paisaje tan sorprendente como desgarrador.

Allí, vimos también uno de los monumentos megalíticos que tanto abundan en la zona.Seguimos después hacia el lugar donde se encuentra un alojamiento en medio de la nada. Nació con un propósito distinto, pero ahora lo utilizan personas –sobre todo extranjeros- que buscan aislamiento y relax. Se trata de una propiedad privada, así que hay que respetar la intimidad de quienes allí están, aunque en aquel momento no parecía haber nadie. Más tarde, veríamos un segundo alojamiento de las mismas características en otro punto diferente.


El recorrido continuó, mostrándonos paisajes erosionados, profundos barrancos y chimeneas de hadas, una mezcla de colores marrones, ocres, amarillos y rojos, salpicados a veces por motas verdes de líquenes y esparto. Muy al fondo, apreciábamos la mancha azul del Embalse de Negratín, por donde habíamos pasado poco antes del comienzo de la pandemia, y cuyas vistas tanto nos habían impresionado.


Paramos en un mirador, que nos ofreció una sensacional panorámica en 360 grados. Lo que yo pudiera contar no importaría demasiado, así que mejor pongo unas fotitos ilustrativas que, de todas formas, ni mucho menos hacen honor a lo que se aprecia en directo.



Seguimos y, a lo lejos, vimos los antiguos refugios de pastores, excavados en las rocas. La pista de tierra se tornó más complicada, con bastantes socavones y agujeros, complicada en cualquier caso, lo que explica la necesidad de circular con un vehículo todo terreno. En algunas zonas, hay barrancos por ambos lados y, aunque tampoco puede decirse que sea sumamente peligroso, hay que conducir con bastante precaución.




A través de la ventanilla abierta del coche, hice muchas fotos, pero también nos detuvimos varias veces, en los miradores más destacados y, también, cuando se lo pedíamos a Miguel. Ningún problema en este sentido. Algunos parajes recordaban a los escenarios de las películas de indios y vaqueros americanas, aunque no son del mismo estilo que los del almeriense Desierto de Tabernas. Uno de esos parajes especiales es el Barranco de la Rambla del Pollo, donde hay un panel explicativo, que hace referencia a unos enormes paredones y roquedales de tonos rosáceos, entre los que destaca la sugerente formación denominada Los Filetes de la Loma de los Pinos.


Esta parte me resultó espectacular y saqué muchas fotos, dispuesta a lograr, casi siempre sin éxito, atrapar mis sensaciones ante lo que estaba contemplando. Me encantan este tipo de paisajes, lo confieso.


Otro panel informativo nos ofreció explicaciones geológicas sobre los paisajes denominados “badlands”, sus materiales, sus gamas de colores, sus características, su erosión, los fósiles encontrados… Muy interesante.




Llegamos después al Cerro de la Bandera, desde cuya cúspide se contempla un gran panorama en 360 grados, en especial la zona del sureste, denominada “las olas”, y otro de los sitios más famosos del Desierto de Gorafe, que se llama “Los Coloraos" por razones obvias. El cartel informativo explica uno a uno todos los picos de las sierras de Granada y Jaén que podemos divisar.



Lo que está un poco exagerado son los colores rojos del cartel, que casi parecen un fucsia chillón. Pero, vamos, que ni falta que le hace ser así –bueno, quizás al atardecer o al amanecer se le parezca más- porque el contraste de tonalidades al natural resulta realmente bonito.





Otro mirador, nos deparó nuevas vistas fantásticas de "Los Coloraos" y sus franjas horizontales, esta vez los teníamos justo al frente. No sabíamos hacia dónde mirar.



Tras un buen rato haciendo fotos en todas direcciones, proseguimos por una pista descendente que nos iba acercando paulatinamente a las formaciones que habíamos estado observando a vista de pájaro.



Ya en la parte baja, vimos las rocas de colores desde abajo-arriba, en vez de desde arriba-abajo, como antes. Y no sabría decir cuál de las perspectivas me resultó más espectacular. Incluso trepamos al interior de una de las cavidades, comprobando su enorme altura.


Vimos grietas, cristales, agua… Una serie de cosas que no habríamos apreciado sin nuestro guía. Un arroyo se había desbordado y nos dio algún pequeño problema para cruzar con el 4X4. Había llovido bastante la semana anterior y todavía se notaba. Otra razón para no arriesgarse sin necesidad. Seguimos la ruta por el fondo del barranco, admirando aquel paisaje rojo, perdón “colorao”, con fondos ocres, y salpicado de manchas verdes. No en vano, estábamos en primavera.

De nuevo, ganamos altura por la pista hasta llegar a uno de los miradores más impresionantes, el de "Los Coloraos" con nombre propio, cuyo nombre responde, como ya he comentado, al tono rojo de las arcillas que componen sus paredones, si bien el paso del tiempo ha erosionado el terreno de forma diversa, proporcionando otras tonalidades que favorecen unos contrastes fantásticos. Un panel informativo que explica también su biodiversidad, señalando las especies de fauna y flora que allí habitan. Las vistas me parecieron abrumadoras.




Continuamos el itinerario circular, desde el que pudimos contemplar otras panorámicas y, aunque las formaciones se repetían, tampoco aburría ni mucho menos al tratarse de unas perspectivas diferentes; además, la charla con Miguel era muy amena y nos contó muchas cosas de su vida diaria, de su pueblo, de sus estudios, de sus proyectos, de las ganas que tenía de visitar a fondo Madrid, del Museo Arqueológico Nacional…



Finalmente, tras cinco horas de trayecto, aproximadamente, volvimos al pueblo, donde almorzamos en el Mesón El Mirador.


Discordancia Angular.
Después de comer, ya pensando en encontrar la mejor ruta hacia Córdoba, pasamos primero por un lugar curioso que nos había recomendado Miguel, y que se encuentra en la carretera GR-6100. Está indicado. Se llama “Discordancia Angular” y hay una especie de mirador, donde un panel informativo explica que se trata de una superficie geológica que separa unos estratos antiguos, inclinados y erosionados, de otros más modernos horizontales o de menor inclinación.


En fin, aparte de que entendamos o no lo que significa todo eso –el esquema del panel es muy ilustrativo-, las panorámicas que se contemplan son realmente impresionantes, así que merece la pena detenerse un ratito en este lugar porque el paisaje, con esa variedad de colores, resulta fascinante, si bien hay que tener cuidado porque el terreno del mirardor es bastante irregular.


Baños de Alicún de las Torres y Acequia del Toril.
Entre paisajes imponentes, seguimos un rato por la misma carretera hasta el Balneario de Alicún de las Torres, tratando de encontrar la Acequia del Toril. Aunque vimos los carteles, no dimos con el lugar exacto. Se nos estaba haciendo tarde porque queríamos llegar a Córdoba a una hora decente, así que dejamos esta excursión para otro momento. Y es que, seguramente, volveremos a esta zona tan sugerente. Nos faltan muchos dólmenes por visitar.

Conclusiones.
El paisaje del desierto nos gustó mucho y eso que había una ligera bruma que difuminaba algo los colores, si bien tampoco me parecieron tan exagerados ni “fosforitos” como aparecen en algunas fotografías de revistas, en Instagram o en los propios paneles informativos. Respecto a la excursión en 4X4, aunque puede parecer cara, a nosotros nos salió a cuenta, dado el tiempo de que disponíamos, y que circular por esas pistas con un turismo (aparte de que ignoro si está permitido) es jugársela mucho y eso que, por ejemplo, hemos ido a la Playa de Cofete (Fuerteventura) en coche normal, entre otros muchos sitios a los que hay que acceder por pistas de tierra, así que no nos cortamos fácilmente. El guía fue muy majo, muy atento, nos explicó todo perfectamente, me dejó hacer cientos de fotos y sobre todo me gustó que fuese un chico local, que se ha quedado en su pueblo para promocionar el turismo responsable y agenciarse una forma de vida de acuerdo con sus expectativas. Me hizo gracia que nos comentase que lo peor de Gorafe es la falta de chicas; así que tiene que ir a otro pueblo o a Granada para “ligar”
. ¡Suerte, Miguel!


Respecto a ir a pie, para el tipo de ruta que es me pareció muy larga y sin sombras. Nos encontramos con algunos senderistas por el camino y, la verdad, no les tuve mucha envidia, si bien, tomándoselo con calma y en las horas apropiadas, se puede hacer, claro está. Sobre utilizar bicicleta, no me atrevo a opinar. Por lo demás, pedir disculpas por la gran cantidad de fotos que he puesto, pero es que me resulta muy difícil escoger entre la multitud que hice, ya que el sitio, al menos en mi opinión, es muy especial y se lo merece.

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