Hoy el dia se levanta con una sorpresa, cuando abrimos la ventana ha nevado! Hay una preciosa nevada que nos deja unas vistas preciosas de las montañas del frente y aprovechamos a dar una vuelta por el alrededor del apartamento viendo como nuestra chiquitaja pisotea la nieve, es algo nuevo para ella.




Y tras pasar un rato por allí viendo la nieve, nos disponemos para disfrutar del dia de la joya de la corona, Colmar. Asi que como siempre ya desayunados, nos ponemos en marcha hasta colmar para aparcar de nuevo en el parking lacarre, pero esta vez no tenemos suerte de aparcar en la zona techada, nos toca dejarle en la azotea al raso. Pero bueno, al menos bien aparcado y sin pagar. Asi que salimos a la calle y nos dedicamos a hacer de nuevo el mismo recorrido que la noche que llegamos pero esta vez disfrutando de la ciudad a la luz del dia, y de noche es bonito, pero es que de dia tampoco se queda atrás. Cuanto adorno, cuanto detalle, cuantos puestos, cuantos arboles, cuantos gnomos colgados de todos sitios…es que es una ciudad en la que se respira navidad por todos sus poros..mires donde mires todo está adornado…la zona del koifhus y la rue de marchands es espectacular, y ahora de dia la petite venise y la zona de la noria también están espectaculares.




















Colmar solo te pide callejear y callejear, dejarte sorprender por cada rincón y disfrutar de la navidad por sus calles. Aquí los mercados abren todos los días desde las 11 hasta las 19 o las 20 si es finde. Y puedes pasar horas viendo los puestos, y disfrutando de los ricos olores que emanan de algunos sitios, sus pretzels, sus manalas, sus bredalas….asi que tras unas horas callejeando por aquí, decidimos volver andando al coche para seguir con nuestras visitas.
Nos encaminamos hacia Kayserberg. Este pueblo nos encantó en verano, y ahora en navidad mas de lo mismo. Aparcamos al igual que la otra vez, al lado del supermercado pero esta vez no hay la misma suerte. Como aquí el mercadillo navideño solo abre los dos primeros fines de semana de diciembre , de 10 a 20 horas, y está a reventar de gente, hay que sacar tajada, asi que en el mismo sitio que la otra vez no pagamos, ahora hay unas pocas personas dándote una tarjeta para aparcar que cuesta 5€. Eso si, por lo visto, con esa tarjeta si compras en el super te lo descontaban de la compra. Dejamos el coche , y bien tapados porque esta lloviendo, nos encaminamos al centro del pueblo, ni en 10 minutos estamos allí. Este pueblo de nuevo es una sola calle que atraviesa todo el pueblo, aunque bastante largita. El mercadillo se encuentra básicamente detrás de la iglesia de sainte croix y la place de Marie, delante de ella. Con algunos productos locales, castañas calentitas, que probamos aunque no estaban muy alla, y algunos detalles navideños. No es por lo que mas sobresale kayserberg, por su mercadillo, es mas, creo que fuera del finde y con menos gente, es mejor visitarlo. Pudimos disfrutarlo de dia cuando llegamos, viendo sus calles y plazas engalanadas, llenas de pequeñas lucecitas, aunque por desgracia muy lleno de gente.aprovechamos para comprar en la biscuterie la table alsacienne, unas típicas bredalas, pastas de mantequilla y de sabores, y que cosa mas buena por favor, cogimos una bolsa de 300 gramos, pero es que si lo se me traigo un kilo, serán las pastas mas buenas que he comido. También cogimos unos bizcochos típicos de esta zona, pero pequeñitos y de varios sabores, el kigelhopf, parece un volcán y también muy bueno. Las pastas y esos bizcochos, fueron 24,50€. Aquí hay varios sitios que las propias tiendas han sacado a la calle sus productos y ofrecen comidas calientes. Seguimos paseando hasta llegar a la zona del puente que cruza el rio, una zona preciosa y al final recorremos la calle que acaba en la otra punta del pueblo.















Ya se ha hecho de noche y podemos admirar el pueblo con otros ojos, y lleno de luces. Pero llega la hora de meter algo al cuerpo que no sea dulce, de la otra vez conocíamos un restaurante de aquí, bratschtall manala, no pudimos reservar porque no cogían el teléfono pero como es muy pronto para cenar todavía, nos acercamos y preguntamos y nos dicen que si, y tampoco nos pusieron pegas en pasar con nuestra chiquitina, que acoplamos en su mochila en una esquinita y estuvo ella tan pichi sin decir ni muchi! Aunque un poco una desilusion de nuevo, o lo recordábamos mejor o no acertamos con los platos por que lo que pedimos tampoco era una cosa buenísima. Pedimos un rosti de champiñones con una ensalada de acompañamiento y un plato de una pechuga de pollo con una salsa por encima y bacon y patatas. Y nos costo 42€.


Volvemos a salir al fresquito de la calle, ahora ya no llueve y andando vamos diciendo adiós a Kayserberg.








Regresamos al coche y como estamos de nuevo bastante cerca de la casa, vamos a calentarnos un poco, ya que el dia hoy ha sido un poco fresquete y con la lluvia acompañándonos, y dejamos a nuestra chica aquí para ir a recorrer las ultimas visitas de la noche. Ponemos rumbo a Bergheim, un pueblo muy muy pequeño pero con mucho encanto. Tiene un mercadillo pero que solo abre el finde primero de diciembre. Dejamos el coche en un aparcamiento un poco mas a las afueras y nos acercamos andando al centro. Parece que no va a haber nadie, pero tras pasar su puerta , y llegar cerca de la plaza del ayuntamiento, ya oímos el bullicio y villancicos cantados por un coro.







Con lo pequeño que es el pueblo, y toda la plaza está lleno de puestos de regalos, adornos y comida. Y con varias luminarias para calentarse. Incluso en el centro están asando un cerdo o un jabalí, no supimos el que era. Y ya que huele muy bien, probamos un vasito de crema de calabaza, muy rica. Si lo llegamos a saber, habíamos cenado aquí, porque tenia todo lo que vimos una pinta estupenda. Tras recorrer la plaza y salir a la calle principal del pueblo y llegar a su iglesia, desandamos nuestros pasos hasta el coche para dirigirnos a Obernai para comprobar que de dia es bonito y de noche también.
Aparcamos de nuevo en el parking des remparts y entramos al pueblo por el mismo sitio que ayer. Los puestos del mercadillo ya han cerrado pero eso supone que estamos casi solos por las calles y podemos ver la iluminación sin bullicio. De nuevo la place du marche con su árbol, preciosa, y de nuevo volvemos a callejear por las mismas calles admirándolas esta vez bajo la luz de la luna.










Tras pasear un rato, volvemos al coche y a la casa a descansar.