A las seis de la mañana, ya estábamos en pie, preparándonos para uno de los momentos del viaje, subir el volcán Concepción. Es una subida y bajada de entre ocho y diez horas. La bajada es aún más complicada que la subida, que a partir de los 1300 metros, se vuelve más y más vertical. Tiene mucha grava volcánica suelta, que hace que te vayas resbalando a cada paso, de hecho en la bajada, vas por momentos surfeando.
Se necesita guía para ir allí. El guía suele cobrar 25 dólares. Nosotros íbamos con un muchacho bastante joven, Mario tiene 22 años, y yo a punto de cumplir los 50, así que me llevaban follao. Pero aquí el tío aguantando mecha, que ya llevo unos cuantos retos a las espaldas
Vas en un tuk tuk hasta la garita de entrada, que allí un vigilante es el que controla que la gente suba con guía,pues ha habido muchos rescates de gente que ha subido sola e incluso algún muerto. La entrada no sé lo que cuesta, porque habíamos pactado que entraba con el precio del guía.

Los primeros 3 kms son llanos y después empieza un bosque nuboso, en el que vas ascendiendo ininterrumpidamente hasta los 1000 metros, que es la primera área de descanso. No es más que una pequeña explanada desde las que tienes unas vistas bestiales de la isla.


Una pena, pues ese cráter es un espectáculo. Tan cansado iba, que una china que estaba allí con su guía, me dijo que tenía spiders por la espalda. Mira que no me gustan las arañas, pero casi ni me inmuté, las sacudí casi sin ganas. Curioso que allí hubiese tantos bichos de esos.

Volvimos a atravesar en bosque nuboso, después el interminable camino hasta la garita y tras seis horas y media, ahí estábamos esperando el tuk tuk. Los cuádriceps me temblaban, pero estaba muy contento del reto superado y más aún cuando me clavé dos Toñas.
En la noche, nos fuimos a un local muy local llamado el Pollo Cervecero jaja. Si vais a Moyogalpa, no podéis dejar de visitar este sitio. Bar de los de aquí hace 60 años, suelo de tierra, maquina de discos con moneda,

Mario se le ocurrió pedir una naranja y todo el mundo lo miraba extrañado. El camarero sin calzado, con su camiseta del barsa, era para verlo. Hostia, pasamos allí un par de horas de pm, y encima nos comimos un pescado cada uno , acompañantes y dos Toñas para mí y dos fantas para él, por siete euros los dos.


Ya muerto, me voy para la habitación y mi churumbel se va a una discoteca cercana. Lamenté no acompañarle esa vez, cuando vi las fotos a la mañana siguiente...