Cuando menos lo pensaba, en 2019, con 68 años me lancé al desafío de hacer el Camino de Santiago, sin antes haber realizado cosa semejante.
· Como tal desafío no me valía hacer los últimos 100km, (la Compostela no me interesaba para nada), por lo que comencé en Saint Jean a Pied de Port, según mi GPS, 838km, y fue posible, en tan sólo 24 días.
· Tengo planeado realizarlo desde Lisboa, próximo desafío.
· En 2022 me lancé a la aventura de subir los picos 4000, del monte Toubkal de Marruecos, y lo he podido completar también, y fascinado por ese país, me propuse, hacer senderismo en el desierto de Sahara marroquí.
· Éste es el relato de todo lo vivido en esa experiencia fascinante, (al menos para mí).
· Lo primero que he tenido que hacer es, buscar como acercarme lo más posible a Merzouga, ya que desde Marrakech el costo de ida y vuelta ronda los 300€, (en coche, en bus, es un viaje interminable, mucho más barato claro).
· Decidí sacar pasaje hasta Errachidia, donde la aerolínea Air Maroc hace escala.
· Se llega a Errachidia a las 23:50pm, por lo que reservé una noche de hotel para la llegada y otra para el regreso, (vuelo de retorno a las 6:00 para Casablanca), hotel Oasis, que me buscan y regresan al aeropuerto a esas horas tan impropias, sin ningún coste.
· Mi periplo en Merzouga, desde y hasta Errachidia, lo concerté con el Ksar Bicha, 100x100 recomendable. www.ksarbicha.com/
Día 1: El 18 de setiembre, Vuelo Valencia - Er Rachidia con escala en Casablanca.

Pernocta en Hotel Gite porte Oasis.

El viaje
Nos dirigimos desde Er Rachidia hacia Merzouga, pueblo en el sureste de Marruecos conocido como la Puerta del Desierto, a los pies de las dunas que dan paso al Sahara.
Durante los 128 kilómetros que recorremos en una hora y media, la visión del desierto va cambiando, de ser una meseta árida y rocosa para comenzar a ver cadenas de grandes dunas de arena.
Transcurridos 28 km en carretera nos detenemos en el palmeral del Jorf en el Cañón del Ziz.

Famosa por ser la capital de los fósiles, también cada año en Erfud se celebra en octubre el festival del dátil, al finalizar la recolección de los dátiles, los más famosos, y mejores de todo Marruecos.
En la cercana la colina que se levanta el fuerte llamado Borg Est, desde donde se tienen hermosas vistas.
A tan sólo 25 km de Erfoud, encontramos las esculturas del alemán Hannsjönrg Voth, que visitaré al regreso de Merzouga.
Hace 370 millones de años, la profundidad del mar disminuyó y algunas zonas emergieron, como es el caso de la región de Tafilalet.
Desde muy pequeños, los pobladores de Erfoud van a buscar a la tierra piedras de formas extrañas y con nombres científicos que luego venden por las calles.
Sobre los dátiles, la variedad predominante es el mejhul, o medjool, famoso por su tamaño, su alto porcentaje de pulpa y por su delicioso sabor, se recolecta a mano y con un extremo cuidado.
Un hombre se sube a lo alto de la palmera y va cogiendo uno a uno los dátiles con mejor aspecto, y en su punto justo de maduración.
El precio de esta variedad, se comercializa entre 15 y 25€.
En el camino he visto km y km de palmeral quemados por un gran incendio ocurrido en 2019, según me comenta mi chofer.
Hamed, tiene 50 años y vive en Errachidia, en una casa levantada con sus propias manos.
Viste como un occidental, de forma normal, habla muy poco español, es bereber, etnia autóctona del Magreb y nació en Erg Chebbi, las arenas del Sahara marroquí, que ocupan una franja de 22 km de norte a sur y 5 km de este a oeste aproximadamente.
Hammed nació en el erg y vivió como nómada hasta que toda su familia, madre, padre, y sus cinco hermanos, decidieron vender sus animales y establecerse en Errachidia, sobre la tierra marrón y polvorienta, a pocos metros del último aeropuerto para la entrada a las montañas de arena que fueron su hogar durante su infancia.
Trabaja con turistas desde muy temprana edad, primero en Erg Chebbi, una de las regiones más visitadas del país, como guía, y desde Errachidia con su furgoneta como taxista.
Hassi Labiad y Merzouga después, son los dos pueblos cercanos, donde están los lugares para alojarnos quienes queremos conocer el Desierto, y sus pobladores, casi todos viven del turismo.
Luego de hora y media llegamos al Ksar Bicha, sitio desde donde saldré al desierto en muy pocas horas.

Me recibe quien fue mi interlocutora en varias ocasiones, Aziza muy simpática, pero de español nada de nada, me designa una habitación para poder configurar mi equipaje para el desierto, hecho esto, lo primero, un descanso junto a la piscina y disfrutar del recibimiento bereber.


La ropa del viaje desde España la dejo en el albergue, pues sólo me valdría para el regreso, y sería inútil cargar con ella para nada.