MERZOUGA - CAMPAMENTO BOUYERD. ✏️ Diarios de Viajes de MarruecosKsar Bicha – campamento Bouyerd. Luego del recorrido desde Er Rachidia, hasta el Ksar Bicha, me esperaba una bienvenida fantástica, junto a la piscina, con una bandeja para picar algo de todo y el infaltable té. Sobre las 14 y 30, en la misma...Diario: 5 días en el desierto de Merzouga - Marruecos⭐ Puntos: 5 (3 Votos) Etapas: 6 Localización: MarruecosKsar Bicha – campamento Bouyerd. Luego del recorrido desde Er Rachidia, hasta el Ksar Bicha, me esperaba una bienvenida fantástica, junto a la piscina, con una bandeja para picar algo de todo y el infaltable té. Sobre las 14 y 30, en la misma mesa, frente a la piscina me sirven la comida, ensalada, Tajín, botella de agua y frutas de postre. Sobre las cinco de la tarde, llega el momento de los preparativos para, cruzar el desierto y retroceder en el tiempo. Partimos del Ksar, cuando el sol está alto y las dunas, a lo lejos, tienen unas tonalidades amarillas. Said, será mi guía y lo hacemos con un dromedario que me espera cargado a las afueras de los muros. Subo en “mi” dromedario, que, a diferencia del camello, solamente tiene una joroba y es oriundo del norte de África, con paso lento avanzamos a un destino para mí desconocido. Durante dos horas, el dromedario avanza lento, su paso es el del guía que le lleva de la cuerda, y mientras sus patas se hunden con mucha suavidad en la arena, intento leer, ¿qué está escrito en la arena? Con poca observación es posible saber quién pasó antes por allí: huellas de zapatos, me dicen que un grupo de turistas ha estado aquí, las marcas de ruedas indican que, diferentes tipos de vehículos han hecho su pasada por esta zona, las marcas de unas patitas pequeñas son de los zorros del desierto y unas diminutas rayitas las dejan los escarabajos. Said sigue las huellas redondas, de otros dromedarios que ya abrieron camino. Hacemos una parada junto a un grupo, desde aquí intento subir a la imponente duna delante nuestro, y desde allí puedo apreciar un atardecer único, subir se hace bastante difícil, y a medida que me acerco a la cima, el ascenso es cada vez más duro, pero finalmente llego, permanezco sentado y con el pecho agitado por el esfuerzo, con las manos calientes por la arena, y desde aquí viendo como el tiempo se detiene, mientras el sol, lentamente desaparece en el horizonte. Mientras se funde con el horizonte, llena las dunas de colores, y sus rayos van acentuando las formas Proseguimos la marcha, (a partir de aquí, no volveré a subir al dromedario) y finalmente llegamos a al campamento, con algo de vegetación alrrededor y al refugio de las dunas de Erg Chebi, donde me esperan con otra recepción, de frutos secos y té. Frente a mí, seis haimas, mitad a derecha y mitad a izquierda, (carpas típicas de los nómadas) una de ellas será mi dormitorio por las dos noches siguientes. Las haimas hechas con cañas y recubiertas en su interior con telas y tapices de colores, todas con patrones diferentes que las propias mujeres bereberes diseñan. Todas las haimas tienen agua y electricidad, hay de diferentes tamaños y precios, la más económica cuenta con espacio suficiente para una cama de dos plazas, muy grande y un baño con wáter, pila y ducha. Las haimas forman un semicírculo con el comedor en el centro, y accesos mediante caminos de alfombras, tienen mesas, hechas de madera con tapices encima, y sillas, al sentarnos a comer, lo primero que se sirve es té, con una tetera de acero inoxidable, en vasos pequeños de vidrio y con ribetes dorados y diferentes tonalidades. Aprovecho los últimos minutos de sol, esos en los que las dunas cambian de color entre amarillo, naranja y rojo en pocos instantes, para sacar fotos y mirar el atardecer en la inmensidad del desierto. A esta hora, por la posición del sol, el desierto se convierte en una gran sábana arrugada, llena de pliegues y claroscuros, aquí sientes que estás en medio de uno de los paisajes más surrealistas de este planeta. Cuando llega la noche profunda, repetimos el ritual beber, “whisky bereber”, el té. Luego la cena, una ensalada, un tajine de pollo y verduras, que comparto en mesa con dos españolas, María José y Davinia, madre e hija de Valladolid que viajan juntas, pero lo hacen en 4 x 4. Acabada la larga cena, entrada la noche profunda, los trabajadores del campamento junto con los guías encienden una gran fogata e invitan a acercarse al calor del fuego, tocando sus instrumentos. Formados en ronda, para disfrutar la noche escuchamos música berebere interpretada con sus particulares tambores y castañuelas. Ante mi curiosidad, los músicos nos explican algo sobre el tbila, es un tambor doble hecho de arcilla y piel, cuya parte superior se cubre con piel de cabra, el bendir, es una especie de pandereta tensada con piel de cabra, la Qerqbat, especie de castañuelas de metal. Y la sorpresa de la noche fue al presentarse con una torta para celebrar el aniversario de María José, todo un acontecimiento que se encargaron de hacer para felicidad de la agasajada. Luego tumbado boca arriba en un colchón, a la intemperie, miro “La gran pantalla de televisión bereber”, llena de estrellas. El cielo nocturno del desierto es envolvente, pensamos generalmente, que estamos abajo y el cielo, allá arriba, pero no, todo el horizonte está lleno de estrellas, diciéndonos también que nos rodea, como una cúpula planetaria que cubre toda la inmensidad. Nunca me sentí tan insignificante, como en este colchón en medio de la arena, mientras observo las miles y miles de estrellas sobre mi cabeza, y siento por primera vez que estoy mirando, cara a cara, al universo eterno. Esas estrellas, las fugaces, las rojas, las muy brillantes, las más débiles, las que dibujan formas, todas ellas, parecen decirnos: “Mira bien, pues hay mucho más, el universo no se acaba en la Tierra”. El silencio es tan profundo que me parece por momentos, haber quedado sordo. Finalmente, el frío del desierto comienza a sentirse y tengo que refugiarme en mi haima, por la noche la temperatura baja hasta los 8º e intento refugiarme en la cama, limpia y cuidadosamente preparada. En el desierto los relojes y los calendarios se detienen, son las 0:45. Imagenes relacionadas Índice del Diario: 5 días en el desierto de Merzouga - Marruecos
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