Vaya mañana he echado. Siete horas de bus hasta Ciudad de Panamá. Hemos salido a las 5:30 de la mañana y hemos llegado a las 12:30 a la ciudad de Panamá. Al menos aquí los buses están de lujo. Dos plantas, con asiento espacioso, silencio y aire puesto en su justa medida. Me ha tocado un compi que estaba roncando desde el minuto uno de partido, apoyaba la cabeza en su papada y tan a gusto que iba.
Siendo siete horas, se me han hecho rápidas. Editando fotos de ayer, viendo un poquito de YouTube, leyendo algo que lo tenía abandonado, haciendo Duolingo de portugués y mirando cosas de Brasil. No me da tiempo a aburrirme.
La llegada a Panamá es muy espectacular. Se cruza el puente de las Américas sobre el canal de Panamá, con los rascacielos de la ciudad de fondo. Al acercarnos a los rascacielos no puedo evitar que me recuerde muchísimo a Benidorm, aunque exponencialmente más grande; es como algo intermedio entre Dubái y Benidorm. El bus me ha dejado en la terminal de Albrook. Una terminal que parece un aeropuerto. He pillado un Uber y para el alojamiento. Aquí en Panamá el alojamiento no es barato. Hay hostales con habitación compartida que no bajan de 15$ y están todos en un barrio que, según los comentarios, de noche se pone chungo. Al final, he pillado una habitación de hotel por 35$ que está perfecta y con lavandería gratis ". Hostal Ibrais" Muy recomendable.
He dejado las cosas y a las 15:00 me he lanzado a recorrer la ciudad. Tengo que decir que me daba muchísima pereza y ha resultado una ciudad muy impresionante. Sin duda, es la ciudad que más me ha gustado de toda Centroamérica. Es una mezcla muy extraña. Está limpia, ordenada, bien cuidada, con metro, gente haciendo deporte, paseando perros, tocando música, rascacielos... A la vez, está llena de indígenas, puestos de comida rápida típicos, mapaches, venta de artesanía, quinceañeras echándose fotos y casitas coloniales. Lo de los indígenas está chulo, pasaba lo mismo en Ecuador en Quito, pero aquí es más llamativo. Indígenas de comunidades lejanas se vienen a la capital a vender artesanía y ganarse un dinero. También se les ve haciendo vida normal sin vender ni pedir nada. Es un contraste gordo estar entre rascacielos y cruzarte con un grupo de indígenas con sus vestidos tomándose un raspado (lo que en España es un granizado, aquí lo llaman así porque literalmente raspan un bloque de hielo para hacerlo). Se ven varios grupos indígenas, pero los indígenas que más se ven son los de la etnia Guna Yala. Son muy identificables tanto por sus ropas como porque muchos llevan la bandera de Guna Yala que es, sorprendentemente, como la bandera de España con una esvástica en el centro.
He empezado mi paseo por la zona de los rascacielos. El hotel lo tengo muy cerca del más famoso de todos, el Tornillo. En la zona de los rascacielos he cogido el boulevard y he ido andando hasta el barrio viejo. En el boulevard es donde se ven los mapaches, los cuales son alimentados indiscriminadamente por todo el mundo. Les dan de todo y ellos lo cogen con sus manitas como si fueran personas. Se les ve bastante más enfermizos que los que me crucé en estado salvaje en Cahuita. El boulevard tiene muchísima vida. Se va dejando atrás el skyline de rascacielos para cruzar de golpe al barrio viejo. Aquí se ven bares mega pijos con terrazas con vistas a la bahía y los rascacielos, tiendas de sombreros panameños, mercado de artesanías y mucha música en la calle. En la plaza de la Catedral un grupo de indígenas de Guna Yala, al menos 50, se dedicaban a hacer su baile tradicional que se llama Ico Inna. Bailes con las flautas donde toda la comunidad va dando saltos y vueltas al ritmo de flauta. Muy bonito.
El barrio viejo va intercalando plazas, con unas vistas espectaculares a los rascacielos de fondo con edificios coloniales en primer plano. Me ha gustado mucho. No pensaba traerme la cámara y menos mal que me la he traído. Si es que a cualquier cosa le metes un poco de cultura en forma de bailes y demás y la experiencia se hace más disfrutona. La ciudad de Panamá es como si imagináramos a Guatemala dentro de 100 años, aquí hay mucho dinero. Además, se ven muchísimos asiáticos, árabes e incluso grupos de judíos. Hay una mezcla buena.
Me ha caído la noche y andando me he metido en un barrio con no muy buena pinta... Según he visto el panorama, me he vuelto sobre mis pasos y me he pillado un Uber. Con la tontería, me he andado más de diez kilómetros así que volver andando no era opción.
Ya en el hotel me he ido a pillar una pizza y el desayuno de mañana. Mañana tengo que llegar a Metetí, al final del todo de Panamá. Uno diría que abajo del todo, pero no es así. Al ver el mapa de América da la impresión de que Panamá baja de norte a sur, pero realmente está en horizontal. Es un país muy alargado orientado de este a oeste, con la costa caribeña en el norte y la pacífica al sur. Boquete está al oeste del todo y mañana voy a uno de los pueblos más al este. La selva del Darién se encuentra totalmente al este y ahí es donde iré pasado mañana.