Hasta ahora todos los diarios que había escrito eran de viajes fuera de España, pero esta vez me he decidido a escribir uno de un viaje interior, concretamente uno corto de 3 días a la vecina Cantabria. En este viaje nos planteamos dedicar un día a Santander y el resto a zonas de Cantabria todavía desconocidas para nosotros, obviando otras poblaciones que ya conocíamos como San Vicente de la Barquera, Comillas, Santillana del Mar o Castro Urdiales.
Salimos el sábado 5 de diciembre sobre las 6 de la tarde de casa, para llegar a nuestro hotel en Santander sobre las 8:30. El medio de transporte utilizado fue el coche propio.
El hotel, que reservamos a través de agencia, fue el Gran Hotel Victoria, por el que pagamos la cantidad de 282 € por 3 noches en una habitación doble, en régimen de alojamiento y desayuno. El hotel es altamente recomendable, de hecho me lo recomendaron algunos foreros (gracias, Angel-ito), con una muy buena relación calidad/precio. Por lo visto eran unos antiguos apartamentos, reconvertidos hace pocos años en hotel de 4 estrellas. Está situado en El Sardinero, más concretamente entre la Playa del Camello y la 1ª Playa del Sardinero. Habíamos solicitado previamente piso alto, y nos dieron el más alto, el 4º, con vistas al mar desde la terraza.
Después de guardar el coche en el párking del hotel y subir a la habitación, salimos a dar un paseo por la zona, para volver a cenar al hotel, cuyo excelente restaurante merece una mención aparte, por la buena y cuidada cocina, amabilidad y profesionalidad del personal y una vez más, buena relación calidad/precio, aunque hay que decir que no es barato.
Esa noche cenamos una ensalada templada de rape alangostado, almejas a la marinera y una “masera”, nombre que le dan los cántabros al buey de mar. Con postres y una botella de albariño, la cena nos salió por unos 100€ para los 2. Ya sé que es bastante dinero, pero la calidad del producto no se podía superar. Un detalle que me gustó, es que todos los platos que pides para compartir te los sirven en un plato para cada comensal.
El día siguiente, domingo, lo dedicamos a la propia ciudad de Santander. Salimos andando del hotel hacia el paseo marítimo,
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para dirigirnos bajo un fuerte viento del sur a la península de La Magdalena. Tras visitar el pequeño zoo de animales acuáticos,*** Imagen borrada de Tinypic ***
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dimos la vuelta a la península*** Imagen borrada de Tinypic ***
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pasando al lado del Palacio de la Magdalena, antigua residencia veraniega real.*** Imagen borrada de Tinypic ***
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Tras salir del recinto, nos dirigimos siempre siguiendo el borde del mar, en este caso de la Bahía de Santander,*** Imagen borrada de Tinypic ***
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hasta el Museo Marítimo del Cantábrico, muy recomendable y que nos llevó casi 2 horas.*** Imagen borrada de Tinypic ***
Seguimos andando por Puerto Chico y el Paseo de Pereda*** Imagen borrada de Tinypic ***
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hasta el centro de la ciudad, pasando por la Plaza Porticada y el Ayuntamiento. Llegamos a la C/ Vargas, donde es tradicional tomar el vermú acompañado de unas rabas. Como el bar que todo el mundo recomienda, Gelín, estaba lleno hasta la bandera, nos las comimos sentados en otro bar cercano. Era ya la hora de comer, y aunue habíamos comido bastante en el desayuno buffet, el estómago ya pedía un tentempié.*** Imagen borrada de Tinypic ***
A continuación subimos a la calle alta, pasando al lado del Parlamento de Cantabria y entrando en un pequeño parque que hay justo encima de las estaciones de ferrocarril. Bajamos hacia la catedral, y después de tomar un café en la Plaza de Pombo, volvimos andando al hotel por la calle Canalejas.
Tras descansar un tiempo en la habitación, cogimos un taxi para ir a cenar al Barrio Pesquero, otra recomendación del foro y también de algún amigo. De los varios restaurantes que hay allí, todos especializados en pescado y marisco, escogimos el de Los Peñucas, famoso por ser propiedad de los padres del futbolista Iván de la Peña, cuyas fotos decoran el local. Comimos una parrillada de pescado (mínimo 2 personas), que no pudimos acabar, vino albariño y postres. Creo recordar que fueron unos 80 € Hay que decir que con aquella parrillada hubieran comido bien 3 personas e incluso 4 pidiendo alguna entrada. Desde allí volvimos en otro taxi hasta el Sardinero, con la idea de dar un paseo para bajar la comida, cosa que no pudimos hacer porque se puso a llover con bastante insistencia.