
Día 15 (21-08-24): Busán-Jeonju
Llegó el día de abandonar Busán y dirigirnos hacia nuestro siguiente destino, ya en ruta de regreso hacia Seúl: la pintoresca ciudad de Jeonju y sus hanoks. Jeonju es actualmente capital provincial, pero en su momento fue la cuna de la dinastía Joseon y de uno de los platos más famosos de Corea, el bibimbap. Cuenta con un barrio de casas tradicionales (Jeonju Hanok Village), el más grande de Corea, que es uno de los destinos turísticos de primer orden en el país, con más de 800 hanoks que en la actualidad albergan alojamientos, restaurantes, cafeterías y tiendas varias. Cierto que es todo muy turístico pero a nosotros nos gustó y es fácil encajarlo en cualquier ruta por Corea del Sur.
Así que, tras desayunar, recogimos todo y nos despedimos del Lenith Hotel Seomyeon, teníamos billetes para el bus de las 9 de Busán a Jeonju desde la terminal de Sasang. Para llegar hasta la estación de Sasang tan solo hay que tomar metro línea 2 verde y en unos 15 o 20 minutos se llega frente a la terminal.
El trayecto Busán-Jeonju desde Sasang Terminal dura unas 3 horas, en nuestro caso fue de 9 a 12h con una parada a las 10:30h en un área de servicio para ir al baño. De nuevo como se viaja en un autobús comodísimo, no se hace nada pesado.
Nuestro autobús llegó a la Intercity Bus terminal de Jeonju, donde tomamos un bus urbano (en éste sí que servía la T-money) y después hicimos trasbordo a otro que nos dejó en una parada a 10 minutos andando de nuestro alojamiento. Después el dueño del alojamiento nos comentó que nos hubiese valido más la pena tomar un taxi, ya que suelen cobrar unos 4.500-5.000 wones por ese trayecto y los dos billetes de bus habían sido 3.000 wones (1.500 cada uno).
Este día nos llovió algo, aunque no como el día anterior. Cuando llegamos a Jeonju inicialmente no llovía pero mientras íbamos andando hacia el alojamiento desde la parada de bus se puso a diluviar, así que nos refugiamos en un porche los 15- 20 minutos que duró, y luego el tiempo ya nos dio tregua y no volvió a fastidiarnos más. Total, entre una cosa y otra llegaríamos a nuestro alojamiento sobre las 13h.
Aunque era temprano, el propietario de nuestro hostal Hanok Dream fue muy amable y nos dejó hacer el check-in antes de hora, realmente fue muy agradable y atento durante toda la estancia. Antes que nada, nos enseñó en un mapa los distintos sitios de interés que podíamos visitar y también nos recomendó buenos sitios para comer. Luego nos instalamos en la habitación, era un hanok tradicional y dormiríamos en futones sobre el suelo de madera. La habitación era pequeña pero bien decorada y con buen aire acondicionado, y el alojamiento en sí es muy bonito y está bien situado en el hanok village:


Era ya hora de comer, así que nos dirigimos a Hangukjib, uno de los restaurantes que nos había recomendado el propietario del hostal, dónde en teoría se originó el bibimbap. El bibimbap es uno de los platos clásicos de la gastronomía coreana: se trata de una mezcla de verduras (con o sin carne), arroz y huevo. Los ingredientes se sirven en un cuenco hondo separados por colores, concretamente los 5 colores que en Corea representan a los 5 elementos: blanco, amarillo, verde, rojo y negro. Después se mezcla todo y se come (hay que ponerle más o menos salsa de pimiento según el nivel de picante que se tolere, en mi caso, poco).
Después de comer empezamos con las visitas, esa tarde nos dio tiempo de ver los siguientes sitios (teniendo en cuenta que nos lo tomamos con mucha calma):
- Jeolla Gamyeong Historical Place: se trata de un complejo restaurado, que en su momento fue el centro administrativo de Jeolla-do durante la dinastía Joseon. Esta ya fuera de los límites de la zona de hanoks, pero no demasiado lejos y es fácil acercarse hasta aquí.



- Pungnammun Gate: encarada hacia el sur, Pungnammun es la única puerta que se conserva de las cuatro puertas principales de la fortaleza Jeonjuseong. Fue dañada durante la guerra y posteriormente restaurada, luego otra vez quemada y restaurada de nuevo durante el reinado del rey Yeongjo, momento en que se le dio el nombre de Pungnammun.

En ese momento ya no había ni rastro de la lluvia, el sol apretaba implacable y no nos quedó otra que meternos a tomar algo fresquito antes de seguir. Pasamos por la zona de Nambu market, pero no entramos (en teoría en la segunda planta hay gran cantidad de puestos de comida y tiendas de artículos varios).

- Santuario Gyeonggijeon: es un palacio muy bonito, la entrada cuesta 3.000 wones por persona, pero vale la pena hacer la visita.

Este complejo fue construido en 1410 para albergar el retrato del rey Taejo (Yi Seong-gye), el fundador de la dinastía Joseon que gobernó Corea entre 1392 y 1910. La familia de este rey procedía de Jeonju, de ahí su importancia en este lugar.


El Gyeonggijeon fue destruido en 1597 y reconstruido en 1614, y es una localización muy popular para filmar dramas y películas históricos. Alberga santuarios, almacenes y edificios varios.


- Iglesia católica Jeondong: construida entre 1907 y 1914 por el misionero francés Xavier Baudounet en el lugar donde anteriormente fueron ejecutados católicos coreanos, se dice que las piedras de la iglesia fueron tomadas de las paredes demolidas de la puerta Pungnammun.

Después de estas visitas pasamos a ocuparnos de temas más prácticos: sacar dinero de un ATM para pagar el alojamiento en efectivo, porque si pagábamos con tarjeta nos aplicaban un 10% de comisión. Hay un ATM en pleno centro de la zona de hanoks, así que sin problema. Al lado hay un centro de artesanía muy cuqui que se puede visitar.


Por allí cerca también hay una pastelería llamada PNB donde compramos un par de los conocidos Jeonju Choco Pie para desayunar al día siguiente, estos pastelitos de chocolate son bastante populares en la zona (y estaban buenísimos). Con eso y unos cafés con leche del combini teníamos el desayuno solucionado.
Dejamos la comida en el hostal y de paso hicimos el pago, así que el dinero que habíamos sacado desapareció nada más llegar a nuestras manos, cosa que suele pasar

Ya con estos temas solventados, volvimos a salir y fuimos a dar una vuelta junto al río Jeonjucheon, que tiene una especie de paseo muy agradable. Hay un puente, el Namcheongyo Bridge, que se considera la puerta de entrada al Hanok Village.

Eran ya sobre las 18:00 y decidimos visitar otro de los locales que nos había recomendado el propietario del hanok: una cervecería artesana llamada Nomadic Beer. Fue bastante caro para los precios de Corea, unos 11 euros dos cervezas, pero queríamos probarlas. No están mal pero la cerveza no es un imprescindible en este país, me gustó más el makgeolli. Eso sí, el sitio era muy chulo, con buena decoración y nos pusieron palomitas para picar (y me las zampé casi todas, grave error porque luego ya no tenía hambre para cenar).
Después de las birrillas fuimos a dar una vuelta por el barrio, iba anocheciendo y cada vez había menos gente, pero también era bonito verlo así, con las casitas de madera iluminadas. Realmente es muy turístico, pero no por ello deja de tener su encanto.


Como yo me había puesto de palomitas hasta las trancas, ese día cenamos en puestecillos de los varios que había en las calles Taejo-ro y Eunhaeng-ro: unos pinchitos de pulpo a la brasa y de nuevo las clásicas pastas con forma de moneda y rellenas de queso. Hay muchas opciones de restaurantes por la zona, pero personalmente me gusta mucho comer en paraditas cuando visito algún país asiático, sobre todo para cenar algo más ligero.

Volvimos al hanok pasadas las 20:30h, pero ya no quedaba prácticamente nadie por la calle a esa hora; en mi opinión es recomendable alojarse al menos una noche en Jeonju para poder verlo tranquilamente cuando se van los visitantes de las excursiones de día.

Es cierto que nos retiramos muy temprano, pero todavía teníamos que ducharnos, organizar fotos y decidir qué haríamos al día siguiente (teníamos varias opciones en mente). Se acercaba el final del viaje, y pensábamos disfrutar al máximo de los días que nos quedaban en Corea.