Este dia tocaba visitar el valle de los Templos. Como viajamos con adolescentes, no madrugamos mucho, asi que después de desayunar en la terraza del B&B llegamos casi a las 11 y estumos como 3 horas. Cogí un audioguia para comprender qué es cada templo, aunque también hay carteles. Hay muchas ruinas y rocas por el suelo, pero sobre todo hay tres templos en pie con las columnas, bastante separadas entre si, así que hay que caminar bastante.

En medio hay un museo y pensabamos que seria arqueologoco con los restos encontrados allí, pero resulta que es un museo de arte moderno. Por lo visto el museo arqueológico con los restos encontrados aquí esta en Agrigento, no dentro del recinto del valle de los templos, pero no tuvimos tiempo de visitarlo.
Esta es la imagen más famosa de este sitio, aunque la escultura de bronce es de hace unos pocos años, no es griega.

Cuando llegas al final del recorrido, se ven los templos a lejos rodeados de verde, al menos en primavera, y es una vista muy bonita. Detrás se ve Agrigento, que no visitamos, pero no parece especialmente bonita.

Para comer, pensamos parar en algin sitio de camino hacia la Villa del Casale y vimos uno con buenas reseñas en Google Maps, pero fue una experiencia surrealista, porque era sábado y éramos los únicos comensales en un restaurante bastante grande. A pesar de esto, todo lo que pedimos estuvo bueno y bien de precio.
La Villa Romana del Casale es una pasada, nunca habia visto unos mosaicos asi. Los mas famosos son los de las chicas en "bikini" haciendo deporte, pero hay unas escenas de caza y de animales salvajes que son impresionantes. Los mosaicos parece que te están contando una historia, cómo cazaban tigres, leones, elefantes en Africa o Asia para llevarlos a Roma en barco para el circo.


Estuvimos algo mas de una hora porque es bastante grande y merece la pena pararse un buen rato en cada mosaico para apreciar todos los detalles. Las fotos no le hacen justicia, hay que estar allí para disfrutarlo y pensar que esto en realidad era una casa y esta maravilla era simplemente el suelo que pisaban. Hay mucha gente que no lo visita y cuando estuvimos nos sorprendió que hubiera tan poca gente en comparación con Cefalú o el Valle de los Templos y la verdad es que me parece un imprescindible en Sicilia.
Desde aquí seguimos camino hasta Ragalna, un pueblo en las faldas del Etna. Varios km antes empezamos ya a ver el volcán, con su nube de humo en la cima.

Nos alojamos en el B&B Domus Verdiana, que es como una casa grande de agricultores, en la que alquilan habitaciones. Nosotros estuvimos en una especie de casita para cuatro que tienen en el jardín. Los dueños son super amables, nos ayudaron a elegir un sitio para cenar en el pueblo y nos orientaron sobre la visita del día siguiente al Etna. Para cenar fuimos caminando a una pizzeria de Ragalna, el tipico sitio de pueblo, donde comimos unas pizzas buenisimas. El desayuno del día siguiente, con mermelada y bizcocho casero hecho por la dueña estuvo genial.