20 junio de 2025

Despertamos sabiendo que este era nuestro último día completo en Estados Unidos. La despedida de San Francisco era inminente.
Recogimos nuestras cosas, llenamos la nevera de hielo y salimos en coche hacia el Golden Gate Park, donde dimos un tranquilo paseo.

Después cruzamos el Presidio hasta llegar a Marshall Beach, desde donde queríamos ver el Golden Gate en todo su esplendor. Esa parada me tenía inquieto: había que bajar muchos escalones, lo que significaba dejar el coche con todas nuestras pertenencias en un aparcamiento público lleno de advertencias sobre robos. Pero valió la pena. Mientras bajábamos, el puente se mantuvo oculto hasta que, de pronto, apareció al final del camino, como una recompensa visual.




No había nadie más. Según Garmin, bajamos el equivalente a 25 pisos. Cuando volvimos al coche y vimos que todo seguía en su sitio, respiramos aliviados.
Aún era temprano, y como nuestra reserva en Muir Woods no era hasta las 11:30, decidimos pasar por Sausalito, un pequeño capricho.

Incluso con esa parada, llegamos con adelanto, pero nos dejaron entrar sin problema. Los árboles gigantes nos hicieron sentir diminutos. Hicimos una ruta de algo más de una hora y nos despedimos del bosque con la sensación de haber estado en un lugar mágico.




Para cerrar la luna de miel, nos dirigimos a Bakersfield, con la idea de estar más cerca del aeropuerto de Los Ángeles al día siguiente. Nuestro motel contaba con piscina cubierta y jacuzzi, así que nos pareció el plan perfecto para terminar el viaje. Comimos por el camino en un restaurante mexicano llamado Rancheros, con un personal encantador. Y ya en el motel, disfrutamos del merecido relax.





La cena fue justo enfrente: yo me despedí con un enorme trozo de carne que llevaba anhelando desde el inicio.




El contador del día marcó 16.505 pasos.
