Hoy toca un poco de historia y no precisamente divertida. Después de desayunar nos dirigimos a pie hacia el monumento a la Independencia que nos queda muy cerca y podemos ir andando sin problema. De seguimos andando por este barrio más moderno y con edificios altos hasta el Tuol Sleng Museum es decir el museo del genocidio, una de las escuelas que los khmeres rojos reconvirtieron en cárcel de máxima seguridad, centro de tortura y de asesinato. Si no recuerdo mal, solo sobrevivieron unas 6 o 8 personas de las 16.000 que se calcula pasaron por ahí, un auténtico horror.
Al salir volvemos en tuc tuc al hotel y subimos a la piscina a apaciguar la mente. Por la tarde, una vez pasada la tormenta, vamos a hacer un crucero al atardecer por el río para contemplar la puesta del sol. Nosotros lo hemos comprado por anticipado pero realmente hay muchísima oferta (es decir decenas de barcos de distintos tamaños y precios) y no habría hecho falta. Vamos prácticamente solos con un guía un poco plasta que nos da bastantes explicaciones pero también le da por hacer chistes malos hasta decir basta. Solo se ríe él y da un poco de pena. El recorrido de los barcos es de una hora y media y el nuestro incluye bebidas y también recogida en el hotel. Los barcos bajan relajadamente por el río Tomle hasta el cruce con el Mekong y luego dan la vuelta para que la gente pueda ver la puesta del sol y hacer fotos del skyline de Phnom Penh y el sol poniéndose al fondo. Es bonito y afortunadamente el guía ya se ha callado y hay silencio.
Bajamos del barco y vamos caminando por el Riverside. Como es sábado está cerrado al tráfico y super animado, con miles de puestecitos de comida, gente charlando, jugando, bebiendo, haciendo deporte. Caminando llegamos también a la zona donde hemos estado por la mañana, justo después de la avenida donde está el monumento a la Independencia. Ya nos hemos acostumbrado a sortear obstáculos y a pesar de que a cada paso te pregunten si quieres un tuk tuk, nosotros decimos que preferimos andar y así ganar tiempo para que sea nuestra hora de cenar.
Llegamos por fin a Bassak Lane después de deambular por unas calles minúsculas, oscuras y laberínticas. Ahí nos han dicho que está lleno de bares y restaurantes. En realidad no hay tantísimas opciones a parte de restaurantes italianos, griegos, japoneses, o si hay más, están muy escondidas. Después de ir y venir por la misma calle y al borde de ponernos de mal humor
