Tras visitar Kirstenbosh, volvimos a Ciudad del Cabo y almorzamos temprano, ese día en el bufet del hotel, donde coincidimos con las personas del grupo que no habían ido al Jardín Botánico. Nos contaron sus experiencias por la ciudad, en general sin incidentes, salvo una pareja que tuvo un problema en Long Street con algunos indigentes que les rodearon para pedirles dinero y, aunque el asunto no fue a mayores, les hicieron pasar un mal rato. En cualquier caso, estaba claro que había que andarse con mucho ojo por el centro. Así que, en contra de lo que para mí suele ser habitual, decidí no salir sola por el centro. Pero como tampoco quería quedarme en el hotel, quedé con una pareja para visitar el Iziko South African Museum and Planetarium, que se encuentra junto a los Jardines de la Compañía, aprovechando también para dar una vuelta.

Long Street y alrededores.
Desde nuestro hotel, caminando eran unos quince minutos, pero teníamos que pasar por algunas calles no diré que peligrosas pero si algo complicadas, sobre todo Long Street. Y es una lástima porque se trata de uno de esos lugares en donde me hubiese pasado bastante tiempo haciendo fotos, pues cuenta con el surtido más vistoso y colorido de casas coloniales de la ciudad. Pero una cosa era caminar y otra entretenerse con la cámara y el móvil en la mano, algo que se desaconseja en este sitio.



Naturalmente, fui sin nada de valor encima, ni bolso ni mochila, y utilicé por primera vez un bolsillo de esos ocultos, que se llevan por dentro de la ropa, en el que solo puse una fotocopia del pasaporte y algo de efectivo. Además, la cámara vieja en un bolsillo interior de la chaqueta y el móvil en el otro. Nada a la vista. Procuramos memorizar el itinerario y solo nos detuvimos lo necesario para comprobar que íbamos bien. Bueno, sí que paré para tomar un par de fotos. No sé, quizás tanta prevención resulta un poco exagerada, pero te advierten tanto por todos lados de los robos, y con lo que le había pasado a la otra pareja pues… te crea dudas.


Ya en las inmediaciones de los Jardines de la Compañía, nos paramos para cruzar en un semáforo y nos abordó un hombre con un chaleco reflectante que no recuerdo si ponía “policía” o “seguridad”. Iba armado. Nos habló en inglés (el inglés de los sudafricanos es el que más me ha costado entender de todos los lugares donde he estado), contándonos que fuésemos con mucho cuidado, que no utilizásemos los teléfonos en la calle y que desconfiásemos de las personas que se nos acercasen, pues los robos son corrientes. Eso sí, también nos comentó que no tuviésemos miedo porque ellos estaban allí para cuidar de nosotros (los turistas) y protegernos. Nos preguntó qué dónde íbamos. Se lo dijimos y nos dio todo tipo de explicaciones que nosotros ya no necesitábamos pues habíamos estado allí el primer día y lo teníamos claro. Curiosamente, nos indicó un museo diferente al que queríamos visitar. Fue una experiencia curiosa porque, al final, cuando nos despedimos, se nos quedó mirando como pendiente de algo: aparte de las gracias, que le dimos repetidamente, ¿esperaba una propina?
Igual estoy diciendo una tontería, no sé.

Iziko South African Museum and Planetarium
Ya en el museo, compramos las entradas solo para las exposiciones, no para el Planetario. Pudimos utilizar la tarifa reducida para seniors. Se trata del museo más antiguo de Sudáfrica, pues se fundó en 1825. Se ocupa de la historia natural, la paleontología, la arqueología y la zoología africana. Está organizado en cuatro niveles y cuenta con fósiles, rocas, herramientas de piedra, insectos, mamíferos, dinosaurios, meteoritos… Lo que más nos llamó la atención fueron los esqueletos de ballenas, incluyendo uno de un ejemplar de ballena azul de 20,5 metros.


No es que sea una visita indispensable en Ciudad del Cabo, ni mucho menos, pero estuvimos entretenidos durante un rato. Luego, dimos una vuelta por los alrededores de los Jardines de la Compañía.

Long Market Street.
Más tarde, volvimos al hotel por Long Market Street, una calle con terrazas, tiendas, tenderetes y que nos pareció mucho más turística y, quizás por eso, más distendida que Long Street. De hecho, en una de sus plazas se instala el Green Market que habíamos visitado el primer día.

