TAMARINDO - PLAYA GRANDE ✏️ Diarios de Viajes de Costa Rica

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Seis de la mañana, he dormido de maravilla. Solazo entrando por la ventana. Esta mañana me metía en un surf camp en Playa Grande, en la zona de Guanacaste, al norte de la Costa del Pacífico. Para llegar ahí tenía que volar desde San José a Tamarindo y una vez allí, coger un taxi hasta Playa Grande (la opción del autobús desde San José a Tamarindo la descarté al ver que eran unas 6 horas de viaje y que el vuelo, de 1 hora, salía por 55 euros al cambio con Nature Air). El vuelo hacia Tamarindo no salía hasta las 11:45 por lo que tenía tiempo de sobra para tomar el café con calma mientras charlaba con Sada y Lisa sobre viajes presentes y futuros.

El aeropuerto Tobías Bolaños centraliza los vuelos domésticos de Costa Rica con la compañía NatureAir. La otra compañía nacional, Sansa, los centraliza en el Juan Santamaría. La facturación es inmediata, sin colas, tan solo hay un grupo de turistas esperando el vuelo a Puerto Jiménez. Primero pones tu maleta en la báscula y luego……te pesas tú con tu equipaje de mano. Al ser avionetas pequeñas imagino que han de comprobar el peso total del material transportado (equipaje y seres humanos) para evitar sustos indeseables.

*** Imagen borrada de Tinypic *** Vuelo San José a Tamarindo. !Pedazo Jumbos!.

Durante el vuelo me pude hacer una idea de la orografía del noroeste de Costa Rica. La verdad es que no me esperaba ver el secarral que aparecía bajo mis pies. Exceptuando la zona del volcán Arenal, que no podía ver ya que estaba cubierta de nubes, el resto era una sucesión de colinas con poca vegetación cortadas por caminos de tierra. Ninguna carretera asfaltada y marrón por todos lados. Más tarde, durante el trayecto de Tamarindo a Playa Grande, Carmenza, una taxista colombiana tan corpulenta como simpática, me comentaría que Guanacaste es una de las regiones más secas de Costa Rica y que hacia el sur del país el paisaje cambia completamente……buff, respiré aliviado y le pregunté, Cuánto hacia el sur?, hacia el sur, contestó sin precisar mientras esquivaba una vaca que estaba con la calma en medio del camino.

*** Imagen borrada de Tinypic *** Aeropuerto de Tamarindo

La llegada al Surf Camp de Playa Grande fue curiosa. Me recibió Kevin, un tipo de Florida y me enseñó todas las instalaciones. No pintaba nada mal. Los dormitorios estaban en unas cabañas en altura que rodeaban una zona de hamacas y una piscina. Unos baños más que decentes y una pequeña cocina completaban el chiringuito. Hasta ahí todo bien. Lo curioso era el personal. Los que llevaban el negocio eran Kevin y Jeff, americanos. Mi cabaña la compartía con 3 americanos más y en la cabaña de al lado había cuatro británicos. El grupo lo completaban un pareja de California estilo “beach boys, que guapos y fornidos estamos”. Me había metido en un pequeño “yanquilandia” en plena Costa Rica. Por supuesto, el castellano no se oía ni por asomo y el camp era un auténtico “campo de nabos”.

*** Imagen borrada de Tinypic ***. Playa Grande Surf Camp

*** Imagen borrada de Tinypic ***. Playa Grande Surf Camp

*** Imagen borrada de Tinypic ***. Playa Grande Surf Camp

Había llegado a las 2 de la tarde y el calor era insoportable. La peña estaba tirada entre las hamacas y las camas. Unas breves presentaciones algo absurdas ya que todo el mundo estaba sobadísimo y decidí conocer un poco la zona. Supermercado “Los Malinches”, localizado a cuatro pasos del camp, restaurante “Los Malinches” de comida local al lado, perfecto.

La playa estaba a cien metros pero no se veía desde la casa por lo que caminé un par de minutos y apareció……precioso. Playa Grande es un playón inmenso y desierto. Olas medianas, suavecitas y largas. Perfecto para seguir aprendiendo surf y colgarme a gusto por unos días. El estuario Tamarindo la separa de la playa colindante de Tamarindo (también llamada “Tamagringo” por la cantidad de guiris que hay). Tamarindo se veía en la distancia abarrotada de sombrillas y hamacas. Playa Grande estaba vacía y en silencio, magnífico. De hecho, Playa Grande pertenece al Parque Nacional Marino Las Baulas, una reserva natural para desove de la tortuga Baula donde sólo se permite el acceso a bañistas y surferos durante el día, nada de edificaciones de ningún tipo.

*** Imagen borrada de Tinypic ***. Playa Grande

*** Imagen borrada de Tinypic ***. Cuidadín, cuidadín



La visión se merecía un piti, un gran sitio. Me quedé un rato observando las olas y la majestuosidad del lugar hasta que empecé a notar que me ardía la espalda, “y yo sin crema”. Volví al camp y me embadurné. La gente ya se había despertado y empezamos a romper el hielo. La mayoría eran tipos de pocas palabras, nos acabábamos de conocer. El tema de que no se hablara una palabra de castellano no me molestaba ya que el inglés lo llevo bien. Lo que me inquietaba un poco es que me había metido entre dos grupos de varios amigos y ya se sabe, la entrada es mucho más difícil cuando los grupos ya están formados que cuando la gente viene sola. Y no me apetecía nada pasar una semana en el Camp sin integrarme con la gente.

Viaje al supermercado para comprar agua, agua y agua, que sed, por Dios!!, cremita hidratante, que solazo, por Dios!!, café, leche, cervezas y algo para hacer unos bocatas. A la vuelta el grupo de británicos me invitó a subir a su cabaña y estuvimos hablando un buen rato. Paul, James, Leam y Andy. Buena gente pero costaba entenderlos, eran del sur de Inglaterra. La cosa se complicó un poco más a medida que subía la ingesta de cerveza y la inhalación de marihuana. Llegó un momento que era imposible entender nada por lo que opté por levantarme e irme alegando motivos intestinales.

*** Imagen borrada de Tinypic ***. SurfCamp. Ingleses con la calma

En mi cabaña las cosas no iban mucho mejor. Kirk, Max y Damon eran de Florida y también parecían buena gente. Enseguida hicieron lo posible para que me sintiera cómodo haciendo las clásicas preguntas “rompehielos” (procedencia, cuantos días iba a estar en el camp, experiencia surfera, cuantos tiempo iba a pasar en Costa Rica, etc). Se estaban liando un petardazo de maría de antología, observé un par de botellas de ron e infinidad de latas de cerveza por el suelo. Por lo menos, al hablar inglés americano, los pillaba mejor aún yendo fumaos.

Salí a cenar con Kevin, el “profe”. Parecía un buen tipo. Mientras comíamos un Casado de pescado (plato típico de Costa Rica compuesto de frijoles, arroz, ensalada, plátano frito y pescado a la plancha), me dio una buena noticia. Todas las personas que había en el camp eran buenos surferos por lo que no necesitaban clases y se podría dedicar a mí exclusivamente. Me gustó la forma que tenía de planificar mi aprendizaje. Al grano y sin tonterías inútiles. El tema pintaba muy bien.

Las 9 de la noche y todos en la cama, con mosquitera…putos mosquitos. Que calor, por Dios!!. Me encontraba flojísimo y con un resfriado veraniego muy molesto, intuí que podía ser el calor y que me llevaría unos días adaptarme, cojonudo. Mañana tocaba empezar a pelearse con las olas de Playa Grande y yo sin fuerzas.

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