![]() ![]() PLAYA GRANDE - MANTAS RAYA, FLIRTEOS Y FAMILIA "NICA" ✏️ Diarios de Viajes de Costa Rica
Por aquí las llaman stingrays. En castellano creo que se denominan pastinacas o mantas raya. Son una especie de mantas raya de pequeño tamaño que se esconden bajo la arena y tienen un aguijón en el extremo de la cola. Su picadura es muy dolorosa...![]() Diario: Crónicas de Costa Rica⭐ Puntos: 4.8 (19 Votos) Etapas: 14 Localización:![]() Por aquí las llaman stingrays. En castellano creo que se denominan pastinacas o mantas raya. Son una especie de mantas raya de pequeño tamaño que se esconden bajo la arena y tienen un aguijón en el extremo de la cola. Su picadura es muy dolorosa. Playa Grande está infestado de estos bichos y hay que ir con cuidado de no pisarlas cuando entras en el agua. Kevin me recordaba arrastrar los pies a medida que entrábamos en el mar, de este modo se asustan y salen de tu camino. Esta mañana tocaba aprender a “leer las olas”. Básicamente, para no aburrir al personal, consiste en ver venir de lejos la ola y ser capaz de predecir su comportamiento para poder cogerla en condiciones y que no te caiga encima. “Leyendo” las olas estábamos cuando escuchamos unos gritos desde la orilla. Kirk estaba fuera de sí, escuchamos un “fucking stingray!!” y se calló al suelo. Le había picado una de esas mantas raya. Kevin se lanzó disparado hacia él con la tabla y yo detrás. Lo llevamos al camp, la picadura sangraba un montón y el veneno empezaba a hacer efecto. Kirk había perdido la sensibilidad desde el tobillo hasta la rodilla. Lo llevamos en brazos como pudimos y sumergimos su pie en un cubo con agua caliente. El dolor empezó a remitir y se empezó a encontrar mejor. Por lo que Kevin comentaba, una picadura de raya no es letal ya que la cantidad de veneno es pequeña para un ser humano, pero es de las más dolorosas que existen. *** Imagen borrada de Tinypic ***. Manta Raya La noche anterior había llegado al Camp una pareja de California. Ella se llamaba Leanne y estaba de buen ver. Aparte de ser muy extrovertida (quizás demasiado, hablaba por los codos), tenía un par de “buenísimas” razones que el grupo de británicos definía como “masive boobs”. Esta mañana estaban discutiendo y él cogió las maletas y abandonó el Camp. Kevin me comentó que el tío se había largado a Nicaragua, dejándola allí, el muy capullo. Empezaba a estar un poco embotao con tanto inglés y me fui por mi cuenta a comer al restaurante de siempre, donde ya conocía a Francisca y Ramiro, nicaragüenses. Estaban comiendo un plato de arroz con pollo en salsa que no tenían en la carta, era para los trabajadores del restaurant, al estilo rancho. Salté de inmediato, “Yo quiero uno de esos”, estaba buenísimo. Comí con ellos, eran una delicia de gente y que gusto poder hablar en castellano. Preguntaban muchas cosas sobre España, la veían como el paraíso. Me encargué de explicarles algunas cosas sobre el fantástico mundo laboral en nuestro país mientras tomábamos un café (café asqueroso, por cierto. Con lo bueno que es el café de Costa Rica, hay que ver lo mal que lo preparan). La marea ya había vuelto a subir y me fui a la playa con la tabla, me apetecía surfear por mi cuenta sin Kevin observándome. Las olas no eran ninguna maravilla pero me permitían ir viendo mis fallos sin hacerme mucho daño. La playa estaba desierta y sólo había dos surferos más en el agua. Calma total, estaba de maravilla. En esas, se acercó Leanne con su tabla y empezamos a charlar un rato. Tenía que repetirme constantemente a mí mismo “Mírala a la cara!”....tremendísimas razones. No parecía muy afectada por la pelea con su novio esta mañana y con el tema de que hablaba un poco de castellano (o por lo menos eso creía ella, porque no acertaba ni una) empezamos a romper el hielo entre ola y ola. Era muy divertida pero hablaba como una cotorra y con ese acento americano chicletoso y agudo que puede llegar a taladrar. Estaba de viaje por Centroamérica, llevaba dos meses entre Panamá y Costa Rica y en unos días se iba a Nicaragua…..”A buscar a tu novio?”, pregunté maliciosamente. “Sí, creo que sí”, contestó mientras miraba el horizonte. El resto de la tropa surfera del Camp no tardó mucho en llegar y pasamos la tarde peleándonos con las olas. Acabamos la sesión con una preciosa puesta de sol sobre las seis y media de la tarde. *** Imagen borrada de Tinypic ***. Puesta de sol en Playa Grande. Todos los viernes había barbacoa en el restaurante Los Malinches y toda la tropa nos fuimos para allá. El restaurante estaba a tope por lo que nos pusieron una mesa aparte para los nueve (americanos, ingleses, Leanne y el menda). Leanne se sentó a mi lado y empezó a pedirme una “chuleta” (en realidad quería una “calada” de mi cigarro), y otra, y otra, y otra….ella no fumaba. Luego un sorbo de mi vaso de vino, y otro, y otro. Parecía que buscaba juego, pues a jugar. Mientras tanto, Damon no se aguantaba en pie y todavía no habíamos empezado a cenar. Se estiró hacia atrás…en un banco sin respaldo, el talegazo fue de antología. La cena fue divertida entre el juego con Leanne y los comentarios de James que también iba chispilla. Los filetacos estaban de muerte y las cervezas y los vasos de vino volaban, buen rollito. La vuelta al Camp, caminando, fue divertida, la gente iba contenta. Leanne me cogió de la mano y se apoyó en mí. El personal caminaba a lo lejos, mirada fija y arrumaco. Ella se apartó suavemente, “mejor que no”, “Estás segura?”, arrumaco, “No, no lo estoy”, mirada fija, arrumaco, “Lo siento, estoy hecha un lío…...no se, mejor que no”…Game Over. Decidí alargar mi estancia en el Camp un día más. Los ingleses y los americanos se iban el miércoles y me dejarían en Liberia. Se lo comenté a Gerry para pagarle y me dijo “ya has pagado suficiente, duerme y usa la tabla gratis, invita la casa”, un gran tipo. Javier era nicaragüense y el encargado del mantenimiento de la piscina en el SurfCamp. El y su mujer, Cecilia, vivían en la casa de al lado con sus hijos Javier, Cecilia y Jorge y cuidaban una preciosa casa de dos plantas, 5 habitaciones y 3 baños de algún potentado americano que sólo venía un par de veces al año. Tenía toda la mañana libre ya que la marea alta no entraba hasta las doce del mediodía y me fui a verlos. Ellos cuidaban el casón de los yanquis pero vivían en una chabola de madera de 60 metros cuadrados bastante limitada. Empecé a hablar con Javier sobre mi viaje por Costa Rica mientras Cecilia sacaba un platazo de piña blanca dulce, dulcísima. Javiersito y Cecilia hija estaban embobados viendo un programa de “mujeres bellas costarricenses”. La televisión, de 20 pulgadas, estaba apoyada sobre dos cajas de cerveza vacías entre la nevera y la pica de la cocina. La antena luchaba por mantenerse en el aire entre un amasijo de cables eléctricos que suministraban corriente a la nevera, la televisión y las dos bombillas que conté en toda la “casa”. Javier me estaba hablando de una pareja de españoles que pasaron por aquí hace dos años y con los que surgió una bonita amistad. Andaba un poco preocupado porque les habían pedido una foto de los niños hacía unos meses y no se la podían enviar ya que no tenían cámara de fotos. Volví al Camp a por la cámara y solventamos el problema rápidamente. Jorgito estaba a mi lado sin decir palabra y con una sonrisa de oreja a oreja. Javier seguía hablando de la pareja de españoles. Les habían propuesto que se vinieran a España a trabajar pero los “boletos” (billetes de avión) para los cinco le salían por 5.000 dólares y no podía pagarlos. Cambió de tema y comenzó a hablar de la vida en Nicaragua. Que si era más barato que vivir en Costa Rica, que si era más tranquilo (….todavía más tranquilo que ésto?), menos turístico. Entró en la casa y me sacó una escritura de propiedad de unos terrenos que tenía en Rivas, una población del sur de Nicaragua. “Mire, si usted conoce a alguien interesado, vendo estos terrenos. Son dos hectáreas y pido $50.000”. Los números eran sencillos en apariencia. $50.000 por dos hectáreas, se parcelan en diez “lotes” de dos mil metros cuadrados y se vende cada uno por $50.000. Total, $500.000. “Si encuentro a alguien interesado ya se lo comentaré, Javier”. Hablando tan a gusto con Javier y su familia las horas pasaron sin darme cuenta. La marea ya había subido y Jorgito estaba preparando su tabla para salir. Jorgito tenía 12 años y surfeaba como los ángeles (el cabrón). Fui a buscar mi tabla y nos encontramos en la playa. Jorgito hablaba poco pero reía mucho. Ya en el agua, el chavalín no paraba de coger olas mientras yo las cogía o demasiado pronto (la ola se escapa) o demasiado tarde (la ola se desploma encima de ti). Hasta las bolas de tragar agua decidí observarlo detenidamente. Jorgito miraba las olas con detenimiento y empezaba a reírse cuando veía la ola que iba a coger. Resultó sencillo, me puse a su lado y cuando Jorgito empezaba a reír, tan sólo tenía que empezar a remar hacia delante. Las olas fueron cayendo una detrás de otra, una delicia. En algunas de ellas, los dos llegamos a surfear uno al lado del otro dándonos la mano mientras la ola nos empujaba hacia la playa. Una sesión para no olvidar. Gracias, Jorgito. *** Imagen borrada de Tinypic *** "Javiersito", Cecilia, Jorgito. Por la tarde, el grupo de ingleses iba a Tamarindo para sacar dinero y pagar a Gerry su estancia de dos semanas en el Camp. Me uní a ellos para dar una vuelta y ver la ciudad. Fuimos caminando por la playa y cruzamos el estuario del río en una de las barcas (500 colones). El día era radiante y el sol apretaba de lo lindo. Tamarindo no vale nada, es un auténtico engendro turístico bastante feo. *** Imagen borrada de Tinypic ***. Camino de Tamarindo *** Imagen borrada de Tinypic ***. Cruzando el estuario. Taaxii *** Imagen borrada de Tinypic *** Tamarindo. Nos dirigimos al banco y nos encontramos una sorpresa desagradable. Leam había sacado dinero de un cajero la semana anterior y le habían “clonado” la tarjeta, dejándolo sin un duro en la cuenta. Llamaron al banco en Londres para solventar el asunto pero seguían sin dinero para pagar a Gerry. Volvimos al Camp y el tema se zanjó rápidamente. “Volved a Inglaterra y me lo transferís desde allí”, confianza plena. Lo dicho, Gerry, un gran tipo. Acabé el día despidiéndome de la familia "nica". Eran encantandores y había pasado unos momentos muy intensos con ellos. "!Nos veremos pronto, seguro!", me pareció oir gritar a Cecilia mientras me alejaba con un nudo en la garganta. Índice del Diario: Crónicas de Costa Rica
01: VUELO CONFIRMADO - EMPANADA MENTAL INESPERADA
02: LLEGADA A COSTA RICA - ALAJUELA
03: TAMARINDO - PLAYA GRANDE
04: PLAYA GRANDE - PERSONAJES Y OLAS
05: PLAYA GRANDE - MANTAS RAYA, FLIRTEOS Y FAMILIA "NICA"
06: PARQUE NACIONAL RINCON DE LA VIEJA
07: HISTORIAS DEL RINCON DE LA VIEJA Y VUELTA A PLAYA GRANDE
08: HACIA BAHIA DRAKE - BUSCANDO EL MISTERIOSO CORCOVADO
09: PARQUE NACIONAL CORCOVADO
10: BAHIA DRAKE - ISLA DEL CAÑO
11: HACIA BOCAS DEL TORO........VA A SER QUE NO
12: HISTORIAS DE BAHIA DRAKE - PLAYAS, ARRUMACOS Y PERSONAJES
13: ADIOS A BAHIA DRAKE....Y A ALGUIEN MAS
14: PLAYA GRANDE - CAPITULO FINAL
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