El día anterior en Corcovado y esta mañana en Isla del Caño nos habían dejado bastante cansados y toda la gente de cabinas Manolo estaba en brazos de Morfeo. Debían ser las dos de la tarde y de nuevo, el calor y la humedad hacían estragos entre el personal. Yo no me encontraba muy bien y me hubiera ido de coña una siesta pero no había forma de dormir. Atribuí el cansancio a que el cuerpo había dicho “Para un poco, cuñao”. De hecho, desde que había llegado a Costa Rica, sin darme cuenta, entre los vuelos y traslados de un sitio a otro, el surf, las caminatas y el snorkeling de hoy, le había metido una buena tralla al cuerpo. Decidí irme a la bahía Drake a tirarme en la arena y planificar la salida de mañana hacia Panamá.
Bahía Drake estaba casi desierta, como de costumbre. Pasé por la soda de siempre para llenar el buche y de paso preguntar como llegar a Bocas del Toro desde Drake. Ana, la chica de la soda, me explicó paso por paso lo que debía hacer. “Agarras un autobús delante de cabinas Manolo a las 4 de la mañana, te deja en Rincón. En Rincón agarras otro autobús hasta Ciudad Neily. En Ciudad Neily agarras otro autobús hasta la frontera, Paso Canoas. Una vez en Panamá agarras otro autobús hasta David. En David agarras otro autobús hasta Almirante. En Almirante un taxi hasta el embarcadero y de ahí una barca hasta Bocas del Toro”…..joder!. El cansancio que llevaba encima no ayudaba mucho a llevar adelante este plan de machacada autobusera de unas 12 horas. Por lo menos ya sabía como llegar. Mientras intentaba decidir que hacer apareció el chico belga que había conocido la semana anterior en el Rincón de la Vieja. Al final, su encuentro con los jabalíes había quedado en un susto y el esguince no le había hecho volver a su país, continuaba su viaje y estaba pasando unos días en Drake. También pensaba ir a Bocas del Toro desde Drake pero parecía que lo tenía más decidido que yo. Tenía vuelo Drake-Bocas reservado desde hacía semanas (cosa que recomiendo no dejar para el último día, a mí no me funcionó, todo completo. Sorry, búscate la vida).
Joder que cansancio, no me encontraba nada bien. Me estiré en la arena de Drake, se estaba de maravilla y me quedé crujido hasta que una moto de escape libre me despertó a regañadientes. Un chapuzón para sacarme la empanada de inmediato, funcionó. Mi cabecita empezó a funcionar en modo “Plan de ruta” y empezó a hacerme las preguntas que no quería responder. “Qué hacemos, compañero?”, “Vamos a Bocas?”, “Cómo y cuándo?.....no se, me apetece pero estoy cansado, no me taladres. Andaba un poco confundido. Me gustaba Drake y estaba a gusto pero me quedaban pocos días de viaje y el tema Bocas-Cahuita me parecía interesante pero la machacada autobusera no me apetecía en absoluto.
Enfrascado en mis intentos de aclarar algo observé una figura familiar. Melanie estaba dando un paseo por la playa y se acercó con una mala leche ostensible. Su excursión nocturna para ver ranas (resulta que es una apasionada de las ranas) se había cancelado porque Javier, el guía, no se encontraba bien. “El mejor regalo en el día de mi cumpleaños!”, iba refunfuñando. Cumplía 27 años ese día y le sugerí comprar una botella de vino blanco y cenar un buen pescado en Cabinas Manolo (recomendación de Albert). Pasamos por la pulpería a buscar el vino (5600 colones, 8 euros al cambio). Melanie seguía despotricando por no poder ver las ranas, estaba de muy mal humor. Yo continuaba cansado y un poco cruzado con el tema de Panamá. Pensé que quizás lo de la cena no había sido muy buena idea, ya me estaba taladrando un poco con las ranitas de las pelotas.
No tenía nada claro lo que quería hacer y volvía a encontrarme mal de nuevo. Entré en mi habitación y me estiré en la cama. Toc, toc!.....abrí la puerta empanadísimo, “La cena está lista!, te vienes!”, Carmito, Melanie y Karina sonreían con 2 botellas de vino blanco en las manos mientras me quitaba las legañas. Las 8 de la tarde, había dormido tres horas del tirón. Una buena ducha y como nuevo, genial. Albert nos había preparado unos pargos al horno que estaban de vicio. El vino blanco fresquito hizo de fiel compañero de maridaje y la conversación empezó a ponerse interesante. Carmito hablaba del terremoto que se había cargado su país hacía poco. “Mi familia está bien, saldremos de ésta. El terremoto ha hecho que salgamos por los medios pero llevamos mucho tiempo aguantando desgracias y seguimos ahí”, dijo con una sonrisa prefabricada. Se hizo un silencio incómodo que Karina rápidamente se encargó de romper “ Pues no os podéis imaginar como está el tema ecologista por Canadá!”. Empezó a explicarnos sus aventuras y desventuras con los políticos “medioambientales” canadienses, en todas partes cuecen habas. La velada estaba animada pero Carmito y Karina salían mañana para Corcovado a las 6 de la mañana y se fueron a dormir.
Albert nos había hablado de un bar de copas que estaba a 10 minutos caminando desde Cabinas Manolo. Bar de copas?.....si vais a Agujitas, después de ver la zona lo último que esperas es ver un bar de copas y existe, vaya si existe. Melanie me propuso ir a tomar una copa para celebrar su cumpleaños. El sitio era excepcional. Una casa de madera estilo “taberna inglesa” con una terraza que daba a la selva. Música de Maná y similares, cubatas a 2 euros. Estaba lleno de ticos, los únicos “guiris” éramos Melanie y yo y los locales venían a hablar con nosotros sin problemas, muy buen rollo. Me encontraba de maravilla.
Melanie es asistente social en Berna. Trabaja con niños con problemas de “exclusión social”. Daba gusto escuchar lo que hacía, transmitía alegría explicando temas serios, muy serios. La conversación derivó hacia temas más lúdicos mientras el camarero nos ponía la segunda ronda de cubatas. Razones para viajar en solitario, búsqueda de experiencias y lugares diferentes, interés por conocer gente distinta a la que frecuentaba en su ambiente habitual en Suiza, cuestionamiento personal de las formas y convencionalismos sociales. Coincidíamos plenamente en la mayoría de temas, se complicaba el asunto….empezaba a notar signos de seducción por ambas partes (por la mía, estaba seguro, jeje). Tercera ronda de cubatas?.....”Invita la casa”….vaya, gracias mae!. La conversación se prolongó hasta las tres de la mañana. Impresiones interesantes entre dos viajeros solitarios acompañadas por música suave, aire tibio y con la selva como compañera. Otra gran velada para recordar. Volvimos a las cabinas Manolo bajo un cielo increíblemente estrellado.
“Buenas noches, Melanie”…..a pesar de todo no lo veía muy claro y esperé una mínima señal. “Tienes la llave de mi habitación….”, dijo Melanie con una sonrisa mirándome fíjamente a los ojos…………..señal recibida. A las cuatro vimos a través de la ventana de la habitación las luces del autobús hacia Rincón que yo debía haber cogido para ir a Panamá. El autobús pasó de largo, mirada fija, sonrisa, “gracias por quedarte”, “feliz cumpleaños”. Hacia calor, mucho calor. Buenas noches, buenísimas.
Bahía Drake estaba casi desierta, como de costumbre. Pasé por la soda de siempre para llenar el buche y de paso preguntar como llegar a Bocas del Toro desde Drake. Ana, la chica de la soda, me explicó paso por paso lo que debía hacer. “Agarras un autobús delante de cabinas Manolo a las 4 de la mañana, te deja en Rincón. En Rincón agarras otro autobús hasta Ciudad Neily. En Ciudad Neily agarras otro autobús hasta la frontera, Paso Canoas. Una vez en Panamá agarras otro autobús hasta David. En David agarras otro autobús hasta Almirante. En Almirante un taxi hasta el embarcadero y de ahí una barca hasta Bocas del Toro”…..joder!. El cansancio que llevaba encima no ayudaba mucho a llevar adelante este plan de machacada autobusera de unas 12 horas. Por lo menos ya sabía como llegar. Mientras intentaba decidir que hacer apareció el chico belga que había conocido la semana anterior en el Rincón de la Vieja. Al final, su encuentro con los jabalíes había quedado en un susto y el esguince no le había hecho volver a su país, continuaba su viaje y estaba pasando unos días en Drake. También pensaba ir a Bocas del Toro desde Drake pero parecía que lo tenía más decidido que yo. Tenía vuelo Drake-Bocas reservado desde hacía semanas (cosa que recomiendo no dejar para el último día, a mí no me funcionó, todo completo. Sorry, búscate la vida).
Joder que cansancio, no me encontraba nada bien. Me estiré en la arena de Drake, se estaba de maravilla y me quedé crujido hasta que una moto de escape libre me despertó a regañadientes. Un chapuzón para sacarme la empanada de inmediato, funcionó. Mi cabecita empezó a funcionar en modo “Plan de ruta” y empezó a hacerme las preguntas que no quería responder. “Qué hacemos, compañero?”, “Vamos a Bocas?”, “Cómo y cuándo?.....no se, me apetece pero estoy cansado, no me taladres. Andaba un poco confundido. Me gustaba Drake y estaba a gusto pero me quedaban pocos días de viaje y el tema Bocas-Cahuita me parecía interesante pero la machacada autobusera no me apetecía en absoluto.
Enfrascado en mis intentos de aclarar algo observé una figura familiar. Melanie estaba dando un paseo por la playa y se acercó con una mala leche ostensible. Su excursión nocturna para ver ranas (resulta que es una apasionada de las ranas) se había cancelado porque Javier, el guía, no se encontraba bien. “El mejor regalo en el día de mi cumpleaños!”, iba refunfuñando. Cumplía 27 años ese día y le sugerí comprar una botella de vino blanco y cenar un buen pescado en Cabinas Manolo (recomendación de Albert). Pasamos por la pulpería a buscar el vino (5600 colones, 8 euros al cambio). Melanie seguía despotricando por no poder ver las ranas, estaba de muy mal humor. Yo continuaba cansado y un poco cruzado con el tema de Panamá. Pensé que quizás lo de la cena no había sido muy buena idea, ya me estaba taladrando un poco con las ranitas de las pelotas.
No tenía nada claro lo que quería hacer y volvía a encontrarme mal de nuevo. Entré en mi habitación y me estiré en la cama. Toc, toc!.....abrí la puerta empanadísimo, “La cena está lista!, te vienes!”, Carmito, Melanie y Karina sonreían con 2 botellas de vino blanco en las manos mientras me quitaba las legañas. Las 8 de la tarde, había dormido tres horas del tirón. Una buena ducha y como nuevo, genial. Albert nos había preparado unos pargos al horno que estaban de vicio. El vino blanco fresquito hizo de fiel compañero de maridaje y la conversación empezó a ponerse interesante. Carmito hablaba del terremoto que se había cargado su país hacía poco. “Mi familia está bien, saldremos de ésta. El terremoto ha hecho que salgamos por los medios pero llevamos mucho tiempo aguantando desgracias y seguimos ahí”, dijo con una sonrisa prefabricada. Se hizo un silencio incómodo que Karina rápidamente se encargó de romper “ Pues no os podéis imaginar como está el tema ecologista por Canadá!”. Empezó a explicarnos sus aventuras y desventuras con los políticos “medioambientales” canadienses, en todas partes cuecen habas. La velada estaba animada pero Carmito y Karina salían mañana para Corcovado a las 6 de la mañana y se fueron a dormir.
Albert nos había hablado de un bar de copas que estaba a 10 minutos caminando desde Cabinas Manolo. Bar de copas?.....si vais a Agujitas, después de ver la zona lo último que esperas es ver un bar de copas y existe, vaya si existe. Melanie me propuso ir a tomar una copa para celebrar su cumpleaños. El sitio era excepcional. Una casa de madera estilo “taberna inglesa” con una terraza que daba a la selva. Música de Maná y similares, cubatas a 2 euros. Estaba lleno de ticos, los únicos “guiris” éramos Melanie y yo y los locales venían a hablar con nosotros sin problemas, muy buen rollo. Me encontraba de maravilla.
Melanie es asistente social en Berna. Trabaja con niños con problemas de “exclusión social”. Daba gusto escuchar lo que hacía, transmitía alegría explicando temas serios, muy serios. La conversación derivó hacia temas más lúdicos mientras el camarero nos ponía la segunda ronda de cubatas. Razones para viajar en solitario, búsqueda de experiencias y lugares diferentes, interés por conocer gente distinta a la que frecuentaba en su ambiente habitual en Suiza, cuestionamiento personal de las formas y convencionalismos sociales. Coincidíamos plenamente en la mayoría de temas, se complicaba el asunto….empezaba a notar signos de seducción por ambas partes (por la mía, estaba seguro, jeje). Tercera ronda de cubatas?.....”Invita la casa”….vaya, gracias mae!. La conversación se prolongó hasta las tres de la mañana. Impresiones interesantes entre dos viajeros solitarios acompañadas por música suave, aire tibio y con la selva como compañera. Otra gran velada para recordar. Volvimos a las cabinas Manolo bajo un cielo increíblemente estrellado.
“Buenas noches, Melanie”…..a pesar de todo no lo veía muy claro y esperé una mínima señal. “Tienes la llave de mi habitación….”, dijo Melanie con una sonrisa mirándome fíjamente a los ojos…………..señal recibida. A las cuatro vimos a través de la ventana de la habitación las luces del autobús hacia Rincón que yo debía haber cogido para ir a Panamá. El autobús pasó de largo, mirada fija, sonrisa, “gracias por quedarte”, “feliz cumpleaños”. Hacia calor, mucho calor. Buenas noches, buenísimas.