El segundo día nos levantamos con la intención de pasear por la ciudad, para ver sus edificios.
Después de una mañana de paseo relajado en coche, of course, nos dispusimos a buscar algo para comer.
Esta ciudad no está pensada para pasear. Te planteas, voy a ir hasta allí, total será un cuarto de hora… Imposible. De repente se acaba la acera, o atraviesa una autopista, o vete tú a saber. Quizás sea por que durante, al menos medio año, la calle se vuelve insoportable por el calor y han pensado que para pasear están los centros comerciales. De hecho tienen el mayor del mundo, el Dubai Mall que es inmenso.
Pero incluso la circulación en coche es complicada. A pesar de los siete carriles más calzadas laterales, en cada sentido, de su gran avenida Sheikh Zayed Road, se vuelve caótica por la pésima señalización, por las innumerables entradas y salidas, por los kamikaces que cruzan los siete carriles de una tacada. En fin, que a pesar del gps, como te equivoques de salida la vuelta puede ser épica.
Por otra parte, una curiosidad es que esta calle, tiene varios peajes remotos. No los ves, solo te leen la matrícula y luego ya te llegará la factura al banco. 1€ en cada peaje. Unos se imagina la riada de coches que van y vienen pagando 1€ en cada peaje… si esto no es un impuesto revolucionario, que venga Dios y lo vea. Aunque también hay calles paralelas en las que no se paga, también anchas y también saturadas de coches. Y a algunas horas totalmente colapsadas. Y es que tanta gente en tan poco espacio tiene estas cosas.
También se paga por aparcar, como aquí. Por ello la gente busca los solares vacíos para aparcar gratis. En estos solares, que no son más que trozos de desierto, no es difícil ver algún Ferrari o pepinos similares.
Incluso alguno abandonado. No tenéis mas que buscar en Google: ferraris abandonados en Dubai. Y os vais a llevar una sorpresa.
Volviendo al tema, para comer y buscando algo típico y/o diferente, optamos por un libanés, que goza de buena fama. Bueno, no hizo mas que reafirmarme en mi teoría de que esta gente no sabe comer carne. Salvando el humus que estaba bueno y alguna ensaladita, la carne fatal. Decidimos ir a tomar café y postre en otro sitio.
Por la tarde nos fuimos a ver el Zoco.
Para llegar hasta allí hay que atravesar el Dubai Creek, que es una lengua de agua salada que entra del mar. Para ello se emplean una barquichuelas que cobran 1 dirham y pueden llevar una docena de personas aproximadamente.
Aunque hay viajes unifamiliares. No nos vayamos a mezclar con infieles...
En el borde del agua se apilan cientos, o miles de cajas, todo made in China
Una vez en la otra orilla, estás en… otra ciudad. O es lo que pensaría cualquiera que hubiera venido sin ver por donde ha venido. Esta zona de la ciudad se parece a cualquier zoco de cualquier ciudad árabe.
Se puede encontrar de todo.
Callejuelas estrechas, tiendas abarrotadas de especias, de imitaciones, de lo que quieras encontrar, con una peculiaridad.
Como estamos en Dubai, no puede faltar un guiño a la opulencia. Hay una calle dedicada al oro. El zoco del oro.
Tiendas y tiendas abarrotadas de oro. Y como no, el anillo MÁS grande del mundo: dos metros de perímetro, 60 y pico kilos de oro. Y relojes falsos. Very good copies. Montones de vendedores de relojes de imitación.
Barato, barato. Very good copy, amigo.
En fin, curioso y entretenido como todos los zocos. Bastantes españoles, en grupos inconfundibles procedentes de cruceros y un buen sitio para hacer fotos robadas por la cantidad de etnias, trajes y vestimentas típicas de cualquier sitio.
Al caer el sol nos fuimos al otro extremo de la ciudad, total 40 km en un viernes, que allí es el día festivo, pueden ser infernales. A pasar de los muchos carriles de sus autopistas.
Cuando llegamos a Marina Dubai, hartos de coche y de atascos, decidimos meterlo en un parking. La sorpresa vino al pagar. Esta gente no se anda con tonterías: 4€ la hora o fracción. Nada de contar por minutos o segundos.
Dimos una vuelta por la zona, tomamos un cafecito y después, paseando llegamos a una plaza donde disfruté un rato con las fotos.
Esa plaza tiene una fuente de agua absolutamente quieta, que por efecto de las luces se convierte en un espejo perfecto del entorno. Dentro de la fuente hay unos olivos muy bien iluminados. Todo muy fotogénico.
De allí nos fuimos a un espigón próximo a Jumeirah Mosque para hacer unas fotos del skyline de noche.
El sitio es perfecto, además, comprobamos que estaba empezando a entrar la niebla, con lo que yo ya me estaba frotando las manos imaginando lo que me podía encontrar al día siguiente.
Por último cenamos en un restaurante donde hacen unas ensaladas de lujo. Más que ensaladas, yo diría que son casi un plato combinado. Con una ya te puedes dar por cenado. Deliciosas.
El viernes noche es el día en el que salen todos los niñatos locales con sus máquinas. Las calles del emirato se llenan de Ferraris, Lambos, McLaren, Maseratis, Porches, haciendo atronadores slaloms entre el muy denso tráfico. Al principio es divertido ver como te pasan, pero al poco cansan y te planteas si no podrían ir al desierto a hacer carreritas. Con lo grande que es el desierto. Pero claro, allí nos los vería nadie y ellos lo que quieren es fardar de los juguetes más estrambóticos. Están de moda, allí, los coches mate. Pero pintar un Ferrari de color rosa oscuro, metalizado y mate, es de un mal gusto… casi un sacrilegio!
Luego todo esto te hace plantear más cosas, todo esto, este derroche de recursos y de energías, es sostenible en el tiempo? No les pasará factura este derroche de agua, electricidad, combustibles, por mucho dinero que tengan? Con el tiempo se verá si el desierto no se acaba cobrando lo que le han arrebatado.
Después de una mañana de paseo relajado en coche, of course, nos dispusimos a buscar algo para comer.
Esta ciudad no está pensada para pasear. Te planteas, voy a ir hasta allí, total será un cuarto de hora… Imposible. De repente se acaba la acera, o atraviesa una autopista, o vete tú a saber. Quizás sea por que durante, al menos medio año, la calle se vuelve insoportable por el calor y han pensado que para pasear están los centros comerciales. De hecho tienen el mayor del mundo, el Dubai Mall que es inmenso.
Pero incluso la circulación en coche es complicada. A pesar de los siete carriles más calzadas laterales, en cada sentido, de su gran avenida Sheikh Zayed Road, se vuelve caótica por la pésima señalización, por las innumerables entradas y salidas, por los kamikaces que cruzan los siete carriles de una tacada. En fin, que a pesar del gps, como te equivoques de salida la vuelta puede ser épica.
Por otra parte, una curiosidad es que esta calle, tiene varios peajes remotos. No los ves, solo te leen la matrícula y luego ya te llegará la factura al banco. 1€ en cada peaje. Unos se imagina la riada de coches que van y vienen pagando 1€ en cada peaje… si esto no es un impuesto revolucionario, que venga Dios y lo vea. Aunque también hay calles paralelas en las que no se paga, también anchas y también saturadas de coches. Y a algunas horas totalmente colapsadas. Y es que tanta gente en tan poco espacio tiene estas cosas.
También se paga por aparcar, como aquí. Por ello la gente busca los solares vacíos para aparcar gratis. En estos solares, que no son más que trozos de desierto, no es difícil ver algún Ferrari o pepinos similares.
Incluso alguno abandonado. No tenéis mas que buscar en Google: ferraris abandonados en Dubai. Y os vais a llevar una sorpresa.
Volviendo al tema, para comer y buscando algo típico y/o diferente, optamos por un libanés, que goza de buena fama. Bueno, no hizo mas que reafirmarme en mi teoría de que esta gente no sabe comer carne. Salvando el humus que estaba bueno y alguna ensaladita, la carne fatal. Decidimos ir a tomar café y postre en otro sitio.
Por la tarde nos fuimos a ver el Zoco.
Para llegar hasta allí hay que atravesar el Dubai Creek, que es una lengua de agua salada que entra del mar. Para ello se emplean una barquichuelas que cobran 1 dirham y pueden llevar una docena de personas aproximadamente.
Aunque hay viajes unifamiliares. No nos vayamos a mezclar con infieles...
En el borde del agua se apilan cientos, o miles de cajas, todo made in China
Una vez en la otra orilla, estás en… otra ciudad. O es lo que pensaría cualquiera que hubiera venido sin ver por donde ha venido. Esta zona de la ciudad se parece a cualquier zoco de cualquier ciudad árabe.
Se puede encontrar de todo.
Callejuelas estrechas, tiendas abarrotadas de especias, de imitaciones, de lo que quieras encontrar, con una peculiaridad.
Como estamos en Dubai, no puede faltar un guiño a la opulencia. Hay una calle dedicada al oro. El zoco del oro.
Tiendas y tiendas abarrotadas de oro. Y como no, el anillo MÁS grande del mundo: dos metros de perímetro, 60 y pico kilos de oro. Y relojes falsos. Very good copies. Montones de vendedores de relojes de imitación.
Barato, barato. Very good copy, amigo.
En fin, curioso y entretenido como todos los zocos. Bastantes españoles, en grupos inconfundibles procedentes de cruceros y un buen sitio para hacer fotos robadas por la cantidad de etnias, trajes y vestimentas típicas de cualquier sitio.
Al caer el sol nos fuimos al otro extremo de la ciudad, total 40 km en un viernes, que allí es el día festivo, pueden ser infernales. A pasar de los muchos carriles de sus autopistas.
Cuando llegamos a Marina Dubai, hartos de coche y de atascos, decidimos meterlo en un parking. La sorpresa vino al pagar. Esta gente no se anda con tonterías: 4€ la hora o fracción. Nada de contar por minutos o segundos.
Dimos una vuelta por la zona, tomamos un cafecito y después, paseando llegamos a una plaza donde disfruté un rato con las fotos.
Esa plaza tiene una fuente de agua absolutamente quieta, que por efecto de las luces se convierte en un espejo perfecto del entorno. Dentro de la fuente hay unos olivos muy bien iluminados. Todo muy fotogénico.
De allí nos fuimos a un espigón próximo a Jumeirah Mosque para hacer unas fotos del skyline de noche.
El sitio es perfecto, además, comprobamos que estaba empezando a entrar la niebla, con lo que yo ya me estaba frotando las manos imaginando lo que me podía encontrar al día siguiente.
Por último cenamos en un restaurante donde hacen unas ensaladas de lujo. Más que ensaladas, yo diría que son casi un plato combinado. Con una ya te puedes dar por cenado. Deliciosas.
El viernes noche es el día en el que salen todos los niñatos locales con sus máquinas. Las calles del emirato se llenan de Ferraris, Lambos, McLaren, Maseratis, Porches, haciendo atronadores slaloms entre el muy denso tráfico. Al principio es divertido ver como te pasan, pero al poco cansan y te planteas si no podrían ir al desierto a hacer carreritas. Con lo grande que es el desierto. Pero claro, allí nos los vería nadie y ellos lo que quieren es fardar de los juguetes más estrambóticos. Están de moda, allí, los coches mate. Pero pintar un Ferrari de color rosa oscuro, metalizado y mate, es de un mal gusto… casi un sacrilegio!
Luego todo esto te hace plantear más cosas, todo esto, este derroche de recursos y de energías, es sostenible en el tiempo? No les pasará factura este derroche de agua, electricidad, combustibles, por mucho dinero que tengan? Con el tiempo se verá si el desierto no se acaba cobrando lo que le han arrebatado.