Como buena enamorada de Nueva York, trato de visitar la ciudad una vez al año. Es un reto que a veces se cumple y otras veces no ya que me encanta viajar y no siempre me es posible pasar por ella.
Desde 2016 no había vuelto y este año se presentaba la ocasión de volver, pero tan solo 3 noches. Habrá a quién le parezca una locura pero con buena organización es muy posible abarcar lo indispensable y disfrutar de la ciudad sin prisas y de forma saciante.
¿Cómo preparo mis viajes a Nueva York?
Mis mejores amigos son siempre Kayak y Booking. En este caso, comparé vuelos y la mejor oferta que encontré fue gracias a los benditos puntos de Travel Club, por lo que pagué 373€ por un vuelo de Iberia. Teníamos una escala de menos de una hora y media en Londres, por lo que tampoco suponía un gran retraso en el viaje.
He dormido en todo tipo de alojamientos en mis múltiples visitas pero en este caso y al ser temporada baja, sabíamos que queríamos ir de hotel. No hacían falta grandes lujos pero sí la comodidad necesaria para poder descansar tras los grandes paseos y el clima invernal que gobernaba en estos días.
También siempre miro que mi ESTA esté a punto. En mi caso aún tenía vigencia y como tuve que rellenar los de mis acompañantes, me cercioré bien de visitar el enlace correcto ya que hay agencias que cobran cantidades abusivas por un trámite que vale 14 USD y que no lleva más de 10 minutos hacerlo tú mismo.
Por último reviso los precios de los seguros de viaje aunque siempre me decanto por IATI ya que es posible tener algún descuento gracias a los enlaces de afiliación. Que nadie viaje sin esto, por favor.
Día 1
Decidimos hacer una escala ya que el primer vuelo desde Madrid salía a las 7 am pero nos permitía estar en Nueva York sobre las 13:30 horas a pesar de la escala. Así que a las 5 am estábamos dando vueltas en la T4 porque además, no había podido hacer el check in online y viajo con un chico muy alto que es mi hermano, el cual necesita ir en pasillo.
Todo fue bien, nos dieron buenos billetes, las maletas pesaban poquísimo, salimos en hora pero la sorpresa vino en Londres. A pesar de ser especialmente meticulosa con la documentación, el tercer miembro del grupo me había dado un número de pasaporte obsoleto, por tanto, no podía volar porque el ESTA y el billete no coincidían. Desde luego es la primera vez que me pasa algo así.
Mi reacción fue morirme pero había que buscar soluciones rápidas. Como estábamos en tránsito, tuvimos que hacer cola en el mostrador de British Airways, que era quién nos llevaría a Nueva York.
Afortunadamente, había plazas en el siguiente vuelo y aunque tuvimos que volar en asientos separados, tuvimos que esperar solo una hora más porque desde Heathrow salen con mucha frecuencia. Además, no tuvimos que pagar nada a pesar de ser nuestro error, ¡De lujo!
Pasado el disgusto inicial, todo fue como la seda: la atención de British Airways a bordo es maravillosa, la comida está bien y la ergonomía permite descansar. Tras siete horas estábamos en la capital del mundo, como a mí me gusta denominarla.
Quedaba lo que más tedio puede dar a un viajero: el control de pasaportes. Generalmente en USA y en concreto en JFK es especialmente largo pero desde hace un tiempo a esta parte han decidido agilizar los trámites y no esperamos más de 15 minutos, contando con el registro de huellas dactilares. Por tanto, en menos de 45 minutos desde la llegada del vuelo estábamos listos.
La mayoría de los viajes que he hecho he ido en taxi pero tengo una empresa de traslados de referencia donde dan muy buen trato con precios fijos y no lo dudo. Así que Hugo, nuestro conductor, nos llevó de forma muy diligente hasta nuestro hotel: El Radisson Martinique on Broadway.
¿Qué me hizo decidirme por este hotel?
1. Ubicación perfecta: Estábamos a dos pasos del Empire State Building y Herald Square, teníamos una boca de metro en la propia puerta de las líneas 4,5 y 6 que recorren la mayoría de los enclaves a visitar. Aunque siempre me gusta más el lado este, no cambiaría la experiencia de tener Times Square a un paseo de 10 minutos e infinidad de sitios cerca para desayunar o comprar algo.
2. Tasas de resort no abusivas: es un punto a tener en cuenta ya que del precio original hay que sumarle un porcentaje de tasas e impuestos. En el caso de este hotel, no eran más de 17 USD por habitación y noche por lo que las 3 noches en habitación cuádruple fueron 160€ cada uno ya con todo. Muy aceptable para ser un hotel de 4 estrellas en el corazón de Manhattan, pero también es la recompensa de viajar fuera de temporada.
3. La cadena de hoteles: he viajado y viajo por muchos tipos de alojamiento (incluso asientos de aeropuerto) pero Radisson es aval de confianza y sabía que no me iba a fallar.
Tras hacer rápidamente el check in y arreglarnos un poco, decidimos comenzar con nuestro planning ya que eran las 5 de la tarde y aún había luz natural. Desde la parada de la 32 con la 6th avenida cogimos el metro hacia City Hall ya que no hacía falta hacer transbordo.
Tenemos que reconocer que estaba vacío porque era un domingo y es cierto que la zona del Downtown en fin de semana pierde un poco su esencia. Pero nuestro objetivo era cruzar el puente de Brooklyn desde Manhattan ya que el pronóstico del tiempo era bueno y merecía la pena verlo despejado, aunque con mucho frío.
Recorrimos el puente en su mejor hora, cayendo el sol pero con la suficiente visibilidad para hacer fotografías. Tras caminar sus dos kilómetros de longitud, descendimos por la izquierda para ir a Dumbo.
En este caso, decidimos ver atardecer desde el Empire Fulton Ferry State Park, es decir entre el puente de Brooklyn y el puente de Manhattan, pero no sin antes hacer la clásica fotografía donde se puede ver el Empire State desde uno de los ojos del Manhattan Bridge, en Water St. Tras ver caer la luz nos dirigimos hacia el Brooklyn Bridge Park para hacer las pertinentes fotografías nocturnas.
Nuestra idea era cenar en Juliana's, una de las pizzerías más buenas pero también de las más visitadas. La cola era imposible por lo que Shake Shack fue nuestra opción, donde cenamos muy bien por menos de 35 USD entre los tres. Tendré que esperar para volver a Juliana's, cosa que recomiendo encarecidamente porque las pizzas están de infarto.
Desde allí cogimos el metro directamente hasta Times Square y es que a mí, digan lo que digan, no me imagino otro lugar para acabar mis jornadas en Nueva York. Tras una pequeña vuelta, cogimos la 6th avenida hasta nuestro alojamiento, estábamos agotados y necesitamos reponernos para lo que vendría después.