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Pues aquí estamos de nuevo, en medio de esta agobiante pandemia, suerte que por lo menos podemos disfrutar de nuestra provincia, lo que no es poco, y sumergirnos en sus mares y paisajes infinitos.
Estamos en el primer fin de semana de julio, el sol nos regala un precioso día veraniego y nos disponemos a aprovecharlo lo máximo posible. Decidimos desayunar en casa y dedicar la mañana a no hacer nada
, nuestra única preocupación es buscar una playa agradable en la que pasar el día. Encontramos el lugar que estábamos buscando gracias a la inestimable ayuda del Google Maps.El plan parece perfecto, concello de Laxe, en plena Costa da Morte. El destino una pequeña playa con acceso cercano en coche en la ría que forma el Río Anllóns en su desembocadura, formando la ría de Corme y Laxe.
Preparamos los bártulos y despues de comer nos dirigimos a nuestro destino a donde llegamos en tres cuartos de hora.
Como habíamos visto en el Maps, para poder acceder a la playa tenemos que dejar el coche aparcado en un pinar al que se accede por una carretera estrecha pero con un asfalto perfecto que conduce a un mirador sobre la ría. El coche se queda esperándonos a la sombra y nosotros tomamos un pequeño sendero que atraviesa el pinar y, en apenas un par de minutos ya nos encontramos a los pies de la playa.
Después de meses encerrados en casa es una maravillosa sensación respirar la mezcla de olores y sensaciones de este pequeño trayecto, el olor de los pinos, el sol, la brisa marina y el romper de las olas conforman un momento que hace meses era imposible de imaginar.
El mar está de un azul intenso que contrasta con el verdor de los campos y los bosques. Para acceder a la playa tenemos que bajar a través de unos escalones excavados en las rocas. Cuando llegamos sólamente hay allí una pareja tomando el sol, nos situamos en el otro extremo de la pequeña playa y a disfrutar del mar y del sol.
Al rato de llegar, las dos únicas personas que nos encontramos al llegar se marchan y el pequeño paraíso queda totalmente a nuestra disposición. De verdad que es una pasada vivir en esta esquinita del mundo, en una ciudad de 250.000 habitantes con todos los servicios y que te permite, en menos de una hora, ponerte en una playa salvaje y sin apenas ocupación o sumergirte en bosques que parecen sacados de un cuento de hadas.
La tarde transcurre sin sobresaltos, entre chapuzón y chapuzón (el agua esta fresquita, eso sí), cuando se acerca la hora de cenar buscamos un lugar cercano, en el otro lado de la ría se encuentra la playa de Balarés, una playa frecuentado por familias, ya que además de ser una playa con poco oleaje, cuenta con un merendero bajo un inmenso pinar, duchas, socorristas, además de un conocido local de hostelería. Reservamos un sitio en la terraza y media hora mas tarde estamos terminando el día, disfrutando de una suculenta cena y viendo como la luna se comienza a asomar sobre el Atlántico.
El siguiente finde nos acercaremos a un rincón oculto de nuestra maravillosa provincia.
Por fin ha llegado el fin de semana. Este sábado el tiempo no acompaña lo suficiente como para tener que buscar un lugar en donde darse un chapuzón. Por eso modificamos el plan y buscamos un lugar lo suficientemente cercano como para poder aprovechar el día sin tener que alejarnos mucho de la ciudad.
Que tal si combinamos un paseo por un pueblo medieval cargado de historia con una preciosa ruta de senderismo?. A 20 kms de casa tenemos la alternativa perfecta. Los días de este mes de julio son muuuy largos, los mas largos del año. Al estar situados tan al Oeste amanece una hora más tarde que en el Levante, pero también sucede lo mismo con el anochecer, que a principios de julio se alarga hasta las 11 pm. Por lo tanto, tenemos tiempo para comer tranquilamente en casa y salir despues a tomarnos un cafecito y darnos un paseo por Betanzos.
Betanzos es una poblacion que se encuentra a 20 kms de la capital de la provincia, una de las siete provincias del antiguo reino de Galicia y residencia de nobles y caballeros de esos tiempos. Debido a esto, la población conserva un gran patrimonio arquitectónico en el que destaca el gótico de sus iglesias y la arquitectura popular de su casco antiguo, que bien merece un paseo pausado.
Betanzos se situa sobre un promontorio antiguamente amurallado y que queda circundado por dos ríos que confluyen en la ciudad y que pocos kilómetros despues vierten sus aguas al mar formando la ría del mismo nombre.
En tiempos pasados era puerto marítimo desde el que se enviaban, entre otros productos, sus afamados vinos que ya eran bien conocidos por los antiguos romanos. Hoy en día los sedimentos arrastrados por los ríos sólo hacen posible acercarse al pueblo con pequeñas embarcaciones pero estos mismos sedimentos han conformado una humedal que forma parte de la reserva de la Biosfera "Mariñas coruñesas e terras do Mandeo". El Mandeo es uno de los dos ríos que rodean el pueblo, despues lo conoceremos un poco.
No me extiendo mas y os subo unas fotos para que os hagais una idea de lo que podeis encontrar en esta bonita y pintoresca población.
Terminado el paseo por la capital de As Mariñas, nos calzamos las botas de caminar y conducimos hasta el Coto de Chelo, se encuentra en el municipio de Paderne a excasos 5 kms de la población betanceira. Este coto de pesca está situado en el río Mandeo, uno de los pocos ríos salmoneros que quedan en Galicia. Este río nace a 700 metros de altitud en el municipio de Sobrado dos Monxes, ya en el límite con la provincia de Lugo. En los últimos kilómetros de su recorrido, antes de llegar a Betanzos, se encañona de forma pronunciada, formandose en este cañón alguna de las fragas mas bonitas de la provincia, no tan famosas como las Fragas do Eume, pero igualmente hermosas.
En Chelo podemos aparcar el coche, en este precioso lugar disponemos de merenderos al aire libre, al lado de río, además de un aula de la naturaleza de la que parten algunos de los senderos que forman parte del Proyecto Mandeo, mas de una veintena de rutas a pie o en bicicleta que recorren el sistema fluvial formado por el río Mandeo y sus afluentes.
Antes de comenzar, imagino que sabeis lo que es una fraga. Por si no lo sabeis os doy una pequeña definición: "Una fraga es una extensión cerrada de monte por lo general aislada y de difícil acceso, poblada por diversas especies caducifolias. Se trataría de un bosque o una foresta virgen, que por lo general se refieren al bosque atlántico. En Galicia les llamamos fragas a las zonas de bosque espesas, al interior de las cuales la luz llega siempre velada por el ramaje. Perduran así en su seno la humedad, la frescura, la temperatura casi constante y, sobre todo, la vida".
De camino al Coto de Chelo, asoman los primeros rayos de sol, la niebla va desapareciendo. Llegamos al coto (la carretera de acceso es corta pero estrecha por lo que se recomienda "sentidiño") y encontramos en donde aparcar, cosa complicada los fines de semana veraniegos.
Tenemos por delante una ruta circular de unos 7 kms que se hace tranquilamente en 2 o 3 horas en función del tiempo que paremos a hacer fotos, etc.
Iniciamos el recorrido remontando el Mandeo por su margen izquierda tomando un sendero señalizado que parte del centro de interpretación y que en un principio no presenta dificultad alguna.
Destacan en este primer tramo los bolos graníticos arrastrados y cincelados por el río, enormes piedras que cuesta creer que la fuerza del agua haya podido esculpir.
Una de las características de las fragas, además de la mezcla de diversas especies de especies caducifolias, musgos, helechos,.... es la espesura de las mismas, que apenas deja pasar la luz solar, esta se filtra entre las ramas y hojas y crea preciosos efectos de luces y sombras.
Poco a poco el camino se va haciendo mas angosto y se complica al ser el firme mas irregular, piedras resbaladizas por el musgo, raices, troncos caídos,..... el camino no es para expertos, ni mucho menos, pero tampoco se trata del típico paseo fluvial, por lo que recomiendo el mismo a senderistas con experiencia en moverse por el monte e ir debidamente equipados con calzado y ropa adecuadas, llevar agua abundante y algo de comida para reponer fuerzas (fruta y frutos secos son buenas opciones).
Nos vamos introduciendo en esta "selva" atlántica y ante nosotros se despliega una amplia gama de verdes.
El río nos acompaña en nuestro camino, al cabo de un rato llegamos a una pequeña "playa" en donde podemos ver escamas de los peces que han utilizado estos remansos del río para desovar y dar continuidad así a la presencia de truchas, reos y salmones que habitan estas aguas.
Continuamos recorriendo preciosos rincones, pasamos ante las ruinas de un antiguo molino harinero, que tanto abundan en nuestros rios y regatos.
Tras el molino, el río se encañona aún mas, aquí son bien visibles las paredes graníticas que nos hacen ascender y dejar el río haya abajo.
Hasta llegar a la central hidroeléctrica del Zarzo en donde hacemos un pequeño descanso.
Es uno de los puntos más bonitos de la ruta en donde una pequeña central eléctrica aprovecha la fuerza del Zarzo, pequeño pero impetuoso afluente del Mandeo. Tras comer un poco y reponer fuerzas cruzamos el río por el puente metálico y continuamos la ruta buscando el sendero que parte de trasera de la central. Estamos en la mitad de la ruta, toca volver a Chelo recorriendo el río por su orilla izquierda en sentido descendente.
Volvemos a remontar la ladera y pronto llegamos a las ruínas del balneario do Bocelo, antigua casa de aguas medicinales ferruginosas abandonado tras un incendio en los años 20 del siglo pasado. Todavía se aprecian la fuente de aguas medicinales que se distingue bien por el color oxido que deja por donde discurre.
Paso a paso nos acercamos a nuestro destino, la parte final el pequeño sendero de pescadores toma mayor ancho y el firme se hace mas regular hasta que llegamos al punto de inicio.
Ojalá hayais disfrutado del día como yo. Preparando el siguiente fin de semana
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