Repasando..., lo más significativo...a nuestros ojos, ya estaba visto.
Así que hoy tocaba pasear por Petrin, y disfrutar de lo cotidiano de la ciudad vieja, sentarse en la orilla del Moldava y como no, visitar Vyšehrad la bella.
Sin prisa, con los pies castigados por el inolvidable empedrado praguense, relajados y felices nos encaminamos de nuevo por el bendito Puente de Carlos, era ya la duodécima vez que lo cruzábamos...y yo que tenia prisa por cruzarlo en cuanto nos bajamos del avión! Y cada vez parece más y más laaargo.
Bajábamos por el margen del río, disfrutando del segundo café del dia, este ya decente y en condiciones, por que ya se sabe que el de hotel... compite solo con el de avión (jejeje) Las fachadas de los edificios nos seguían fascinando cuatro días después, es que no tiene nada que ver con la arquitectura mediterránea, ni mucho menos con los modernos edificios que pueblan ahora Madrid y España entera.
Y como no, inevitablemente pasamos por delante de la espantosa casa danzante, tras observarla largo rato, entrar y salir, y volver a mirarla...lo siento pero a mí seguía pareciéndome una ...ehh...algún sinónimo de mamarrachada?

Sinceramente y con todos los respetos a los arquitectos y exaltados de la belleza geométrica de tan insigne edificio, yo prefería el paisaje del otro lado del río;
Sobre este saliente de roca comenzaban los terrenos de la sorprendente Vyšehrad. Lugar misterioso y enigmático, donde los haya, con sus torres negras, y esa lobreguez gótica, que estalla de color nada mas poner un pie dentro de la iglesia.
O cuando las nubes perpetuas de Praga, dan paso a un repentino rayo de sol que irrumpe entre las lápidas del cementerio.
Preciosa la iglesia, preciosas las vistas, y preciosa la calma que regala.
Me senté frente a la puerta, reparando en unos contrariados turistas japoneses que siempre me resultan interesantes o curiosos de observar, creo que tienen un modo particular y único, de ver el resto del mundo… tan impresionables y expresivos, se maravillan y contemplan, ellos no miran, contemplan… y examinan.
Una vez has pagado y estas dentro del templo, una vez mas hay carteles que anuncian no permitir las fotografías, pero el señor que cobra la entrada no parecía estar muy preocupado por ello, así que le echamos cara y empecé tímidamente a hacer alguna foto sin flash, luego una señora mayor las hacia con el flash y yo me animé, y al final fijaos si le echamos cara que me salte disimulada el cordón rojo…hasta tocar lo que creí era el sarcófago maldito. De lo que no vimos ni rastro es de los famosos subterráneos que hablan las leyendas, ni de los incontables fantasmas de la Colina de Vyšehrad. Una desilusión realmente, me hubiera encantado entrar en el corazón de la colina encantada!
Por que como leí una vez por ahí de Vyšehrad antes de viajar a Praga, si Praha es un baúl repleto de historias y leyendas Vyšehrad es la llave de todas ellas.
Y a pesar de todo, y de mi lado Iker Jiménez... He de confesar que en un principio, no me llamaba nada, ni me hacía ilusión alguna, la idea de pasear entre tumbas, por ilustres que fuesen, pero una vez allí vagamos primero juntos y después por separado deambulando durante mas de una hora, por el jardín de mármol y ascéticas dedicatorias, entre arboles funerarios y ángeles de roca, embelesados, hasta que el sol se ocultó de nuevo y comenzó a lloviznar.
La vista desde la colina es maravillosa, digna de reyes, que buen gusto tenían estos prístinos para escoger lugares, sobre todo los Celtas, qué majestad! De repente me di cuenta que me había ido tan por mi cuenta, que me había ido a no se donde que no había nadie…claro! Si voy pensando en princesas que lanzan profecías, y leones que rugen en plan Willy fogg, (siiiílbame, y ya voy) por lo del rugido anual jeje, … Vá! lo cuento por si acaso alguien no lo sabe;
Dicen las leyendas, que hay un ejercito de nobles y soldados muertos, o en este caso no del todo…esperando en las profundidades de la colina, para despertar y acudir en caso de necesidad si la ciudad esta en peligro, y que una vez al año, un gran león sale a la superficie, por una enorme roca, y lanza un rugido desde lo alto de la colina, por si la ciudad esta en apuros, y al no obtener réplica alguna, ni trompetas ni indicio alguno de batalla, pues se vuelve a su ultramundo junto al ejercito de muertos a seguir esperando, hasta el año siguiente.
A mi personalmente, me interesaba mas la parte de Vyšehrad en que inicialmente se erigió un enclave Celta, y por eso vagabundeaba a mi aire, cámara en mano y Ipod en la otra, para traducir las inscripciones de las tumbas…Y diréis, que tétrica no? Jeje, es que algunas eran tan ostentosas y tan sugerentes que daba curiosidad por saber quien andaba ahí metido… Por cierto, maravilla súper cómoda y para sacarte de algún apurillo; hay wifis abiertas por toda la ciudad prácticamente, sobre todo en el centro, mas lejos va a ser que no, que en Karlstejn me dio el lio…
Como iba diciendo, a mi personalmente me interesaba mas la reminiscencia Celta de Vyšehrad, pero una vez allí, es imposible no sentir ese ambiente extraño y embaucador, de misterios arcanos, y de estar en un lugar, si no sagrado, un escenario impregnado de magia, en el que casi se siente el oscurantismo que lo ha acompañado a través de los siglos. Y pensar en las correrías de la ladina princesa Libuse, y todas las historias de la Praha antigua, hace la visita mucho mas emocionante, tanto que se nos fueron cinco horas y ya era tarde para comer…
Os dejo mini reportaje de fotos, incluso de alguna tumba, a riesgo de parecer siniestra
