Tras levantarnos y desayunar lo de siempre (¡cómo no!) salimos en dirección a la parte alta de Bruselas. Cogimos el metro y, para variar, “no encontramos” donde pasar el ticket, por lo que el bono de 10 viajes seguía intacto en nuestro bolsillo. Tras hacer trasbordo del metro en Arts-Loi, paramos en Louise. Desde aquí ya podíamos ver la magnificencia del edificio del Palacio de Justicia, situado en Place Poaelaert. Aunque por fuera estaba actualmente en obras, es impresionante la vista del edificio. Fue construido entre 1866-1883. Con sus 52.464 m2, fue durante años el edificio más grande del mundo, y continúa siendo uno de los más grandes en piedra. Su impresionante cúpula alcanza los 118 m, aunque debido a las obras que actualmente se llevaban a cabo perdía parte de su imagen.
Vista de la fachada principal
Actualmente alberga juzgados, y el horario de visita es de 9 a 15 de lunes a viernes, siendo gratuita su entrada. Es muy impresionante entrar dentro y situarse bajo su cúpula. Encontramos en esta oscura sala varias mesas donde los abogados dialogan con sus clientes, una escena muy curiosa. Tras una vuelta por su interior, salimos fuera viendo como una fina lluvia comenzaba a acompañarnos.
Interior del palacio
Junto al palacio de justicia, se encuentra una amplia vista de la ciudad. Asimismo, encontramos un ascensor de cristal que nos permite bajar a la zona de Les Marolles. Caminamos durante un rato por la Rue Haute (con paragüas en mano porque seguí lloviendo) hasta llegar a la iglesia de Notre Dame du Chapelle.
Iglesia de Notre Dame du Chapelle
Del S. XIII, fundada en 1134, es la más antigua. Su horario: de L-V 9-17 h. y fines de semana de 11’30-16 h. En ella fue enterrado Pieter Brueghel el Viejo.
Tras resguardarnos en su interior durante unos minutos debido a la intensa lluvia que comenzaba a caer, salimos en dirección de la Place du Gran Sablon. En esta plaza podemos encontrar mercadillo de antigüedades y libros los sábados y domingos por la mañana. Al llegar a la plaza decidimos sentarnos a tomarnos una cerveza en la Cervería Leffe. Sabia elección, pues en ese momento comenzó a llover con mucha intensidad. Afortunadamente, resguardados en la cervecería y con una Kwak en la mano, pudimos disfrutar de esos 10 intensos minutos de lluvia.
Acabando la cerveza dejó de llover. Salimos hacia la Iglesia de Notre Dame du Grand Sablon. Merece la pena contemplarla externamente, apreciando su estilo ojival belga del s. XIV.
Iglesia Notre Dame du Grand Sablon
Justo enfrente de esta iglesia se encuentra el Jardin du Petit Sablon, un parque con diferentes columnas góticas coronadas por estaturas que representan 48 gremios antiguos.
Jardin du Petit Sablon
Seguimos por la avenida situada entre la Iglesia y el Jardín, nos dirigimos hacia el palacio de Bellas Artes (que no visitaríamos hasta el día siguiente). Fuimos hasta el edificio de Old England, que actualmente acoge el museo de instrumentos musicales.
Old England
Situado en el nº2 de Montagne de la Cour (junto a Place Royale) destaca por su exterior, pues representa el modelo clásico de Art Nouveau belga.
A pocos metros se encuentra el Palacio Real. Construcción del s. XI-XII, fue residencia oficial real, aunque actualmente lo reyes belgas residen en el Castillo de Laeken, un parque situado junto al Atommium. El Palacio está abierto al público de finales de julio a principios de septiembre, por lo que pudimos entrar a verlo de forma gratuita.
Palacio Real
Acogía una exposición temporal sobre arte y naturaleza, y sobre ciencia, con numerosos experimentos curiosos que podías ir realizando a tu paso. Eso sí, olvidaros de fotos porque te registran al entrar y no puedes llevar contigo nada, habiendo un guardarropero (gratuito) para dejar mochilas, cámaras… Dentro del Palacio, en la habitación de los espejos se encuentra una lámpara con más de un millón de joyas en forma de escarabajo, obra de 29 artistas. Sin embargo, no encontramos en ningún momento esta lámpara… o bien nos distrajimos con las exposiciones temporales… El horario de visitas es de 10’30 a 16’30 horas.
Desde aquí, cogimos el metro en la parada de Tronne hasta que nos bajamos en Sta. Catherine. Llegamos allí casi a las 14’30 h. y la mayoría de lugares para comer en la avenida de las marisquerías ya habían cerrado. Caminamos por tanto en dirección Brouckere y Bourse, llegando a la Avda. Ansparch. Numerosos lugares para comer se encontraban en esta avenida, aunque muchos de ellos cerraban a las 14’30 y ya no estaban abiertos, por lo que os recomiendo que lleguéis antes de la hora de cierre porque son muy estrictos con el horario. Nosotros decidimos parar en Sultans of Kebab. Por tan sólo 28 € comimos 4 menús con patatas y bebida, realmente buenos. Cabe destacar que podéis elegir entre salsa Garlic (de ajo, no muy fuerte) o Spicy (muy, muy picante, así que cuidado). Desde aquí, nos tomamos un café acompañado de helado en Stella Artois, junto a la bolsa.
Una vez descansados, nos acercamos a la Gran Place a comprar en la oficina de turismo las Brussels Cards que utilizaríamos el día siguiente (24 € una tarjeta de 24 horas).
Volvimos de nuevo a Sta. Catherine para poder visitar la iglesia de 1854 que anteriormente no pudimos. La verdad es que el ambiente era un poco desolador: gente sentada en los bancos frente a la iglesia durmiendo, bebiendo… algo que en otras partes de la ciudad no era tan obvio, quizá nos hacía recordar que en todas partes existe gente con necesidades (y no precisamente las banalidades que cada uno tenemos diariamente…).
Iglesia de Sta. Catherine
Dentro de la iglesia tampoco había nada muy significativo. Quizá destacar la imagen negra de la Virgen y el niño rescatada de las aguas del Senne por pescadores, aunque ya digo que tampoco fue demasiado impresionante. Lo que más no llamó la atención, fue al salir de la Iglesia encontrar que uno de sus laterales se había destinado a ser utilizado como aseo público, es decir, se podía mear en la pared lateral de la iglesia, tan sólo delimitado por una vieja verja oxidada.
"Meadero público"
Imaginaros la dantesca imagen de este “improvisado aseo”. Desde aquí, salimos a visitar el barrio del Beguinaje junto al boulevard de Leopoldo II. La verdad es que, una vez visto el de Brujas, éste tampoco tiene nada muy destacable.
Iglesia en el Beguinaje
Decidimos volver al centro y al pasar por la Plaza du Samedi encontramos un 2x1 en cervezas Grimbergen, por lo que decidimos parar a hacer un descanso… y tomar un trago, claro está.
Fuimos después hacia el centro y, tras callejear un poco, entramos en el pub Poechenellekelder, situado junto al Manneken Pis.
Se caracteriza por su gran variedad de cervezas en la carta (casi 100 distintas) y su decoración con marionetas por el techo.
Decidimos hacer un “sacrificio” y probar las diferentes cervezas de la carta. Comenzamos a elegirla un poco al azar, y fuimos tomando una ronda tras otra… Para acompañar pedimos un plato de queso con salami y un par de platos de Spaguettis (recomendables los de jamón york y queso sobre todo).
Surtido de cervezas que probamos...
Obviamente, tantas rondas comenzaron a pasar factura en nosotros. Decidimos que ya era hora de salir por lo que pedimos la cuenta y pagamos (eran 84,10 € y pagamos 90 €). Viendo que no nos traían el cambio, lo reclamamos un par de veces (en inglés porque no sabíamos francés y ellos tan sólo un poco de inglés). Al rato, nos llaman a una amiga y a mí para acercarnos a la barra, confiados nosotros de que nos iban a dar la vuelta, obviamente. Cual sería nuestra sorpresa cuando estaban todos los camareros dentro de la barra mirándonos y uno nos decía que nos asomáramos. Nos acercamos y vimos unas pequeñas pantallas de video y, cual sería nuestra sorpresa, cuando nos señalaron un monitor donde se veía nuestra nuestra mesa. Pudimos ver como un camarero dejaba un pequeño plato sobre la mesa con un papel y alguien de nuestra mesa cogía ese papel, aunque no se le veía la cara. Yo me quedé de piedra: en principio parecía que sí nos habían traído la cuenta y que alguien la había cogido. Pedí que por favor me lo volvieran a poner, porque entre la situación, la pequeña pantalla, el blanco y negro de la imagen, y las numerosas rondas que llevaba… necesitaba volver a verlo. Tras volver a verlo, no pude decir nada y decidimos irnos con “el rabo entre las piernas” como se suele decir. Quizá mi resignación no fue compartida con todos nosotros, y alguna se encolerizó un poco ante tal manipulación. Lo cierto es que ese día no pudimos analizar bien qué había pasado, pero el día siguiente comprendimos que el vídeo que nos habían mostrado no era cómo nos daban la vuelta, pues debería ser 5,90 €. En el plato tan sólo se veía un papel, sin monedas. Caímos el día siguiente (algo más serenos) que lo que habíamos visto era el papel de la cuenta, pues entonces recordamos que uno de nosotros cogió la cuenta nada más dejar el plato en la mesa, lo mismo que se veía en el video. Desconocemos si el ponernos ese vídeo eran conscientes de que lo que veíamos no era la devolución del dinero, pero creo que se aprovecharon de que nuestras facultades mentales no estaban al 100 %.
Desde aquí, y siendo ya de noche, fuimos a “La mort subite” a tomarnos unas Kriek (por si no era suficiente) y tras ello nos fuimos hacia el hotel en metro, donde aprovechamos para entonar algunos cánticos “typical Spanish”, todo ello favorecido por las numerosas rondas…
Kriek en "A la mort subite"